Parte 11: El comienzo del final

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Primer mundo paralelo original:

"Después que hayas tomado mi vida, sabrás la verdad que rige a este mundo... no te lamentaras, verdad?"

Fueron las últimas palabras que me dijo aquel hombre que me arrebato a mi familia, su cabellera blanca se dejaba mover libremente por la pequeñas frisas de viento que se generaban desde el norte, sus pupilas azulinas me veían mientras lentamente perdían todo rastro de vida, su rostro empezó a relajase, al mismo tiempo que la sangre fluía atreves de su herida, provocada por un brazo derecho incrustado en su pecho, el dueño de aquel brazo era yo... miguel ángel, 16 años.

Limpiado la sangre que brotaba de mis labios, al mismo tiempo que presionaba el corazón de aquella persona con mis manos, dije.

-no tengo idea de que verdad hablas, pero no me lamentare de nada, mientras tu estés muerto.

El joven, quien era nada menos que el Dios de la biblia, soltó una pequeña risa de burla acompañado de una línea de sangre que salió de su boca y cayo de su mandíbula a su clavícula, lo cual me enojo, mis cejas se fruncieron y presione mis dientes entre si mientras hacía puré su corazón.

Su cuerpo se cubrió por una intensa luz azulina y poco antes de desaparecer en miles de fragmentos, movió ligeramente sus labios, como si tratara de decir algo, pero no llegue a escuchar, más bien pensé que tan solo lo hiso para confundirme, por esa razón lo olvide.

Mi venganza había concluido, una paz interior recorrió todo mi cuerpo desde la punta de los dedos de mis pies, hasta la última neurona de mi cerebro, había acabado, todo... o eso fue lo que pensé,

Justo cuando pensaba volver a la tierra a encontrarme con ángela, quien era mi "ángel guardián", un ligero temblor, el cual rápidamente se volvió uno de nivel cataclismo, las nubes en el cielo empezaron abrirse, mostrando el trono celestial del Dios de la biblia. Iluminado por una intensa luz blanca, el trono celestial empezó a caer desde lo alto del cielo hasta romperse en pedazos en el aire, antes que los restos cayeran al suelo, desapareció sin dejar rastro... fue en ese momento que comprendí lo que había hecho... el error que había cometido... la desgracia que yo mismo me lo busque.

-así que—

Así que esto era a lo que te referías con lo de lamentarme, lo cierto era que ya lo sabía, el simple hecho fue que vende mis ojos con una tela invisible, prácticamente fingí no verlo, puesto que así cumpliría mi venganza sin retrasos... y eso era que... el trono celestial es como el balance del mundo que se conoce y la razón por la cual este se mantiene estable, y la única persona capaz hacerlo funcionar a apropiadamente era el mismo Dios de la biblia... ahora que ya no está... este mundo llegaría a su fin.

***

Último mundo paralelo original:

Después que el auto-proclamado Dios de la biblia apareciera y diera su breve discurso sobre la situación, al mismo tiempo que me dirigía una mirada gélida, aunque no era gran cosa, la mirada de Noelia hace que se me ponga la piel de gallina y que quiera mojar mis pantalones, jajaja... creo que no debería presumir de estas cosas.

La cosa es que en estos momentos nos encontrábamos dentro de un gigantesco coliseo, hecho a base de mármol, en la entrada, bajo la sombra que esta hacía, descansaban dos leones frente a la puerta principal, la cual no preocupo a nadie al momento de pasar, claro está que todos aquí son Dioses de pura sangre y que unos simples tigrecitos no serían un reto a eliminar, más bien, en vez de tener miradas atemorizantes, los Dioses miraban a los tigres como si fueran tiernos e inofensivos gatitos recién nacidos, varios de ellos se le acercaron al auto-proclamado Dios de la biblia y le pidió algunos como regalos, la verdad no sé qué le respondió pero solo pude ver que ambos estrecharon sus manos y sonrieron mientras cerraban sus ojos.

La guerra por el apocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora