Me levanto a las siete y media de la mañana. Desayuno, me lavo los dientes, me ducho y me cambio para ir a la Universidad.
Este es mi tercer año; estudio comunicación audiovisual.
Por lo general, mi vida siempre ha sido bastante tranquila.
Desde niño me enseñaron que debía de estudiar para llegar a ser alguien en la vida. Desde los seis años llevo haciendo lo mismo todas las mañanas: madrugo, desayuno, me lavo los dientes, me ducho... y hago lo que planeo el día anterior.
Vivo feliz mi rutina.
Voy en mi propio coche a la Universidad. Es un mini negro entero con el techo blanco.
Me reuno con Will. Su nombre completo es William, pero si le llamo así seguro que me pega un puñetazo en el hombro...otra vez...
Es un poco más bajito que yo, pelo corto y negro, peinado actual, ojos azules y despreocupado en cuanto a los estudios se tratase. Nos conocimos porque estudiamos lo mismo y vamos a las mismas clases complementarias.
Vemos a un grupo de becarios guiados por una chica de pelo azul oscuro en las raíces y claro en las puntas.
-Míralos. Están tan ilusionados. Creen que esto va a ser fácil. Inocentes. -dice Will.
En eso me doy cuenta de que la chica del pelo azul lleva un megáfono en la mano.
-...Esto es el campus, mis queridos e inocentes becarios. Gracias a nuestro director podemos gozar de increíbles buenorros como los que van por allí-dijo señalándonos a Will y a mí.
-Hay que admitir que tiene buen gusto- susurró William.
Llegamos a nuestra primera clase, que empezó con lo de siempre: una introducción, un breve resumen del temario que vamos a dar en todo el año y como califica el profesor los exámenes y los trabajos.
Los primeros días normalmente hablaban de eso los profesores, ya que a ellos tampoco les apetecía dar clases.
Pasada la primera semana, el director decidió que debían colocarnos de una forma específica en todas las clases.
Al Señor Gonzalez, nuestro profesor de imagen y sonido, le tocó decirnos nuestros respectivos sitios. Éramos pocos en la clase, por lo que no tardaría mucho.
Habían cinco mesas, una detrás de otra.Eran largas y estrechas, colocadas mirando hacia una gran pizarra blanca central.
-En la primera mesa, por favor colóquense: Juan Rodriguez, María Lopez, Teresa Blazquez...-siguió diciendo nombres, seis por cada mesa. No me enteré de las personas a las que nombraba porque dejé de prestarle atención.
Will me dió un codazo despertándome de mi embobamiento-Nos han nombrado. Estámos en la última mesa-susurró.
Fuimos hacía los últimos sitios que quedaban libres. Will me dejó pasar antes que él porque me dijo que a mí me habían nombrado primero. A él le tocaba pasillo.
Coloqué mis cosas en la mesa, dejé mi mochila en el suelo. Giré mi mirada a la izquierda y me encontré a la chica del pelo azul. Me miró y me sonrió. Le devolví la sonrisa y volvimos la mirada en dirección opuesta. Hermosa tímidez.
Pasó la clase y no le presté atención a nada de lo que dijo el profesor. Estuve pensando en su sonrisa, perfecta. Se le formaban dos hoyuelos a los costados de su boca. Sus labios eran finos, teñidos por un rojo pintalabios, muy llamativo para mi gusto.
Van pasando las clases. No nos movemos de nuestros sitios porque ahora son los profesores a los que les toca ir corriendo de un campus a otro. La verdad esque a mí me parece bien. Que sepan lo que es tener que recorrer en un minuto, laberintos de pasillos y de campus.
Un profesor nuevo llegaba tarde, asi que no tardamos nada en empezar todos a hablar.
Me giré para pedirle a Will los apuntes de la primera clase, pero no estaba. Había desaparecido. Se había desinte... Estaba ligando con unas chicas de la segunda mesa.
Que tragedia sería que alguien le tirara un boli "sin querer queriendo", con tan mala suerte de que le diera en la cabeza " sin querer queriendo". ¿No?
Cogí su boli y me dispuse a tirárselo cuando...
-Perdona-alguien llamó golpeando el hombro con una mano con delicadeza. Me giré de inmediato-¿Me dejas un boli?-dijo la chica del pelo azul sonriente.
-Claro- le di el boli de Will-¿Tú no eras la chica del campus?
-En efecto -dijo sonriente. Me miró a los ojos durante un rato. Sus ojos eran de un azul claro que hipnotizaba. Cogió un papel y empezó a escribir números-. Agamos una cosa: en este papel está mi número de teléfono -me lo metió en el estuche- se ve que eres de los que sigue una rutina aburrida -dijo mirando mi agenda en la pantalla de mi móvil- te propongo un juego: nos vamos a ir proponiendo retos,nos llamamos y nos citamos a una hora y en un lugar.-explicó- ¿Te atreves a jugar?
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Hasta que llegaste tú (Pausada)
Teen FictionSergio vive feliz en su rutina. Hasta que conoce a Ángela, la chica del pelo azul, que consigue desiquilibrar toda su vida. -En efecto -dijo sonriente. Me miró a los ojos durante un rato. Sus ojos eran de un azul claro que hipnotizaba. Cogió un pape...