-¡Bajad del coche! -el motero nos apuntaba con una pistola y estaba acompañado de un chico de nuestra edad. Él parecía asustado.
Todos los pelos de mi cuerpo se erizaron al ver que el señor me apuntaba.
-¡He dicho que salgas! ¡¿No me has oído chiflado?! -genial, y aquí vuelve mi super apodo.
Salí con las manos en alto. Will me imitó.
-¡Hey! ¡Tú eres el que nos debes un montón de pasta! -dijo el joven señalando a Will
-S-sí -era la primera vez que escuchaba a Will tartamudear. Normalmente él era bastante seguro de sí mismo- Os la iba a dar hoy, lo juro.
-Bueno, has tardado una semana exacta. Lo siento chico, pero el dinero llega tarde, y nuestros intereses se cobran con sangre. -soltó el anciano- Ya "visitamos" a las personas que viste ese día...
-Sí, empezamos a "visitar" esta mañana. -el joven rió. Antes parecía tímido, pero ahora parece un criminal.
-Tomen -le tiré el fajón de billetes al motero-. Por favor no nos hagan daño
-No les haremos daño -dijo el anciano, el joven pareció querer rechistar pero nada más abrir la boca se calló- Pareces buena gente y me has caído bien. Y tú -señaló a Will con el índice-, no te quiero volver a ver, ¿de acuerdo?
-Sí, si señor. Gracias.
Nos metimos corriendo en el coche. Ésta vez yo conducía. Solo escuchábamos nuestras respiraciones ir muy rápido por la adrenalina del momento.
Llegamos justo a una gasolinera. Llené el depósito y fuimos directo al hospital.
Entramos corriendo. Mientras subimos en ascensor me puse a pensar en lo que habían dicho de que ya habían hecho "visitas".
-Will, hace una semana... Era miercoles, ¿no te encontraste con mi madre en el super?
-Sí, ¿por qué lo preguntas?
Justo se abrió la puerta del ascensor. Reaccioné de inmediato y fuí deprisa a la habitación 122 (el doctor me la dijo cuando llamó). Will me seguía de cerca.
-Sergio, no entiendo por qué corres.
-Llegamos -susurré para mis adentros con voz ronca.
Entramos, había una enfermera tapándole la cara a mi madre con la manta de la cama.
No... Esto no puede estar pasando...
Me llevé las manos a la cara. Me apoyé en la pared hacia la que miraba la cama donde estaba ni madre, y me dejé resbalar a medida de que bajaba lentamente hasta toparme con el suelo. Me tapé la boca.
Esto no puede ser real...
Las lágrimas me impedían ver bien. No podía respirar... Me pesaban los pulmones.
Tiene que ser una pesadilla...
La enfermera preguntó algo, pero la estaba ignorando, seguro que la responde Will. Al rato salió sin decir nada... Creo.
-Sergio, lo siento mucho. La enfermera me ha contado que...
-¡Todo esto ha sido culpa tuya! -le interrumpí. Me miraba asustado. He de reconocer que esta era la primera vez que me mostraba agresivo con alguien.- ¡Ella a muerto por tu culpa! ¡Todo esto es por culpa tuya! -me había levantado, él cada vez parecía más asustado- ¡Ella... No debería haber muerto! ¡Deberías estar tú en su lugar! ¡Vete ahora mismo! ¡No te quiero volver a ver! ¡Largo!
Will me miró, miró a mi madre y se fue en silencio.
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Hasta que llegaste tú (Pausada)
Ficção AdolescenteSergio vive feliz en su rutina. Hasta que conoce a Ángela, la chica del pelo azul, que consigue desiquilibrar toda su vida. -En efecto -dijo sonriente. Me miró a los ojos durante un rato. Sus ojos eran de un azul claro que hipnotizaba. Cogió un pape...