capítulo xiv

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La pajilla se resbaló de nuestros labios repentinamente, ¡Dios, dios, dios! Nuestros labios se estaban tocando, de verdad, tocándose. No supe que hacer, sólo me quedé congelada con los ojos muy abiertos y mis manos temblaban...creo que sentí su lengua, no, no es cierto, solo me tocaba. Y antes de que pudiera reaccionar Jungkook se apartó como si se le hubiera escapado el alma del cuerpo, pálido y con los ojos demasiado abiertos, ¿era en verdad coreano...?

―Yo... yo... debo irme ―Como si se tratase de una persecución policial, Jungkook huyo tal ladrón olvidando el vaso que tanto quería y los tacos, también su... ¡billetera! Debía ir tras él, no podía irse a casa si no tenía dinero para el autobús o el metro.

Me levanté empujando la silla hacia atrás, asustando a las personas con el ruido que había hecho por mi impulsividad.

―Lo siento...―murmuré, caminando lento, tratando de no llamar la atención demasiado, ¡iba perderlo, diablos! Apenas salí por la puerta corrí y no lo vi en ninguna dirección, era tan de un drama... Suspiré. ¿Por qué él había huido? ¿No le gustó nuestro horrible beso, acaso? Pero eso no fue lo único que llamó mi atención, yo... no había sentido nada cuando nuestros labios se rozaron, literalmente, nada. Bueno, quizás el roce había sido tan pequeño que no llegué a sentir las mariposas de las que hablan cuando besas a tu amor, ¿Verdad?.

Comencé a caminar hacia el paradero de autobuses, sólo quería ir a casa y descansar...el día de hoy había sido tan raro. Descubrí que nunca hablé con mi crush de mis once años y que había hablado con su amigo abuelito-princesa porque quería "cuidarlo". Iba con la cabeza baja tan distraída con mis pensamientos que no me di cuenta de que tropecé con algo y ya estaba en el piso por segunda vez en el día, mis lentes estaban por suerte aun vivos y mis rodillas dolían.

―¡Hyo! Lo siento ―Estaba mareada por el movimiento rápido que hice para no caerme de cara, entonces vi la cara de Jungkook aparecer, espera eran seis ratas. ¿Era la miopía?

―¿Eres un ángel? ¿Estoy en el cielo? Estoy segura que fui lo suficientemente buena para ir al ci—Cerré la boca y me senté en el suelo, acomodando mis lentes. ¡Estaba diciendo estupideces frente a él otra vez! Maldición. Para mi suerte, decidió ignorarlo, apretando los labios en una línea, inclinado hacia mí.

―Te ayudo ―tendió su mano para ayudarme y yo lo acepté. Entonces noté que no me miraba a los ojos y estaba sonrojado.

―¿Cómo me caí? ―pregunté aun confundida por el golpe.

―Yo... estaba sentado en el suelo y te tropezaste con mi pierna...―pasó su mano por su cuello pero sin mirarme. ¿Si estaba sentado aquí afuera significaba que quería que viniera a buscarlo? Mi cerebro colapsó en ese momento.

―¿Tu hermosa pierna está bien? Perdón, digo, que si estás bien. ―corregí. Torpe, torpe, torpe.

―No te preocupes. ―Contestó, parecía tan tenso. ― ¿Por qué saliste a buscarme?

―Huiste sin decirme nada como si hubieras visto un fantasma y dejaste tu billetera y los tacos y tu vaso por el cual lloraste por semanas según tus amigos. ¿Esas son suficientes razones para salir? ―enumeré, sonriéndole.

―Tal vez ―sonrió de lado, recibiendo su billetera y el vaso, pero se sonrojó otra vez cuando hicimos contacto visual. Fruncí un poco el ceño, ¿Acaso recordó nuestro hermoso –horripilante e incómodo- beso? ―Quédatelo si quieres. ―Pero... ¡Era su preciado vaso, con su héroe favorito!

―Pero...

―Me voy ―estaba huyendo otra vez, ¡no dejaré que lo haga!

―Espera ―tomé su mano y lo vi sonrojado hasta las orejas, más que antes incluso. Su mano era muy linda, de largos dedos y piel tersa. No me odien por describirlo, amo mirar las manos de las personas.

crush ; j. jungkook {en edición} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora