Capítulo IX

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Puede que haya quedado como una maleducada ante el pobre señor Castañeda. Pero no me importa, lo único que me importa es cerrar la herida que su querido jefe a vuelto abrir en mi pecho hace una hora.

Me dejo caer sobre mis pies sin despegarme de la enorme puerta principal. -si amar es igual que esto, hubiese preferido nunca haber sentido nada.- Hablo al vacío con ganas de que alguien pudiese ayudarme al respecto.
Fijo la mirada en una chimenea artificial que ocupa gran atención en la sala, es hermosa y construida bajo un diseño victoriano.
Me pongo en pies nuevamente y me saco los altos zapatos para caminar en toda la estancia. Acaricio los suaves sofás color beige con sus orillas y detalles en dorado para luego pasar a un salón más pequeño en dónde se encuentran varios cuadros y fotos de lo que aparenta ser la familia de Pierre.

En un extremo del lugar sobre una repisa se encuentra una imagen de él junto a una chica rubia y ojos azules, captando así mi atención por completo y haciendo de esta forma que le tome entre mis manos. Reviso cada detalle de la fotografía y al parecer fue tomada en el atardecer de una playa, ambos sonrientes y abrazados uno del otro.
Si alguien me preguntase si alguna vez habría visto el rostro de la felicidad, sin duda alguna diría que el de ambos en esta foto podrían ser el claro ejemplo de ello. Una punzada extraña de molestia se instalo en mi pecho por la idea de querer ser yo la que estuviese en el lugar de esa chica y no ella. -¿Pero qué tonterías dices Alize?- Sonreí más para mí al saber que nadie podría escucharme ya que el personal del lugar tienen sus casas cerca de la mansión, por ello se marchan siempre a las siete de la tarde. ¿Cómo lo sé? Bueno, fue algo de lo que Lorenzo me comentó mientras me conducían a mi habitación.

— ¿Sueles hablar sola cuando no hay nadie a tu alrededor?—

Di un salto al escuchar la voz de Pierre tras de mi.
— Disculpe. — Coloqué rápidamente la foto en su sitio para luego girarme y tratar de salir de ese lugar. Es obvio que no es permitido que todas las personas entren en el.

Su actitud desenfadada me sorprendió de una manera colosal. Su rostro de palo por fin estaba relajado y una pequeña línea se dibujaba en sus labios como muestra de sonrisa al ver el susto que me ha dado y la acitud asustadiza que tomado al ser descubierta husmeando donde no debía.

— ¿Piensa irse a la cama tan pronto señorita Alize? — Interrumpe mi paso ligero al haber pasado por su lado.

Me detuve en la sala principal para girar y verle. — Yo... No tenía intención en husmear. Yo, vi que estaba abierto así que la curiosidad me ganó. — Me excuso entre rápido y apenada con mis zapatos en la mano derecha.

— ¿Siempre suele contestar a lo que se le cuestiona con una respuesta que no tiene nada que ver?— Habla de nuevo mientras se acerca lentamente y toma asiento frente a mi.

— ¿Y usted siempre suele conversar solo con interrogativas?—  Regreso un poco de lo que me da.

— Ahí tenemos. — Me señala un tanto divertido. — Me responde con algo a lo que no le he cuestionado. — Sonríe abiertamente y al verlo solo pude sentir un hormigueo en mi bajo vientre.

— Bueno yo, a lo que refiere en su primer pregunta. Si, suelo hablar cuando estoy sola. — Llevo una mano inocentemente a mi cabello. — Igual que todas las personas en el mundo. — Me defiendo al final.

— Buena defensa señorita Alize. — Asiente como si lo que había dicho era suficiente para no profundizar en el tema.  Aunque no voy a negar que no he pasado por alto el detalle que me ha vuelto a llamar por mi nombre. ¿Qué diablos sucede con este hombre?.

— Y, a lo que respecta a su segundo cuestionamiento... Si, ya me iba a la cama. De igual forma en algunas  ocasiones suelo responder a una pregunta con algo que no tiene nada que ver. Me gusta dejar mi punto de vista claro ante las otras personas. —

— Pues, eso no habla bien de sus modales, jovecita. — Sonríe divertido al ver mi gesto de disgusto tras escucharle su mote de jovencita.

— Pues eso va en dependencia de la persona con quien me encuentre. — Regreso sin medir mis palabras o consecuencias. — Es más. — Camino unos pasos para colocarme lo más cerca de él. — ¿Por qué ha venido si tenía una fiesta importante en su empresa?¿Por qué está siendo amable con migo si es más que lógico que me odia? — Le miro fijamente a los ojos sin miedo ni temor alguno.

Este se pone en pies y al hacerlo me saca cabeza y media en el transcurso.  — He dejado la celebración más importante de la empresa atrás por la simple y sencilla razón que no me sentía bien con migo mismo al dejarte a como lo hice después de soltar esas palabras hirientes.— Se relamió los labios y se acercó un poco más a mi rostro para continuar. — ¿Por qué estoy siendo amable con tigo? Porque he sido un idiota que he descargado la ira de mi pasado, ira que no mereces pagar. Además, que Densel me ha convencido en venir a pedirte una disculpa. — Concluye a unos escasos centímetros de mi rostro con sus par de soles quemando cada célula de mi ser. Mi piel estaba ardiendo de deseo por él, mi cuerpo sufriría una crisis si sus labios no besan los míos. Y me odiaba, me odiaba internamente por ser tan débil ante un hombre que me ha rechazado más de una vez.

— Yo... Yo... — No podía mencionar nada, mi mente estaba en blanco y sólo era consciente de que mis piernas eran gelatina pura.

— Solo dime que me disculpas por ser todo un idiota con tigo. — Me pide mientras me toma por mi nuca para pegar su frente con la mía. — Es solo que este deseo que siento  y saber tus orígenes, saber quien eres y qué haces me atormenta y me trae malos recuerdos que terminas pagando tú. — Respira profundamente sobre mis cabellos mientras deposita un beso en ellos.

Trato de respirar pero no puedo, tanto elixir de Pierre Lombardi me tiene vuelta loca y solo ha bastado que se acercase a mi para sacarme de control. — Be, Besame. — Termino pidiendo entre suspiros mientras conecto mis ojos con los suyos.

Toma mi rostro entre sus manos para grabarse en su memoria cada detalle de mis facciones terminando en mis labios. Besa mi frente para luego besar mi nariz y tomarme en un fuerte abrazo.

— Lo siento Alize, pero no puedo. — Susurra cerca de mi oído mientras me tiene aprisionada entre sus fuertes brazos y su pecho de acero. — No puedo besarte. No ahora. — Concluye para luego soltarme de su agarre y salir de la sala a paso ligero.

— ¿Por qué?— Le pregunto en una voz muy alta para una dama. — ¿Por qué te es tan difícil aceptar que tu también deseas estar con migo?— Una lágrima corre por mi mejía y por ello decido no girarme para verle. No quería que viera el estado en que estaba dejándome.

— Porque en realidad yo nunca te he dado a entender que en verdad lo haga.—

Solté por inercia de la gravedad el par de zapatos altos que tenía en mi mano. Mi cuerpo pesaba como una tonelada y es que como es posible que le traten de esta manera a uno. Que jueguen con lo sentimientos de alguien de esta forma. Esto debería ser ilegal y penalizado con cárcel.

¿Por qué lo que construye con una caricia lo destruye con una palabra?.  Y yo, aquí convertida en su plastilina con la cual juega en moldear a su gusto.

Amargo Espejismo.      Donde viven las historias. Descúbrelo ahora