Capítulo 14

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Narra América:

Siento caricias en mis mejillas, en mi frente... por toda mi cara. Ellas son las culpables de que me haya despertado. Bueno, ellas o Maxon.

- Bueno días, mi reina - susurra contra mí a la vez que me abraza y me da un beso.

- Buenos días, cariño.

- ¿Qué tal has dormido?

- Estupendamente, y más contigo aquí a mi lado - respondo sincera y somnolienta.

A veces pienso en cómo me veo por las mañanas. Tampoco es que me importe mucho porque no soy ese tipo de chica a la que le preocupa su aspecto hasta para cuando va a comprar el pan, pero me pregunto si estoy tan bien como está Maxon. A pesar de levantarse con el pelo revuelto está guapo. Yo en cambio no sé cómo estoy y la verdad, me carcome la curiosidad. Tampoco quiero que cuando Maxon vaya a darme un beso por las mañanas se muera del asco por el olor de mi aliento o por mi montón de legañas. No es plan.

Me levanto y voy directa al baño a darme una ducha rápida. No sé qué hora es pero no creo que falte demasiado para el desayuno y prefiero ir con tiempo. Me tiro diez minutos largos bajo el agua caliente y al salir veo que Maxon sigue en la cama.

- ¡Maxon! - exclamo nerviosa. - ¡Levántate! Tenemos que ir a desayunar, tengo hambre.

Él parece no inmutarse y no se mueve del sitio.

- ¡Maxon!

Él sonríe divertido y me mira alzando la cabeza. Después niega con ella unas cuantas veces, mostrándome que toda esta situación le causa mucha gracia. Gracia que yo, sinceramente, no veo.

- Querida, si tienes hambre tendrás que esperar una hora todavía. Son la una y media del mediodía, en una hora está la comida. Relájate - responde tranquilo sin mover un dedo de la cama.

- ¡¿Qué?! ¿La una y media? Dios mío, ¿qué van a pensar los reyes al ver que no hemos asistido al desayuno? Seguro que piensan mal sobre nosotros, que no nos vuelven a invitar, tampoco es que eso me haga mucho ilusión, pero bueno... y seguro que ya no nos ven da la misma humilde forma que nos veían antes, Maxon. Vamos a ser el hazmerreír de todo el palacio - suelto tan rápido que casi ni yo entiendo lo que digo.

- Hey, relájate. Cuando has ido al baño he avisado a un guardia de que les informara de que no habíamos asistido al desayuno porque nuestra alarma no había sonado. Está todo controlado y no hay nada de lo que preocuparse, ¿sí?

Al escucharlo suspiro aliviada de que los reyes sigan teniendo la misma opinión sobre nosotros. Tampoco es que fuera algo muy relevante para mí pero sé que conocen bastante a Maxon y supongo que él no querría que ellos pensaran mal de nosotros.

- Menos mal. Gracias.

Hace un gesto diciendo que no tiene importancia y después me sonríe a la vez que abre los brazos invitándome a ir a su lado. Sé que si hago eso no llegaremos a la comida así que me pongo mi ropa con su mirada fija en mí y sus quejas de que soy una aguafiestas. Al terminar de vestirme recojo todos las cosas que he usado en el baño que son mías y las guardo ordenadamente en la maleta.

Al final, entre risas, besos y abrazos llega la hora de la comida. Nos dirigimos cogidos de la mano al comedor sabiendo lo que está por llegar. Otra comida incómoda más que añadir a nuestra lista.

Pero, a decir verdad, me alegro de que hayan servido poca comida porque así hemos podido salir antes de allí. Pero, cómo no, nada puede salir bien.

- Maxon - lo llama Daphne al salir del comedor, cuando nos dirigimos a los jardines para dar un paseo -, ¿por qué no hacemos ahora nuestro paseo?

Juro por mi padre que la estrangulo. ¿En serio? ¿Ahora? ¿No ves que es nuestra luna de miel y que queremos estar solos?

《Cálmate. No merece la pena estar celosa. Maxon te ama.》

Maxon me ama. Los celos son absurdos y debo calmarme.

- Pues... justo ahora íbamos a decidir qué hacer durante nuestra estancia en Francia cuando no estemos en palacio. El chófer me ha pedido que le informe de ello cuanto antes y no quiero ocasionarle problemas - miente Maxon.

Eso no es verdad. El chófer no nos ha dicho nada de eso y, además, ahora simplemente íbamos a pensar qué ponernos para la fiesta de esta noche. Pero me alegro de que él no quiera salir con Daphne. Ahora ne he tomado mucho peor lo de la salida de lo que me lo tomé ayer. No tengo ni idea de por qué, pero así ha sido, y me alivia el hecho de que no me vaya a quedar sola ahora.

- Bueno, eso lo podéis decidir cuando terminemos de charlar y pasear. Ya dijimos que no sería demasiado tiempo - insiste Daphne. No se da por vencida.

- Es que luego tenemos que prepararnos para la fiesta.

- ¿Desde cuándo Maxon se tira más de quince minutos para prepararse para algo?

- Desde que estoy casado y enamorado. Ahora tengo que intentar ir a juego con mi esposa.

- Ese es el problema: tu esposa. Tu estúpida esposa América. ¿Qué te ha hecho, Maxon? Ya no eres el mismo de antes - espeta con furia.

Está muy furiosa, pero no voy a dejar que hable mal de mí. Y menos delante de mis narices. Aunque no puedo negar que estoy muy contenta de que Maxon haya dado la cara por mí, pero ahora no le voy a dejar hablar siquiera.

- Oye, bonita, tengo varias cositas que decirte - le digo cuando doy un paso hacia delante quedando por delante de Maxon -. En primer lugar, que te relajes. Olvidas que somos reyes y nuestro cargo es más importante y valioso que el tuyo. Segundo, que no hables de mi como si yo no estuviera. Yo no te he faltado al respeto nunca así que no me parece bien que me lo faltes tú a mí ahora. Y tercero, ¿sabes lo que le he hecho? - le pregunto con gesto vacilón -. Enamorarlo. Y, dicho esto, que pases un buen día, querida. - Le cojo de la mano a Maxon y dejo plantada a Daphne con cara de indignada en medio del pasillo.

Me alegro de haberla dejado así; sin palabras. Me ha dado más fuerza de la que tengo y me he demostrado a mí misma que puedo con todo y más.

- Vaya, cariño, eso ha sido increíble - me halaga Maxon mientras caminamos hacia su habitación.

- Gracias - le digo sonrojándome.

- Oh, vamos, no te camufles en tu pelo - bromea y yo me río de la estúpida broma que, aunque quieras o no, tiene su gracia -. Si lo que te preocupa es si me ha gustado o no tranquila porque me ha flipado. Y además me has puesto un poco... ya sabes...

- ¿Cachondo? - le pregunto con una ceja alzada.

Él asiente con una sonrisilla pervertida en la boca.

Ay Dios mío, ¿cuándo dejará de ser tan pervertido?

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Holaaa!! ¿Qué? ¿Os lo esperábais o no? Seguro que no, como siempre tardo siglos en actualizar... ajajjajaj...

Bueno, parece que Daphne ha explotado frente a nuestra parejita favorita y América le ha plantado cara como nadie. ¿Creéis que la pelea acaba aquí? Os leo!!!

Besosss!!!

Noe ❤



Después de La Elegida - MaxéricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora