Capítulo XIV

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— Deja de comportarte como un niño. — Regaño a Leo después de haberse alejado de mi toque con el algodón y el agua oxigenada. — Puedo asegurar que dolía más cuando te hiciste estas heridas que ahora que me encuentro curandote. — Doy unos cuantos toques más en la cortada de su ceja.

— Bueno. — Inhala y exhala fuertemente de una forma dramática. — En mi defensa, cuando me las hice la ira estaba en mis dominios y no me hacía sentir dolor alguno. — Justifica mientras me observa detalladamente todos mis movimientos cuando desecho el algodón en la papelera del baño.

Lavo mis manos y tomo una toalla para secarme y volver a encararle. — Ahora sabes que la ira no deja buenos resultados. — Mi voz sale un poco menos acusadora para dar un aire más reconfortante.

Se pone en píes ya que se encontraba sentado cómodamente en el váter para acercarse a mi y tomarme por el mentón.
— ¿Te han dicho que eres luz en medio de la oscuridad?— Sus ojos brillan como luciérnagas en medio de un campo abierto mientras analiza mis facciones.

— Bueno, una vez.. — Mis palabras quedaron opacadas por sus tibios labios que se posaron castamente en mi boca.

No era un beso abrazador como los de antes, ni de admiración como los de esta mañana. Este era más como una forma de expresar el cariño que siente por mi. Es un beso de promesas. De prometer un sentimiento que aún no es momento para ser revelado.

Abro mis ojos lentamente en el instante en que separa sus labios de los míos, encontrándome con su mirada de escrutinio que me lleva a sentir emociones que jamás creí experimentar.

Pierre es el agua de mi sed, el fuego de mi frialdad. Pero Leonardo, Leo provoca ese sentimiento de paz y conford que no logro sentir cuando estoy con Pierre. Mientras uno es la desesperación de mi corazón y actividad arterial, el otro es armonía y seguridad dentro mi cuerpo y sentimientos.
Jamás llegué a imaginar que podría sentir algo igual con solo un par de miradas y momentos juntos, creí que el amor se cultivaba mediante el tiempo y el trato; Que era aquello a lo que las personas se acostumbran cuando se conocen plenamente. Pero me he equivocado, y no sé si yo seré quien esté errando o me encuentre dañada en el tema del amor. Por ende, lo que he llegado a sentir por Pierre y Leonardo traspasan las fronteras que cualquier cotidianidad pudiera cultivar.

— Un penique por lo que esté pasando por esa cabecita. — Su perfecta sonrisa me regresa al presente para darme cuenta que me he quedado como una boba viéndole a la cara.

— Yo... Solo pensaba en lo mucho que me gustan tus besos. — Siento arder mis mejías al terminar de decir lo que he soltado. Sonaba mejor en mi cabeza que decirlo en voz alta.

Coloca un mechón de cabello tras mi oreja para luego soltar una suave sonrisa sin mostrar sus perfectos dientes.  — Me alegra saberlo muñeca. —  Deposita un beso en mi frente para luego aspirar sobre mi cabello. — Jamás me cansaré de respirar tu aroma.—

Salimos del cuarto de baño para luego entrar en una habitación del mismo pasillo.

— Esta será tu habitación. — Me informa mientras se lleva las manos dentro de los bolsillos delanteros de sus vaqueros. — ahh la mía es esa de enfrente. — Señala otra puerta que se encuentra a sus espaldas. — Si necesitas algo solo llámame. — Sonríe un tanto nervioso para luego girarse y entrar en su habitación.

En cambio yo me he quedado como una estatua admirando cada movimiento que hizo y lo reconfortante que me siento al estar en este sitio.
Entro en la habitación y a como ya lo suponía no tiene nada que envidiar a la recámara que utilizo en la mansión de Pierre.
Recordar a ese idiota reduce la tranquilidad que sentía momentos atrás, así que suspiro mientras tomo asiento en la enorme cama y clavo la mirada en un punto fijo.
Lo más seguro es que Densel o alguna de las arpías de Margot o Sofía ya debieron haber informado a Patrick sobre todo lo sucedido. Así que no quiero ni imaginar lo que tenga pensado hacer con migo al regresar a París. Me pongo en pies y me dirijo a un teléfono que se encuentra en la mesa de noche.

— Quien quiera que sea esté llamando a esta hora espero que sea algo importante. — La voz adormilada de Camile me hace sonreír un poco.

— Soy yo —

— ¡Alize! ¿Sucedio algo? — El cambio de tono a uno asustado me hizo responderle de inmediato.

— No, no, yo estoy bien. — Sonrío — ¿Estás en la casa?—

— Claro, te prometí que me quedaría para cuidar de Nick junto a Lilibeth. — Hace una pausa mientras escucho donde está moviéndose del lugar. — Dime que sucede Alize, estás asustandome.—

Respiro y exhalo fuertemente. — He discutido con el grupo de idiotas, igual conocí a un primo de Pierre que ha sido mi ángel guardián y por quien... bueno, el asunto es que hace unas horas se fueron a los golpes por mi culpa y estoy en casa de Leo. —

— Dios mío Alize... —

— Pero ellos me dejaron tirada en el club, dos veces. Por eso vine con Leo y sus amigos...—

Me corta la retahíla — ¿Alize en qué infierno te has metido? ¿Estas consciente de lo que pasará si Patrick se entera?.— Su voz seria y de regaño solo hizo que me estremeciera un poco.

— Sí, lo sé. Por eso quería asegurarme que estés con Nick. Que le cuides y protejas de Patrick. —

— Claro que lo haré! Estoy haciéndolo. Además que no permitiré que le haga nada. ¡Jamás! —

— Gracias. — El alivio es notorio mientras menciono estas palabras.

— No tienes por que agradecer Alize. Ahora dime cómo es todo eso de Leo, Pierre, golpes y discusiones. —

— Te llamo mañana —

— Ni se te ocurra dejarme con la preocupación Alize Deully. — Su tono enfadado me causa gracia.

— Ya he abusado demasiado del teléfono de casa. Te llamo mañana. Besos. — Termino y lo coloco en su lugar para luego irme a la cama. Necesitaba descansar además que el dolor producto del golpe me lo pedía a gritos.

Amargo Espejismo.      Donde viven las historias. Descúbrelo ahora