Salgo del trabajo algo tarde. Camino hasta el metro en compañía de un par de compañeros. Junto a mí camina un tipo de mi departamento. No para de hablar con su voz nasal. Es nauseabundo. Es odioso. Quiero que se calle. Necesito no oír más su voz. A su lado va una chica joven de administración. Está buena, muy buena. Todos los tíos de la empresa babean por ella. Son patéticos. Cada vez que abre la boca todos sonríen como gilipollas. Da igual lo que diga. Siempre hay risas. O caras de interés. Algunos incluso se hacen los interesantes y se ponen a hablar con ella. Cambian la voz y la expresión de sus rostros cuando se acerca. Capullos. Cuando se gira todas las miradas se fijan en su culo. Por las noches se follan a sus mujeres pensando en ese culo. Los solteros se masturban imaginando que se la están tirando, que ella grita y gime de placer y dolor. Es su puta fantasía. Son monos amaestrados.
Llegamos al metro. Los tres esperamos en el mismo andén. Viajaremos juntos un par de paradas. Un letrero luminoso indica que faltan 4 minutos para que llegue el siguiente. Ellos dos mantienen una conversación de trabajo. El tío es patético. No para de hacerse el gracioso. Cuando ella no le mira a los ojos, él baja la mirada hasta sus tetas. Creo que se la está imaginando desnuda. Se está excitando. Joder, creo que el muy cretino se está empalmando.
Ella no se entera de nada. No ve lo que veo yo. Nadie sabe mirar con mis ojos. Siguen hablando de estupideces. Jefes. Clientes. Ofertas. Contratos. Estoy a punto de vomitar en sus caras. De repente recuerdo a la dependienta de la tienda de flores. Me despido. Salgo del metro y les dejo solos. Con un poco de suerte ese tío patético se la tirará esta noche. O no. Me da igual. Voy hasta la tienda en taxi. Allí está ella, a punto de cerrar. Entro. Me mira. Está sola. Cierra la puerta detrás de mí y cuelga un cartel que indica que el local está cerrado. Baja una puerta de seguridad. Saldremos por detrás, me dice. Nos dirigimos hacia la puerta trasera. Ella va delante. Yo la agarro por la cintura. Empiezo a rozarla. Se detiene cerca del mostrador. Roza suavemente su culo contra mi pene. Estoy excitado. Subo su falda. Empiezo a masturbarla. Gime. Ella se gira. Nos besamos. Sigo acariciando su coño con mis dedos. Me baja el pantalón y empieza a acariciarme. Tiene la falda subida así que lo tengo fácil. Aparto su ropa interior y comenzamos a hacerlo. Sin preservativo. Sin seguridad. Mierda, pienso. No puedo hacer esto así. La saco. Se queda quieta. Tomo la píldora, me dice. Aún así me pongo uno. Está de acuerdo.
Lo hacemos. Sexo. Más sexo. Pasión. Ella se va a correr. Está gritando de placer. Está teniendo un orgasmo ahí mismo, sobre el mostrador. Está en otro mundo. Todo sucede en segundos. Nos vamos a correr juntos. Mientras los dos gritamos veo unas tijeras cerca. Las recojo. Ella está en pleno éxtasis sexual. Clavo las tijeras en su espalda. Creo que aún no se ha dado cuenta. Follo tan bien que no sabe que la estoy matando. Aprieto con mi polla. También aprieto más con las tijeras. Sigo clavándolas. Me mira. La aprieto contra mí. Tengo un orgasmo mientras ella comienza el lento proceso de poner fin a su vida. El mejor polvo en mucho tiempo. He terminado y ella también. Está pálida. La cabeza inclinada hacia atrás. El forense dirá que ha muerto apuñalada. Yo sé que la he matado de amor. Soy un romántico.
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Diario de un Psicópata
Mystery / ThrillerUna pequeña trama de un psicopata para lograr un mundo mejor