35. Dos Idiotas

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El hecho de amar a una persona no quiere decir que estemos de acuerdo con muchas cosas, el hecho de amar a una persona no justifica el hecho de apoyar ni aceptar ciertos comportamientos.

Estaba consciente, sabía que Steve me amaba, solo que últimamente gracias a sus comportamientos, sentía que James Barnes era lo que más le importaba, si no es que lo único...

Bien... yo era su novia y sabía que Barnes era su amigo de toda la vida, sabía que se trataba de dos extremos distintos y que de cierta manera no se podían comparar, pero aun así, esto no evitaba que yo me sintiera como si fuese un segundo lugar en la vida de Steve.

Me dolían sus palabras, y mucho más, la forma en que las dijo, sin siquiera pensar ni valorar lo que yo estaba haciendo por él. Simplemente, no comprendía por qué se comportaba de esa forma y precisamente solo conmigo.

Lo cierto era que esto me ponía más triste, puesto que no me gustaba para nada que él y yo discutiéramos, mucho menos verlo mirarme como lo hizo cuando le dije lo que originó toda nuestra discusión; aunque la cuestión era que en esta ocasión yo no quería disculparme con él, no porque no me hubiese equivocado al decir ciertas cosas, sino porque deseaba que Steve comprendiera que él también había estado mal respecto a ciertos puntos.

Además, mi orgullo no deseaba ser rebajado esta vez.

¿Estaba bien? ¿Estaba mal? ¿Era imparcial...?

Fuese como fuese, ahora no lo podía razonar.

No evité preguntarme qué estaría pensando él sobre nuestra discusión. Si estaría pensando también en lo que hizo mal, o solamente estaría culpándome a mí, y bueno... suponía que seguía culpándome, pues seguía sin dirigirme la palabra, al igual que yo con él.

Compartíamos habitación y dormíamos en la misma cama, pero no significaba que estuviésemos bien el uno con el otro.

En una actitud como la que él me estaba dando, me la pasaba fuera del Complejo cuando me era posible, tratando de pensar en algo más; Peggy por ejemplo, por ella era que los últimos días estaba fuera del Complejo, de hecho, solía salir desde temprano y regresaba demasiado tarde de ir a visitarla.

Últimamente, veía a mi madrina demasiado mal, mucho más enferma, gastada, cansada... y claro, esto me angustiaba demasiado, sobre todo, ver cómo algunas veces no pudo siquiera reconocerme. Fue muy difícil, me dolió y me costó bastante trabajo tratar de conservar la compostura en frente de ella, y cuando sí podía reconocerme trataba de sonreírle y alegrarla a ella, pues no quería que me viera vulnerable, ni que ella se pusiese triste tampoco en los pocos momentos en los que recordaba.

Ayer pasé la noche con ella, llegando a varios acuerdos con las enfermeras del asilo, que de cierta manera se convencieron gracias a mi persistencia y a mi gran capacidad de hacer tratos.

Cuando logré convencer a las enfermeras de quedarme con Peggy, le llamé a Natasha para avisar y que así no se preocupara por mí; la verdad, esperaba que Steve llamara siquiera para preguntar por mi madrina, pero no lo hizo, lo cual me decepcionó bastante.

De cualquier forma, dejé de pensar en ello al estar demasiado preocupada por los delirios más frecuentes de la mujer que me crió.

Ahora me dolía muchísimo ver a mi madrina de esta forma, y cómo vinieron a mi mente un montón de cosas sobre mi infancia, cómo desde entonces la vi como un gran ícono y ejemplo y cómo gracias a ella, tuve el valor de atreverme a muchas cosas; es más, gracias a ella, tuve el valor para entrar a SHIELD aún cuando estaba a muy temprana edad.

Ninguna de esas sensaciones de admiración hacia ella habían desaparecido, jamás lo harían, y eso era evidente, pues ella era y siempre sería una mujer excepcional sin importar qué. Nuevamente, como desde que enfermó, volví a pensar en lo rápido que la vida pasaba y también en cómo era que las personas debían terminar así.

Collision [•Steve Rogers•]  (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora