Capítulo 30

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Camine y camine por varios minutos sin rumbo y en shock hasta llegar a una avenida... No tenía ni idea de en donde estaba.

Vi una banca y me senté allí.

Entonces me di cuenta de lo que había ocurrido.

Brad y yo habíamos discutido hasta tal punto de lastimarnos, con palabras por supuesto... Pero creo yo que esas son las peores heridas.

Tenía muchos mensajes entrando a mi teléfono además de llamadas perdidas.

Brad

—Julie por favor vuelve.

—Aunque no quieras hablarme regresa.

—No me importa solo con verte me alcanza.

Aquellos mensajes me enfadaban más.

"¿Solo con verte te alcanza? Entonces por qué ya no lo hacías" pensé.

Por poco arrojo mi teléfono de la bronca que tenía en mi pecho.

Estaba enfadada... Lo odiaba de verdad lo hacía. Pero a la vez lo amo tanto que me lastima odiarlo.

Desde el momento en que le dije si comenzamos a herirnos, porque esto tenía que terminar muy mal ya estaba destinado.

Mamá

—Cariño no me gusta nada de esto dime dónde estás iré a buscarte y pasaremos lo que nos queda en un hotel... No quiero verte sufrir cariño.

Y esto era lo peor, arruine las tan preciadas vacaciones de mi madre... ¡Bravo Julie!

Conor

—Dime donde estas y paso a buscarte... Para algo están los amigos.

Y alguien en este mundo pudo sacarme una sonrisa.

Me levanté para ver alguna señalización de la calle en la que me encontraba, busqué y busqué para darme cuenta que caminé hasta el local que quedaba cerca de Conor--No el del estudio, el otro por supuesto--Sonreí al ver que el cartel seguía encendido.

Escuche un trueno, una tormenta se aproximaba así que me apure a entrar.

—Hola—Dije al entrar.

—Juls, no creí encontrarte aquí ¿Estás bien? —Dijo soltando su teléfono y acercándose a mí.

Intenté hablar pero no pude, solo lágrimas salieron.

Desate aquel nudo en la garganta que tenía y me largue a llorar en sus brazos.

(...)

—Puedas quedarte el tiempo que quieras—Dijo dándome una taza de chocolate caliente.

—Eres muy buena persona, no quiero aprovecharme de ti.

—Julie... No te aprovechas.

Conor se sentó conmigo.

Vivía en el departamento arriba del local, era pequeño y modesto pero muy acogedor y caliente.

—Puedes dormir en mi cama yo tomo el sofá.

—Ni loca, tú duermes en tu cama... Suficiente que me dejas quedarme.

— ¿Le avisaste a tu madre? —Dijo protector.

—Sí, y me dijo que quería ver si podía adelantar el viaje de regreso... Pero intento convencerla de que no lo haga.

—¿Cuántos días te quedan?

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