Capítulo XXIV: Mi Bar Mitzvah Está En Mexicano

254 36 65
                                    


La inesperada congregación estaba perdiendo la paciencia, y el pobre rabino no sabía con qué más distraer a la multitud.

—...entonces, yo le dije: "amigo mío, lo siento, pero si no quiere que confunda esa estatua abstracta suya con un retrete, ¡no debió ponerlo en el maldito baño!" Y estuvo a punto de llamar a seguridad, pero logré escabullirme y hasta me robé un par de botellas de champaña. El caso es que...

En ese momento, ingresó Elliot al recinto.

—¡Muchacho! —el rabino exclamó—. ¡No sé si abrazarte o...!

Antes de decir "matarlo", recordó que nunca debía decir cosas inapropiadas frente a un grupo de millenials armados con cámaras listas para subir a Twitter tan pronto como pudieran agarrar bien el Wi-Fi del templo.

—Perdón por ese desplante, rabi —comentó el muchacho, acercándose a su maestro—. Tenía que, resolver algunos asuntos. Y... bueno, creo que sudé un poco mi traje, pero no es como si hiciera mucho ejercicio de todos modos, así que supongo que una vez al año, no me matará y...

Dio un vistazo a sus alrededores; apenas se había percatado de su lugar, y que era visto por todo par de ojos en el recinto.

—Ay, pues... hola, amigos... amigas... em, todos —dijo con nerviosismo—. ¿Así que... ya saben que un Bar Mitzvah no es un bar de verdad?

—¡Se acabó, me voy de aquí! —dijo una voz en los asientos de la hilera más lejana, dando pasos hacía la salida.

El resto, no obstante, se quedó.

Elliot tomó aire, y dio los pasos hacía el puesto de honor del templo.

—¿Estás seguro que quieres hacer esto, muchacho? —el rabino le murmuró—. Puedo sacarlos; digo que hay una amenaza de bomba y...

—Está bien, rabi —Elliot contestó, en el mismo volumen bajo y discreto—. Creo... que puedo manejar esto.

—¿Lo dices en serio? —el clérigo agitó su cabeza en confusión.

—No... pero, ¿pierdo algo al intentar?

El rabino le sonrió, y asintió; Elliot volvió a tomar aire.

—Ah, casi olvida esto, señor Finegold.

El rabino recogió el *tallit de una mesa a un costado de la plataforma, y lo colocó alrededor de los hombros del jovencito.

—Gracias rabi... lo haré sentir orgulloso.

—Hazte sentir orgulloso, Elliot, amigo —le contestó.

Miró hacía arriba por unos segundos, y finalmente, se dirigió a la muchedumbre.

—Aquí es dónde debería leer parte de la Torah, es hebreo, y créame: después de estudiar ese idioma, jamás me volveré a quejar de las clases de francés en el cole. El hablar nasal es un pequeño precio comparado a hablar como si siempre tuviera piedras raspando mi garganta... por cierto, yo puedo bromear con esto, ustedes no, ¿de acuerdo?

Espero risas: no las hubo.

—En todo caso —fingió toser—, bueno... llegaré a eso, y agradezco su preocupación, incluso si es meramente para subir un artículo a Buzzfeed con el encabezado "Nadie Vino A La Ceremonia de Este Muchacho: Lo Que Ocurrió Después Te Quitará El Aliento" o para hacerse sentir mejor porque, en realidad, prefiero mil veces alguien que hace lo correcto aunque sea por conveniencia, que alguien que no hace nada por nadie aún si es por sus principios. Porque lo que de verdad importa es el cómo se actúa. El camino al infierno, dice la Torah, está pavimentado con buenas intenciones.

Mis XV Están En HebreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora