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Cuando desperté, ya estábamos cerca a mi casa. Realmente debo tener el sueño pesado, pues son 35 minutos del lugar en el que estábamos a la ciudad y 10 minutos más de camino de la ciudad a mi casa, que es una de las pequeñas cabañas fundadoras de la ciudad, rodeada por nada más que bosque y un gran lago.

Me moví lo menos posible para evitar que Simon notara que ya había despertado.

Al llegar, él estacionó y yo me acomodé en mi asiento. Nos quedamos admirando la casa, y el paisaje que los vidrios permitían ver detrás, es una casa enorme para una sola persona. La había heredado y, la verdad, los sonidos del bosque la volvían mi lugar ideal. Además, solo permanecía "vacía" dos semanas al año: cuando mis estudiantes estaban de vacaciones.

Estaba esperando que él dijera algo, lo que fuese. Pero no lo hizo, simplemente se quedó ahí, en silencio, como si solo esperara que me bajara para poder irse y olvidarse de mí por completo.

Suspiré fuertemente y solté un pesado:

- Gracias

Me bajé del auto y azoté la puerta una vez afuera.

- Abi... Abigail

Me llamó con tono tranquilo, como si supiera que el solo oír mi nombre entonado en su voz me haría volverme y derretirme. En otra ocasión hubiese funcionado, pero no hoy. La noche anterior fui para él un simple juguete sexual sin sentimientos... pero realmente los tengo, y ahora están destrozados; aunque él no tiene por qué saberlo.

- Abi...

Se bajó del auto y se acercó a mí.

- ¿Qué? – levanté la voz y me volví para mirarlo - ¿Qué quieres?

Sonrió levemente mientras apartaba el cabello de mi rostro y lo tomaba entre sus manos. Lo dejé hacerlo, y no lo detuve cuando juntó sus labios con los míos... quería probarlos por última vez, pues en ese instante, las mariposas de mi estómago parecían muertas...

Simon besa bastante bien, como si realmente le hubiese tomado mucho valor el besarte. Como si realmente deseara besarte desde hacía mucho tiempo. Te hacía sentir eso, y podías llegar a creerlo, pero no era cierto... nunca lo era.

Cuando se apartó de mí, sonreía.

- ¿Y crees que ya lo solucionaste?

Dije. Su rostro cambió por completo. Quería decirme algo, o eso parecía, y si así era, no lo hizo. Tampoco podía esperar más de él.

Ya debería haberme acostumbrado.

Me dirigí a la casa, entré, cerré la puerta, tiré los tacones a un lado y me dejé caer deslizándome por la puerta. Realmente no quería, pero fue muy difícil retener esas lágrimas que me sabían a hiel. Sabía por qué dolía tanto. En el fondo lo sabía, pero no quería aceptarlo.

Me había enamorado.

Me había enamorado y había esperado esa noche desde la primera vez que me besó en casa de sus padres cuando teníamos 16.

Incluso así, destrozada, si hubiese tocado a la puerta. Si simplemente hubiese mencionado mi nombre una vez más, quizá le hubiese dado otra oportunidad. Pero oí cómo, en cambio, el motor del auto se encendía y se alejaba rápidamente. Solo quería dormir. Dormir y dormir... quizá para siempre...


A B I G A I LWhere stories live. Discover now