Capítulo 8: Tiavos.

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            Capítulo 8: Tiavos.

― ¡Sácanos de aquí! ―gritó Paulo en cuanto las compuertas se abrieron y salió corriendo hacia la cabina del piloto. Renata, Victoria y Fernando lo vieron pasar corriendo. Sully, por su parte, se encaminó hacia el piso de debajo de la nave donde Renata tenía entendido que estaban los cañones manuales.

Ellos tres no sabían muy bien que hacer. Renata siguió a Paulo, preocupada y después, a ella la siguieron Vic y Fer: no se iban a quedar en medio sin saber qué hacer.

― ¿Qué has hecho? ―le preguntó Renata en cuanto alcanzó el puente.

― Destrozar unas instalaciones del gobierno ―dijo él, quitándose el casco semitransparente y tirándolo al suelo. Justo después de pulsar un par de botones, la nave sufrió violentas convulsiones que casi tiraron al trío de científicos al suelo.

― ¿Y eso? ―preguntó Vic, agarrándose a su marido.

Paulo no tuvo que responder. Delante de ellos se situaron cinco drones dorados que les apuntaban con una luz potentísima. Empezaba a anochecer.

― Detengan el vehículo y estaciónenlo cuanto antes... ―les ordenaba una voz proveniente de los drones.

― Cuando quieras, Sully ―dijo Paulo, tras pulsar un botón. Lo siguiente que escucharon fue un cañonazo proveniente de la misma nave y una explosión en algún lugar detrás de ellos. Renata abrió mucho los ojos.

― No me lo puedo creer ―susurró Fer.

Los drones comenzaron a dispararles plasmas azules y amarillos, algunos verdes y violetas. Todos ellos impactaban contra el escudo de energía que ya había levantado Alice dejando unas hondas azules hipnóticas.

― Os sugiero que vayáis buscando un asiento y os agarréis a lo que podáis ―les dijo Paulo―. Va a ser un viaje movidito.

Los tres no tuvieron que escuchar más. Corrieron a buscar algún asiento en el que podían asegurarse no botar por toda la nave si Paulo hacia maniobras evasivas.

― Dos naves de combate y diez drones ―anunció Alice.

― ¿Solo? ―preguntó extrañado Paulo. Otro cañonazo.

― Una nave de combate.

La nave seguía moviéndose violentamente. Los disparos de las naves de combate hacían temblar a toda la nave de Paulo.

― ¿Qué clase de munición es está? ―preguntó Sully, riéndose, por el comunicador―. Solo hay que apuntar y disparar.

― Como se ha hecho toda la vida ―dijo Paulo―. ¿Cómo nos libramos de los drones? Me apetece un poco de tranquilidad.

― Supongo que desplegar los nuestros no es una opción.

― No ―respondió Paulo.

― Entonces lo más fácil será...

― Alejarlos de la base ―dijo Paulo―. Sube la velocidad un cincuenta por ciento, aléjate de la ciudad y mantén la altura.

Diez segundos después, la nave restante de combate quedo inutilizada y unos minutos más tarde, los drones se retiraron.

― Escanea la superficie de la nave en su totalidad. No quiero ningún chip rastreador, ningún orbital ni nada que nos siga a menos de un kilómetro de distancia.

Amanecer AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora