Capítulo: 4

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Después de haber abandonado la oficina, Candy, curiosa, pegó su oído a la puerta para escuchar la conversación de aquellos tres; mas al oír que la novia reclamaba fuertemente algo, emprendió camino por el corredor alcanzando apenas a esconderse detrás de una cuadrada columna blanca donde con rostro mofante, la manzana de la discordia ponía atención a la acalorada discusión de la pareja.

De pronto se hizo el silencio; y al no escuchar más sus voces, creyéndose que aquellos se habían marchado, la guapa mujer salió de su escondite y por lógico ¡la pillaron! Aunque Patty ya la había descubierto antes, por ello el que cesaron su habla indicándole ella a él, de la fisgona que se resguardaba detrás del muro.

Sin embargo, por los gestos furibundos de uno y las lágrimas tontas de la otra, Candy, sin dejar a un lado su sonrisa burlona, retomó su andar; y al pasar a un lado de ellos, le diría a él:

– Sí, sí. También me quieres lo más lejos posible de ella. Ya te entendí.

Por el paso agresivo que Terry dio y por la mano en el brazo que lo detuvo, Candy soltó escandalosa carcajada; y no había dado dos pasos cuando ella se giró para "aconsejarles":

– Y déjense de guerras bobas cuando pueden dedicarse a hacerse el amor –, seguidamente puso su dedo índice en la boca y ¿les mandó un beso para los dos?

Por esa acción, ésta vez fue Patty la que saltó para atacarla; pero Terry la sostuvo y con él se desahogaron:

– ¡Es una descarada de lo peor! ¡No tiene vergüenza ni respeto por tu padre! ¡Deberías hablar con él y exponer su deshonesto comportamiento!

– ¿Y qué conseguiré con eso, Patty?

– ¡Que la eche a la calle! ¡Que de seguro ahí pertenece!

Por la furia que de la carita de su novia se había apoderado, Terry sonrió preguntando:

– ¿Ya no estás enojada conmigo?

– No, aunque debería por haber sido tan obvio delante de mí.

– No entiendo tu actitud, Patty, ya que siempre me has perdonado mis pequeños deslices.

– Ésta vez es diferente, Terry.

– ¿Por qué lo crees así?

– Hay algo en esa mujer que no me gusta –. Debido al silencio y la mirada de él, le novia concluiría: – cuando claro es que a ti te gusta todo de ella.

– ¿Vamos a empezar a discutir otra vez... o seguimos el consejo que aquella nos dio?

– ¡Eres incorregible!

– ¡Y tú, una tontina que tiene nada de qué preocuparse!

– ¿Me lo garantizas?

– Escucha, Patty –, Terry la tomó de los hombros para decirle: – si hemos durado tanto tiempo juntos, es porque no hay otra mujer que verdaderamente me haya interesado hasta este día. Además de que en ninguna de las que he tratado, he encontrado la comprensión, apoyo y ternura que tú siempre me has brindado.

– ¿Y que tal si...?

– Bueno, si eso llegara a pasar... sería parte del trato que tú y yo pactamos, ¿o no?

– Sí; aunque con tantos años a tu lado, ¡no me parece justo!

– ¿Quieres modificarlo?

Ante la amenaza, Patty se alejó un poco de él para observarle:

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