Abrió su casillero y colocó algunos de sus libros dentro al igual que algunas otras cosas con las cuales ya había planeado decorar la puerta de este. Sansa estaba nerviosa y tenía motivos para sentirse así. Las expectativas que recaían sobre sus hombros para ser aceptada por Joffrey y sus amigos eran muchas pero sabía que al final valdría la pena.
Colocó de nuevo el candado y se aseguró de cerrar bien. Esperaba que una de sus materias pudiese compartirlas con él, una sonrisa leve apareció en su rostro mientras caminaba hacia su salón de clase. Nadie iba a arruinarle ese día importante, incluso Sansa se había asegurado de que su hermana no se acercarse a ella por ningún motivo.
Al entrar a su clase, Sansa buscó entre los rostros a aquel que más esperaba encontrar y fue justo al fondo que cruzó su mirada con los ojos azules de Joffrey.
-¡Mi chica!- dijo él alegre mientras retiraba del asiento de a lado su mochila para dejar que ella se sentara.
-¡Que considerado!- pensó Sansa mientras ella ocupaba aquel lugar.
-Estuve pensando en cómo hacer de tu primer día algo memorable.- dijo Joffrey con entusiasmo- Tengo una sorpresa para ti a la 1, justo en la muestra deportiva. Vamos a tener que ser muy puntuales si no queremos perdernos el espectáculo.
Ella solo asintió mientras colocaba un mechón de su cabello detrás de su oreja con delicadeza. Había leído en las revistas de moda muchas formas de aparentar ser más madura y también sobre cómo coquetear. No quería nada más en el mundo que demostrarle a Joffrey que ella podía ser digna de ser algún día parte de la familia Baratheon.
Escucharon la lección aunque en realidad Sansa no estaba prestando tanta atención como debía. Durante toda la hora y media soñó despierta con el día en el cual Joffrey la llevase al baile, fuesen a su primer cita e incluso por unos momentos imaginó cambiando a los protagonistas de la historia del romance de Catelyn y Ned Stark, siendo Sansa quien esperaría a Joffrey mientras él le escribía desde Vietnam después de un largo día de rescatar a los niños inocentes de las aldeas. Para la hija mayor de Ned Stark, todos los soldados y veteranos eran personas honorables quienes habían arriesgado sus vidas no solo por proteger sus hogares, también por salvar a otros de gobiernos corruptos.
Terminó la clase. Joffrey le abrió la puerta a Sansa y ella salió seguida por su pretendiente quien le pasó el brazo por los hombros ¿acaso él estaba haciendo ya oficial que Sansa Stark estaba apartada para él? La pelirroja volteó a ver a las personas en el pasillo y entonces se percató de que un chico alto con una enorme cicatriz en el lado izquierdo del rostro los estaba siguiendo, a su lado había otro joven más corpulento y alto cuya expresión asustaba a todos aquellos que pasaban cerca de la comitiva por los pasillos de la escuela.
-¿Por qué nos siguen?- susurró ella a Joffrey.
-Ellos son mis guardaespaldas, mientras estén con nosotros nadie puede hacernos daño.- respondió con seguridad y acto seguido le dio un beso en la mejilla para intentar calmarla. Sin embargo, ni la respuesta ni la acción apaciguaron la incomodidad de Sansa. Sentía como si los ojos de alguno de ellos se clavasen en su cuello pero prefirió con corroborarlo.
Joffrey tenía razón, en cuanto alguien veía a los cuatro chicos acercarse, el mar de estudiantes parecía despejarse para dejarlos avanzar como si se tratasen de la realeza escolar.
-Nos tienen miedo.- dedujo la pelirroja mientras miraba a algunos estudiantes de la edad de Bran pegándose a la pared como si quisieran convertirse del color de las paredes para no ser golpeados. Por un segundo, la posibilidad de decirles a sus hermanos que tuviesen cuidado cruzó su mente.
Llegaron a la siguiente clase de Sansa. Joffrey volvió a darle un besarle el rostro en presencia de las dos moles que los habían cuidado en el camino.
-Perro,- dijo el muchacho, se acercó a ellos el sujeto de la cicatriz en el rostro- asegúrate de que nadie se meta con mi chica.
-Sí.- respondió el joven mientras seguía a Sansa a donde se encontraba su grupo.
-¡Nos veremos después!- dijo Joffrey mientras se cerraba la puerta detrás de Sansa y el Perro. Sonó la alarma.
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Sansa estaba sentada en la penúltima fila del aula de ciencias, tras de ella se encontraba su vigilante quien tenía su vista ocupada con un libro aunque de vez en cuando posaba sus ojos en ella para asegurarse de que nadie la molestara. Por unos minutos, Sansa pensó en escribirle una nota pero descartó la idea, tal vez al Perro no le gustaba hablar. La idea de un perro, un animal de cuatro patas, hablando con ella hizo que se le escapara una risita solo que no tenía con quien compartir el chiste, tal vez era mejor así, después de todo no se trataba de algo tan gracioso.
Aunque era su primer día esperaba al menos tener a alguien con quien hablar al final del día, si bien podría haber intentado llevarse con las otras chicas, ellas no parecían querer acercarsele mientras estuviese siendo cuidada por un sujeto de aspecto tan intimidante. Sansa escuchó al profesor Pycelle seguir hablando sobre neuronas e impulsos eléctricos pero nada de la lección parecía quedarse en su mente. Temía que tal vez nunca tendría amigas a las cuales invitar a pijamadas, dejó salir un pequeño suspiro mientras continuaba intentando escuchar al viejo Pycelle.
Detrás de ella, una mano le extendió una goma de borrar en la cual estaba pegada un papel pequeño. Sansa la desprendió con cuidado y lo desdobló hasta encontrarse con el boceto apresurado de un pajarillo en la rama de un árbol. La chica volteó a ver al Perro pero este de nuevo había escondido su rostro en su libro.
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Preparatoria Westeros (+16)
FanfictionCon la promesa de un nuevo empleo como director en la Preparatoria Westeros, Ned Stark y su familia se mudan de Pennsylvania a California. Robb, Jon, Sansa, Arya, Bran y Rickon tendrán que aprender adaptarse al caótico estilo de vida de Los Ángeles...