Capítulo 22

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-¿Es necesario que te acompañe? -le pregunté desesperado a Amy- ¿O yo también voy a ir a la boda con un vestido?

Amy se rió. Me encantaba su risa. Era suave y limpia. Era perfecta.

-Tienes que acompañarme porque vas a llevar una corbata a juego con mi vestido -dijo ella mientras ojeaba rápidamente varios vestidos de la gran percha de una tienda.

-Lo único bueno esque vas más rápido que las demás chicas. -dije mirando a otro grupo de chicas que también estaban mirando vestidos, tardando media vida al observar cada vestido.

-Si, yo también me he fijado en ellas. Parece que van a encontrar vestido en Navidades del año que viene -soltó una risita-.

Me quedé mirándola en silencio. Sus hoyuelos, esos que se le formaban al sonreír, eran mi debilidad. Sus ojos, esos que me buscaban a cada momento, eran mi debilidad. Su risa, esa que me permitía seguir viviendo, era mi debilidad.

-¿Qué? -preguntó riéndose al darse cuenta de que la estaba observando.

-Eres... preciosa.

-Y tú eres un idiota.

-TU idiota.

-Si, no me lo recuerdes...

-¿¡Perdona?!

-Perdonado.

-¡Has tenido suerte de que te toque este cuerpo serrano! -grité señalándome.

-Si... Suerte...

-¿¡Pero qué...?! Vas a ver... -mire rápidamente a mi alrededor, y una dependienta cuarentona estaba pasando justo por detrás de mí.- Perdone, ¿usted diría que YO, tengo un cuerpo serrano?

-No-no-no entiendo que quieres que diga, joven -dijo anonadada la señora.

-Sergio, déjalo, la estás asustando. -soltó Amy.

-No Amy. Esto va a quedar zanjado. Señora, qué si usted piensa que estoy, lo que viene a ser... Más bueno que el pan.

-Ehh, no sé que decirte joven.

-Solo tiene que decirlo. Necesito demostrárselo a mi novia. -le señalé a Amy.

-Tu novia si que es guapa.

-¡Oh, venga ya! -exclamé

-Gracias, señora -dijo amablemente Amy-. Sergio, déjalo, no hace falta que me demuestres nada.

-¡No, no, no, no y no! ¡Esto ya es cuestión de orgullo! -me subí al mostrador de la tienda- Perdonen, disculpen la interrupción, amables señoras de la tienda. Que levante la mano quién piense que estoy bueno.

De 15 personas que había en la tienda, 8 chicas levantaron tímidamente la mano.

-Bien, bien. Un poco más de la mitad. Mi orgullo se ha levantado de sus cimientos.

-Sergio, quieres bajar de ahí. He oído a la  dependienta llamar a seguridad. Vámonos antes de que te pase algo.

-Okey. -me bajé y la seguí hacia otra tienda de vestidos.

No sé si fue el destino. No sé si fue un golpe de suerte. Pero lo que si sé, esque alguien debió dejar el vestido perfecto para Amy en aquella percha.

Era maravilloso, como ella. Era alegre, como ella. Estaba destinado para que ella lo usara.

Era la única talla que quedaba. Y el único vestido que quedaba de aquel tipo.

Era su vestido.

Lo pagamos y nos fuimos. No sin antes elegir un cinturón rojo a juego, y unos zapatos.

Hasta que llegaste tú (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora