Capítulo 4 - Playa

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A lo largo del texto habrá un asterisco a la derecha de un palabra. En las notas finales os explico en pocas palabras sobre la palabra. Espero que os guste.

Narra América:

Después de preguntarle a ver si puedo quitarme la venda Maxon me contesta que tengo que esperar (auqnue en el fondo dabía que me iba a responder eso), así que, sin gusto alguno, sigo caminando lenta y prudentemente agarrada a Maxon. Cualquiera que nos vea...

De repente siento como Maxon me agarra de los muslos alzándome y me coge de la espalda y las rodillas para sostenerme. Como yo le llamo, me acaba de coger a modo princesa. Siento su respiración muy cerca y eso me excita. Me acerco con cuidado de no equivocarme de lugar y le planto un largo y profundo beso. Él para de andar para correspondermelo.

- Cariño, sé que amas mis besos - añade al finalizar el beso con tono fantasma sobreactuado, - pero debes entender que sino no puedo andar. ¿Quieres llegar a tu destino?

Eso es lo que me encanta de él. Que la mayoría de las veces aunque no le guste lo que estabas haciendo (aunque, lo admita o no, él sabe a la perfección que ese beso le ha sabido a gloria) te dice todo con un tono tan cariñoso y amable que puedes derretirte entre sus suaves manos.

- Entendido, pero, en ese caso, aléjate un poco de mi, ya sabes... para no tentarme.

Él se ríe de mí y de mi comentario pero acaba aceptando; se aparta un poco de mí. Mucho menos tentador. Gracias...

- Vale, ya estamos. No te quites la venda todavía - me advierte antes de que me adelante. Me posa delicadamente en el suelo y sin avisar comienza a quitarme el vestido levantándolo poco a poco.

- ¿Qué haces? ¿Estás loco? - le suelto medio gritando agarrándome el vestido para que no siga subiéndolo.

- Tranquila, lo tengo todo controlado, querida - dice remarcando la última palabra.

Me da un pico y me quita el vestido. Menos mal que llevo bikini y no ropa interior, sino me habría muerto de vergüenza...

Noto como me vuelve a coger a modo princesa y me da un beso. Comienza a correr conmigo en brazos y de repente y sin esperármelo me aparta la venda de los ojos, me besa lenta, profunda y apasionadamente y luego... ¡todo es agua!

Salgo a la superficie del mar y escupo todo el agua que he tragado.

- Jajajajajaja - se carcajea frente a mí-. ¿Te ha gustado la sorpresa? - continua mofándose.

- ¿Qué haces? ¿Estás tonto? - le grito. Me escurro el pelo y el nudo del bikini en la espalda y empiezo a caminar en dirección a la orilla ignorándole.

Alguien me tira del brazo, me lleva para atrás, me agarra de la cintura y me besa apasionadamente. Yo pongo mis brazos en su cuello y en su pelo mientras nos besamos cada vez más. Salto apoyándome en él y enredo mis piernas en sus caderas. Maxon pone sus manos en mi espalda agarrándome fuertemente. Nos seguimos besando por un largo rato pero entonces pongo en marcha mi plan:

- Amor, ¿me bajas por favor? Me empiezo a cansar de esta postura - le pido dulcemente al separarme de él.

- Claro que sí - me contesta no sin antes robarme otro beso.

Tal y como le he pedido me baja al suelo del mar de nuevo y yo aprovecho su despiste para empujarle y que caiga al agua. A pesar de que a mí el agua me llega casi por las rodillas prefiero estar fuera porque me estoy empezando a congelar. Así que mientras mi querido marido se intenta sacar la arena del pelo yo camino hasta la ropa.

Es entonces cuando me doy cuenta de que todavía no tengo ni idea de dónde estamos. La playa es preciosa. No hay gente, sólo el avión que nos había traído con el piloto y unas azafatas recogiendo todo dentro y unos pocos guardias bastante alejados de nosotros. Las palmeras se mueven al son de la brisa calurosa que recorre el entorno. El mar se escucha como en un sueño mágico. Las olas rompen lejos de la orilla y en la arena hay conchas preciosas de colores que nunca antes he visto.

Después de La Elegida - MaxéricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora