7

207 4 0
                                    

Luego de reponerme, subí a ducharme y ponerme ropa cómoda para hacer aseo. Puse a lavar la ropa, y junto a ella, la camisa de Simon. Bajé, agarré la escoba, barrí toda la casa, luego trapeé, este piso es fácil de limpiar, pero las manchas de cerveza y demás fluidos parecían no querer irse. Para cuando terminé, sentía que mi pie palpitaba de dolor. Me senté frente al televisor y encendí el canal nacional. Eran las 3:45 de la tarde, el señor del clima avisaba que se avecinaba una fuerte tormenta, lo que significaba que la luz podría irse...

Pude haber accionado el funcionamiento de la planta "Green Eyes", la cual funciona con la clorofila de los árboles del bosque, pero decidí que no me molestaría estar a oscuras. Apagué el televisor a las 4:20 y me dirigí a la cocina para prepararme algo de comer, hice un poco de delicioso sándwich de jamón y queso con agua de panela y limón. Lavé los platos al terminar y fui a sacar la ropa de la lavadora.

La mayoría de la ropa era roja y vino-tinto... excepto una prenda, que era rosada, en realidad. La saqué de la lavadora y la examiné mejor. Era la camisa de Simon, ¡Que se supone, debe ser blanca! Mis ojos se abrieron como platos y mi organismo dio paso a la Adrenalina y a la Oxitocina. ¿Saben? Una de las peores consecuencias de haber sido huérfana a los ocho años y vivir sola desde los doce es que no aprendes los suficientes trucos que la abuela le enseñó a tu madre para que ella te los enseñe a ti.

Decidí poner toda la ropa a secar y tratar arreglarla después; igual no esperaba que Simon viviera a reclamar su camisa dentro de, al menos, dos días... A eso de las seis de la tarde el cielo ya se estaba poniendo gris, así que me dispuse a cerrar con llave todas las puertas, ventanas y ventanales de la casa; Cargué por completo el computador y alisté una película de miedo y tres más de Disney para después. Agarré unas cuantas velas del mesón de la cocina y las subí a la habitación. Entré la ropa que ya estaba seca, agarré la camisa de Simon y la llevé conmigo a la planta alta.

Me duché, lavé mi cabello y me puse un bralette y unos cacheteros celestes que hace rato no usaba; bajé nuevamente para sacar el litro de helado de Cookies and Cream que tenía en la nevera, por último, subí y cerré con seguro la puerta de la habitación.

¡Dios santo! A quién se le ocurre ver una película de terror en una noche como estas... La luz se había ido a las 7:00 pm, la lluvia era tan fuerte, que incluso la oía golpear las ventanas con los audífonos puestos y en volumen máximo. Hacía tanto frío que llegué a ponerme la camisa de Simon como bata para dormir. El helado ya se había acabado y tenía mucho miedo de bajar a sacar otro litro... Estaba armándome de valor cuando de repente algo empezó a golpear la puerta de la casa. Mi corazón latía a toda velocidad, trataba de calmarme pensando que, quizá, era una rama de algún árbol que se había caído. Entonces eso golpeó más fuerte y más seguido.

No quería bajar... pero ¿y si era un animal herido? Pegué mi oído en la puerta y traté de oír mejor. La lluvia no permitía que ningún sonido nítido llegara hasta mí. Abrí la puerta llena de pánico y bajé los primeros cinco escalones de las escaleras, entonces oí cómo abrían la puerta de la entrada principal. Subí las escaleras en menos de un segundo y volví a poner seguro a la puerta. Salté sobre la cama, lo cual hizo doler mi pie como el demonio, y me arropé con el cobertor de pies a cabeza. Oí cómo subían las escaleras y se detenían en la puerta. Trataron de abrir, pero no pudieron. Hubo silencio por al menos 10 segundos, segundos en los que tuve la valentía de destapar mi cabeza.

- ¡Abi!

¿Ese era... Simon?


A B I G A I LWhere stories live. Discover now