Capítulo 2 - Adiós, Illéa

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Narra América:

Estoy bastante cansada, hay que admitirlo pero no me importa demasiado. Ayer sabía lo que me esperaba cuando Maxon me quitó el vestido. Los dos sabíamos que al día siguiente íbamos a estar muertos de sueño pero aún así seguimos con el plan.

Solo recuerdo besos, caricias y buenos momentos de ayer mientras el agua cae desde la alcachofa de ducha. No hay nada como ducharse por las mañanas para despejarse y estar bien despierto. Creo que no se compara con demasiadas cosas. Maxon ya se ha duchado antes, mientras yo dormía.

Salgo de la ducha y me pongo el albornoz y una toalla a modo de turbante en la cabeza para no ir dejando mi rastro con agua por la habitación. Cierro la puerta del baño al salir y veo a Maxon ya vestido. Se ve que ha salido al balcón y parece bastante tranquilo. Aprovecho el momento y me visto con ropa ligera tal y como él me dijo al despertarme. Aún se niega a contarme adónde nos vamos de luna de miel, pero por la ropa sospecho que a un lugar cálido. Me termino de vestir rápidamente y me cepillo el pelo. El bikini no se nota mucho con el vestido pero al ser blanco algo sí que se transparenta, sobre todo la parte de arriba.

Me he puesto el bikini por si vamos a playas porque me dijo que lo metiera en la maleta cuando la hiciera con Mary. Si cuando llegaramos estábamos en la playa quería meterme al agua y aprovechar bien el momento. En total llevo 4 bikinis y bañadores pero uno lo quiero llevar puesto. Él hace sorpresas y yo también.

Me hago una coleta alta y luego una trenza con ella. Me aplico algo de sombra de ojos color carne, un poco de máscara de pestañas y por último un labial rojo. Va a conjunto con el bikini que llevo puesto porque este es blanco, negro y rojo, pero me lo pongo porque a Maxon le encanta ese color de labios y me gusta provocarle.

Cuando estoy lista salgo a la terraza sigilosamente y le tapo los ojos a Maxon con las manos de manera juguetona.

- ¡Ey! ¿Qué haces, amor mío? - me dic3 con una sonrisita en los labios. Yo ni le contesto-. Eo, ¿hablo solo acaso? Cariño, ¿podrías soltarme? Sino será peor y lo sabes - yo no me muevo de mi sitio y me aguanto la risa. Sé que luego me hará cosquillas o que empezará a darme besos y después se apartará dejándome con las ganas, pero me da igual, la verdad.

Cuando me tranquilizo del ataque de risa que no puedo permitirme él empieza a saltar. Es bastante más alto que yo y si de por sí me cuesta llegarle a los ojos por detrás si salta básicamente no llego a tapárselos. Me tengo que poner a saltar pero está claro que por lógica ya no ejerzo la misma fuerza que antes sobre él. En uno de los saltos se impulsa hacia delante y no llego a agarrarlo. Se gira y nada más verme se queda boquiabierto mientras me recorre el cuerpo con la mirada.

- Wow... - exclama-. Estás increíble, querida - añade segundos antes de empezar a reírse a carcajadas. Yo lo miro de brazos cruzados. No estoy enfadada, de hecho, aunque nunca lo admita, por una parte no me molesta tanto que me llame querida, se podría decir que estoy acostumbrada. Simplemente me gustaría ver qué ocurriría si yo me enfadara. Cómo reaccionaría él. - Oh, vamos no te enfades... - canturrea mientras se acerca a abrazarme.

Entonces recuerdo que me va a hacer cosquillas en cuanto la situación lo permita así que continúo con mi juego de fastidiarle. Se acerca más, se agacha y me intenta dar un beso en los labios pero yo giro la cara en el último momento haciendo que me lo dé en la mejilla. Al separarse pone cara de cachorrito.

- ¿Qué he hecho? ¿Acaso no puedo disfrutar de la mejor mujer del mundo? ¿De sus besos? ¿De sus caricias? ¿De llamarle querida, amor mío, cariño, tesoro...? ¿De despertarme con ella cada día? Oh Dios mío, ¿qué he hecho mal? - se arrodilla en el suelo y juntó las manos como si fuera a orar. Pero su expresión no muestra tristeza, sino que deja ver una sonrisita que va a dejar paso a una carcajada en cuanto no pueda aguantarse más.

Después de La Elegida - MaxéricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora