Capítulo 2: La estación

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            Capítulo 2: La estación.

Durante la era dorada de la exploración espacial, la nave Extraordinary, capitaneada por Avery H. Grant descubrió el sistema OX115 en unas de sus múltiples expediciones desde la base espacial Solar Odyssey. El tres de agosto de dos mil trescientos cuatro, la Extraordinary aterrizaba en Meabut y, tres meses después, la misma nave continuo su expedición hacia Ariah. Bautizados como «los dos amantes», ambos planetas fueron los primeros en ser descubiertos en compartir orbita prácticamente idéntica, con un porcentaje de error menor al 0.001%. El milagro planetario reside en que sus datos planetarios (masa, diámetro, velocidad orbital...), son idénticos. Este hecho aún desconcierta a muchos expertos que, en su visita a OX115 (bautizado por la capitana Grant como «Ximia»), prefieren dejar el lápiz y el papel para observar a esos dos enamorados que nunca podrán tocarse.

Emma Trillo Donizo, Del planeta azul a la estrella negra.

Paulo se despertó en su habitación, con la pierna vendada. Apenas le dolía estando quieto y le molestaba lo suficientemente poco como para caminar sin problemas. Lo primero que hizo fue pedirle a Alice que le trajese algo de comer y le informase de su posición.

― Nos encontramos a treinta mil kilómetros de la superficie de Ariah ―le informó, con la misma voz de siempre―. Aún no has decidido rumbo.

― Él habló de estos dos planetas, estoy seguro. Si no es el uno, será el otro ―dijo Paulo, recogiendo su zumo de naranja de un pequeño robot que rodaba por el suelo sin, asombrosamente, tirar nada que portaba.

― ¿Meabut, pues? ―preguntó Alice.

― Meabut ―afirmó él―. ¿Tiempo para aterrizaje?

― Cuatrocientas veinte y tres horas, once minutos, trece segundos.

― En días ―gruñó él, observando el zumo.

― Dieciocho, aproximado.

― ¿Y qué voy a hacer dieciocho días? ―protestó después de dar un largo trago.

― ¿Dormir?

― No quiero ver pasar mi vida entre cubitos de hielo ―dijo, desechando la criogenización―. Aunque, ahora que lo dices, si me quedaría un rato más en la cama... ―dijo, bostezando.

― Deberías de descansar. La herida de tu pierna no se ha sanado al completo.

― Me han disparado hace... ¿Cuánto? ¿Diez minutos?

― Once minutos, cuarenta segundos...

― Me voy a dormir ―la interrumpió, dejando el zumo a un lado―. Apaga las luces ―le ordenó a Alice antes de sumirse de nuevo en sus sueños.

Sin embargo, su descanso no duraría mucho; media hora después, Alice tuvo que despertarlo con sonidos agudos y desagradables.

― Estoy recibiendo una señal de socorro, Paulo ―le informó Alice en cuando sus sensores notaron que Paulo estaba consciente.

― ¿Y a mí qué? ―dijo, de mal humor, revolviéndose entre las mantas, sin abrir los ojos del todo.

― Es de una estación. Es de la confederación. Ha sido atacada por Keres ―Paulo abrió los ojos al instante.

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