Capítulo I

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El llanto de una pequeña voz conocida se apodera de mi atención por completo. Coloco el paño con el cual estaba terminando de secar la vajilla para encaminarme a la primera habitación del pasillo.

Un pequeño cuerpesito se sacude producto del llanto, al igual que sus sollozos quedan opacados por las sábanas. Verle de esta manera se resquebraja una parte en mi interior. Por ello, no dudo ni un segundo en colocarme a su lado.

— ¿Qué sucede cariño? —
Tomo un par de cabellos que se cuelan en su frente para observar el pequeño rostro congestionado por el llanto.

— Los, los niños de la clase se burlan de mi por ser morenito. — Sorbe un poco las lágrimas para luego continuar. — Me llaman negro adoptado. —

Le tomo en un abrazo profundo. — Tranquilo tesoro. — me separo de él para verle directamente a ese par de esmeraldas idénticos a los de su padre que lleva por ojos. — Creo que hemos tenido esta conversación anteriormente Nick. —

— Lo sé mamá, pero esos niños igual me molestan y no dejo de sentirme mal. —

— Esos niños no saben lo que hacen, aún no alcanzan la madurez que tienes tu cariño. Así que no te sientas tan mal por ellos, con el tiempo se darán cuenta que están obrando mal. — Limpié sus mejías sonrosadas del resto de lágrimas que aún se aferraban en no derramarse por completo.

Bajó la mirada por unos segundos para juguetear con sus pequeños deditos.
Le miré expectante puesto que tenía algo que decirme y se le estaba complicando la tarea. — Puedes decirme lo que está incomodándote Nick. — Paso mi mano por sus suaves cabellos ondulados para transmitirle seguridad.

— Tuve ganas de poner mi puñito en la boca de Dante. — Me observa expectante. — También en Travis. — Termina con un susurro. — Pero no lo hice mami. Sabía que te sentirías apenada por eso. —  Defendió su posición antes de que yo dijese algo al respecto.

Le dedique una amplia sonrisa. — Sabes lo orgullosa que estoy de ti cariño. — Un brillo apareció de inmediato en sus pupilas para luego mostrarme toda su dentadura.

— Comprendo que desearas colocar tu puñito en el rostro de esos niños malcriados, pero recuerdo haberte enseñado que esas acciones son malas y más para un pequeñin tan inteligente como tú. —

Sonrió plenamente para luego salir de la cama.  — Tomaré mi ducha con pato donald para que luego me leas un cuento mamá. —

El viejo Nick regresó, puesto que su actitud independiente se hizo notar al dirigirse a su comoda y elegir su pijama de ositos. Cualquiera que le viese pensaría que es algún niño de seis, cuando apenas su cumpleaños número cuatro ha sido el mes pasado.

                  ~~~

— Como recompensa por su comportamiento, el hada decidió convertir a Pinocho en un niño de carne y hueso. A partir de aquél día, Pinocho y Gepetto fueron muy felices como padre e hijo. Fin — Cerré el libro de pinocho y lo coloqué en la mesita de noche.

— Mamá, ¿Tú me hiciste al igual que hicieron a pincho? — Su mirada de tristeza se colaba entre la suave luz que iluminaba  la laparita de noche.

Sabía el por qué estaba preguntándome y es que por su cabecilla pasan miles de preguntas al respecto del por qué yo soy blanca a más no poder y él un moreno trigueño.

— Sabes bien que científicamente no podría ser Nick, así que no me hagas preguntas capciosas. — Me pongo en pies para darle su beso de buenas noches e irme a trabajar.

— ¿Entonces vas a explicarme el porqué no me parezco en nada a ti? —

Dejo salir un largo suspiro para luego verle sonriente. — Cuando cumplas veinte podré explicártelo. —

— Pero ¡mamá! — Pone un puchero digno de ser fotografiado.

— Pero nada cariño, debes aprender a ser paciente. Recuerda que es una virtud que no todos pueden cultivarla. — Me giro para salir de la habitación.

— Pues yo no la quiero. Quiero saber por qué no eres mi verdadera mamá. —

Me detuve antes de cerrar la puerta a mi espalda. — Yo soy tú mamá Nick, y eso debe ser más que suficiente para ti. — Le dediqué una última mirada antes de cerrar la puerta.

— Al parecer aún sigue aferrado en su búsqueda de la verdad. —

El comentario de Lilibeth me sobre saltó un poco. Me giré y le vi de pies junto al umbral de la sala.
— Tiene que aprender a respetar la decisión de que aún no es momento de explicaciones. —

— Si no es mucha intromisión. ¿Por qué aún no le cuenta la verdad? Se nota que Nick es un niño muy inteligente. —

Avance hacia mi habitación. No quería que me tomase la tarde para llegar a mi trabajo y conversar con Lili acerca de como debería manejar las cosas con Nick es algo que me llevará demasiado tiempo.
— Por lo mismo no quiero exponerlo de pasar en hacer una pregunta a cientos de miles. Aunque en el fondo la que teme soy yo, en tener que responder y remover todo un pasado. —

Recibí un asentimiento por parte de Lilibeth, y sé muy bien que no comparte mi actitud, pero debe respetarla ya que es la única que deseo mantener.

Amargo Espejismo.      Donde viven las historias. Descúbrelo ahora