Capítulo XI: Calendario De Horror

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Tan sólo a pocos días de los XV de Romina, la mente de Elliot se enfocaba en prestarle toda la atención al consejo de Noah, y agarrar valor porque después de todo, una mascara puede ayudar, pero es el hombre debajo de ella el que actuará de manera definitiva y dirá lo que se tenga que decir.

Una semana después de la fiesta de ella, le tocaría a él hacer esa transición fuera del mundo infantil y hacía aquel gobernado por la razón, calma y dignidad propia de un adulto hecho y derecho.

—Eli, tu que eres un adolescente o bueno, lo más cercano a esto aquí —Danielle entró en la habitación de su hermano con un cuaderno de apuntes en una mano—, quisiera que me ayudarás con algo: ¿leerías un libro sobre una chica menor de edad que se embaraza de un extraterrestre y debe decidir si lo quiere tener o no? Antes de contestar, deja de lado por un momento si puedes las opiniones pro-vida o pro-elección que puedas poner y enfócate en el drama personal de los personajes.

—¿No lo escribió una mormona con problemas de relaciones, verdad? —Elliot comentó, desde su escritorio, mientras operaba su computadora.

—No, no, para nada: aunque, la autora es Testigo de Jehova, y sus opiniones respecto a una transferencia de energía vital que podría salvar al padre de la protagonista después de ser herido por un arma de materia oscura son muy... controversiales. O al menos así me parecieron.

Elliot suspiró.

—Luego le doy un vistazo Dani, de momento, ando con las manos ocupadas.

—Un catorceañero frente a una pantalla de computadora, solo en su habitación, haciendo referencia a algo manual...

—¡No me estoy masturbando! —Elliot volteó con el rojo dominando sus mejillas.

—¡Oye, tranquilo campeón! Yo estoy aquí para ayudar... aunque... no sepa realmente bien cómo hablar con un varón sobre asuntos de sexo, pero estoy casi segura que cinco minutos en Wikihow pueden ayudarme y...

Mas con sus ojos corroboró que Elliot decía la verdad: ciertamente el material en el monitor no parecía tener naturaleza erótica, o si es que su hermano lo veía así, él tenía una visión muy extraña de lo que podía estimularlo sexualmente.

—¿Qué? —el muchacho preguntó, notando con nerviosismo la mirada con la que era observado por Danielle.

Ella dio varios pasos en su dirección.

—¿Qué estás revisando? —preguntó—. ¿Las noticias?

De inmediato Elliot bajó la ventana de su navegador.

—¿Tienes un wallpaper de "La Princesa y el Sapo"?

—¡Me gustó el tratamiento que le dieron al cuento original y el estilo de la música de jazz! ¿Tiene algo de malo?

—En absoluto, y admiro a los chicos que no teman estar en contacto con su lado más girly y todo eso, pero...

—¿Pero qué?

—Lo que sea que estuvieses viendo, y sé que no era porno, debió seguir siendo algo muy personal como para que prefieras que se descubra tu admiración por una princesa Disney?

—¡Pues es mi problema y...!

Danielle extendió la palma de su mano.

—No digas más hermanito —dijo—, está bien.

—¿Qué cosa?

Y Danielle hizo algo que Elliot no sabía que las hermanas mayores eran capaces de hacer: expresar comprensión.

Mis XV Están En HebreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora