Capítulo 12: Bode.

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            Capítulo 12: Bode.

― ¡Alice déjate los drones y mándalos a la mierda! ―gritaba Sully, a medio metro de Paulo. Estaba de pie, manejando la nave.

― Señor Sully, le recuerdo que la potencia de los motores está al máximo y haga lo que haga, no va a cambiar en lo más mínimo...

― ¡Arréglalos! ¡Haz lo que sea!

― Bienvenido, señor. Dígale a este primate que vaya a disparar...

― ¡Paulo! ―dijo Sully, tras darse la vuelta.

― ... que parece ser que es lo único que se le da bien ―terminó Alice.

Todo daba vueltas. Un par de arcadas le subieron hasta la garganta, pero se contuvo. A la tercera, giro el torso y vomito a un lado de la silla. Tosió violentamente. A su derecha, Renata también había despertado y también estaba vomitando, golpeándose el pecho. La nave se movía demasiado. Y aunque no lo hubiese hecho, posiblemente también habría vomitado en cualquier lugar. Un robot de limpieza acudió al instante.

― ¿Qué...? ―tosió de nuevo― ¿... pasa?

― Que mientras estabais jugando con los cristales, Tiavos se ha quedado casi inconsciente y hemos aprovechado para moler a palos a los Keres. Pero se despertó hace uno o dos minutos y nos ha pillado con los pantalones bajados.

― Únicamente queda una nave de la confederación y dos de Frank. Nosotros hemos sufrido daños menores. Hemos reducido en un ochenta por ciento el número de Keres, pero Tiavos parece perseguirnos por algún motivo ―le informo Alice.

Una figura blanca apareció en las pantallas...

― Alice... ―susurró Paulo.

― ¿Si, señor? ―contestó.

― No... Alice... ―dijo él.

¿Dónde estaba?

― Bode... ―dijo Renata reincorporándose. Sully se quedó de piedra.

Ella sacudió la cabeza.

¿Dónde estaba?

― Alice, sácanos de aquí, rápido. Bo... Paulo te dijo como actuar, ¿no? Pues demuéstralo ―dijo Sully, cargando primero con Renata. Ella le dio un par de suaves guantazos en la cara.

― No... no me lleves. La nave... estamos en la nave. Puedo mantenerme de pie ―dijo ella, intentando. Sus fuerzas flaquearon un segundo, pero consiguió no caerse―. Ayuda a... Paulo. Esta mucho peor. Yo necesito... las pastillas.

― ¿Las pastillas? ―preguntó Sully, no muy seguro.

― Las bombas, lo que hicimos con Vic y Fer.

― ¡No! ―dijo Paulo. Cabeceaba. Apenas tenía fuerzas como para reincorporarse―. Coger un... cubo. Algo grande y llenadlo de agua. Y meted las bombas ahí. ¡Vamos! ―les ordenó. Ambos le miraron con preocupación―. ¡Sully!

― Si, si ―dijo, yéndose fuera de la sala.

― ¡Renata!

― Bode yo...

― Las bombas, corre. No hay tiempo que perder. Por favor ―le suplicó. Ella lloraba: tenía la cara demasiado blanca. Le recordaba demasiado a él la primera vez que probó el rayo.

Amanecer AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora