Los ensayos habían acabado, y los preparativos estaban perfilándose en sus detalles finales; cualquier cambio tendría que ser uno hecho al filo de la hora, en el último minuto posible.
El día de los XV de Romina había arribado.
—Es hora del espectáculo —la madre de la festejada se dijo justo al primer segundo en que fue consciente. La labor tendría que ser manejada desde el mismo instante de un despertar.
Y aunque hubieron ensayos constantes en peinado, vestido y maquillaje, Romina seguía sintiendo temor; esto no se limitaba a aquellos que podían ver el evento "detrás de cámaras". Por un día entero, sería el centro de todas las miradas, con todo lo bueno y todo lo malo que pudiera ocurrir.
La primera parada de un largo día sería en en una estética, a algunas calles de la casa de su familia.
—Sé que bromeamos mucho y que te hago perder la paciencia —Rocío murmuró caminando a lado de su hermana, justo antes de ingresar al establecimiento —, pero, créeme: en estos momentos, eres mi heroína.
Romina sonrió.
—Los hombres nunca entenderán las pelotas que se requieren para aguantar esto... bueno, quizá en RuPaul Drag's Race sí.
—Te quiero hermanota.
—Yo más, hermanita.
Romina respiró con profundidad, y trató de poner su mente en blanco; sabía que podía con esto, y si aguantaba un poco más, no tendría que lidiar con algo así de nuevo hasta que su madre comience a andar chingando de para cuándo la boda con el primer galán más o menos acomododado que se fije en ella... que siendo sinceros, después de ser presentada como una señorita en sociedad, tal momento no debería de demorar mucho.
Pero eso sí: un descanso es un descanso, y estaba dispuesto a llegar ahí sin importar qué.
Y casi sintió el deseo de dejarle los asuntos del maquillaje y del peinado únicamente a los travestís compitiendo en televisión de realidad, pero la vanidad siempre era algo poderoso en ella, por más que lo intentaba ocultar, y al ver su rostro embellecido por esos detalles, por ese autentico arte, tan menospreciado por mentes demasiado ortodoxas y formalistas, no podía negarse que le gustaba lo que el reflejo del espejo que en manos le colocaron reflejaba.
Siempre se trataba de transformarse; por más cursi que sonaba, por un día, no era sólo una adolescente ordinaria de un barrio cualquiera, sino que era una dama digna de ser vista. ¿Ser escuchada? Bueno, la sociedad por algo juzga demasiado la apariencia y no lo suficiente las ideas, pero era un día de fantasía, y Romina podía darse ese permiso de 24 horas para de hecho disfrutar la ocasión.
Ya habrá mucho tiempo para rebatir y discutir.
Alguien con un espíritu más indomable, por otro lado, lo sufría segundo por segundo.
—¡Dios! ¿Cómo no me puede doler la cabeza con este sabor de brillo labial? —se escuchó del otro lado de uno de los vestidores.
Se trataba de Rocío; Romina casi quiso reír al imaginar por lo que ella debía estar pasando. Claro, no era tan mala: jamás se burlaría abiertamente de ella. Eventualmente lo iba a recordar y con el paso del tiempo, sería cuándo por fin podría mofarse de una de las atletas más destacadas de su edad, capaz de sufrir heridas de alto grado, de rodillas ante el poder de una maquillista.
Mas ese no sería el día.
En otro rincón de la ciudad, una preparación no tan elaborada (dada la disparidad respecto a expectativas sociales en cuánto al arreglo en la apariencia de los géneros) pero si casi, CASI igual de importante estaba siendo llevada a cabo.
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Mis XV Están En Hebreo
Novela JuvenilElliot ha estado infatuado por Romina, y no puede evitar la emoción al saber que ella lo invitará a su fiesta de XV años, y decide aprovechar para confesar lo que siente por ella. El problema es que Romina no lo invitó, sino Rocío: su hermana menor...