Capitulo 08

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     Sentados en una mesa de madera oscura, se encuentra el rey junto a sus padres, su mano derecha, el más alto mando de la guardia real y tanto Olympia como sus dos amigos. Por fin van a discutir cómo ayudar al reino de Peirl para deshacerse del hombre que amenaza con convertir cenizas todo.

Hasta ahora quien ha estado hablando ha sido Olympia junto a Alexander para explicar con sumo detalles todo lo que está ocurriendo, ellos mismos vivieron lo sucedido y han observado el deterioro del reino con el paso de los días.

Daymon apenas interviene algunas veces, él prefiere quedarse en silencio y observar las expresiones y los gestos de sus anfitriones, es el más observador de los tres y sabrá inmediatamente si hay algo extraño en ellos y si deben tomar alguna que otra decisión para evitar conflictos con los Deinn.

El rey se mantiene en silencio escuchando todo lo que cuentan, aparte de lo que han escuchado, la información que ellos les aportan le hace cerciorarse de su decisión. Claro que va a ayudar a Olympia, no solo por ella, tampoco únicamente por Peirl, sino por su reino también.

Hace poco escuchó reportes de soldados de Peirl infiltrados en su territorio, lo que le llevó a sospechar sobre una futura guerra entre ambos reinos provocada por el rey Eitan.

- Tenemos a muchos de los aldeanos de nuestra parte – explica Alexander mirando ansioso al rey, él no sabe que ya está tomada la decisión sobre ayudarlos. Olympia desconfiada, no les dio falsas esperanzas a sus amigos – sabemos que quizá no salga rentable para vuestro reino, pero si Olympia asciende al trono os aseguramos que os ayudaremos con vuestro reino vecino.

- He considerado la dificultad que conlleva llevar a cabo todo esto que estamos hablando – interrumpe Olympia sonando más seria que mientras explicaba el problema. Tanto su postura como su tono de voz ha cambiado drásticamente – el ejercito de Peirl es uno de lo más preparados que existe en estos momentos, puede hacer frente al vuestro si Eitan se lo ordena, por ello considero que desde ahora me aseguréis que confiáis en mi para mi siguiente movimiento.

Alexander mira confuso a su amiga y Daymon se incorpora para mirarla con su ceño fruncido.

Ninguno ha sido informado sobre los nuevos planes de la castaña y eso les sorprende, siempre han sido los primeros en saber cuándo ella ideaba algo. No son solo amigos, son sus consejeros y sus mayores aliados, ninguno comprende en que parte del camino lo olvidó.

Intrigado Rune junta sus manos y se inclina hacía la mesa, sus ojos mirando fijamente cada expresión de Olympia, tratando de analizar su siguiente movimiento y si ese movimiento puede perjudicar el acuerdo que quiere hacer.

- ¿Qué nos demuestra que podemos confiar en usted, princesa? – cuestiona inseguro la mano derecha de Rune.

- Os doy mi palabra – dictamina.

Para alguien que le da tanta importancia a la lealtad, como ella hace, el dar su palabra es el mayor acto de lealtad que puede brindarles en ese momento. Si ella da su palabra, es porque jamás se le pasará por la mente hacer lo contrario, nunca rompería su palabra.

Eso Rune lo sabe.

La conoce desde hace dos días y le resulta aún bastante difícil diferenciar como es realmente la princesa, esos cambios de humor muy bien pensados, su forma de pasar de alguien tierno y adorable a alguien imponente y maduro. Pero hay algo de lo que si se ha dado cuenta es sobre su importancia a la lealtad y su rechazo a la traición, se lo ha dado a entender en innumerables conversaciones que han mantenido, las que ha podido escuchar con sus amigos y lo que puede entender entre líneas cuando habla.

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