Be careful

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Inocencia no es estupidez,
es una manera más inclinada de expresarlo.
Relax-Lay

Una mujer no paraba ni un segundo de hablar, haciendo que su voz sonara fuerte entre las cuatro paredes pequeñas del lugar. Una tras otra como dagas, dichas con toda la intención de herir, perforar hasta el más mínimo y sano sentimiento. Maleando a su antojo el humor de quien la escuchaba. No era la primera vez que ella hablaba de su patética vida, y seguro no sería la última escuchando que busque una buena mujer para que al menos la gente no lo vea mal. Increíble que a sus veinticuatro ni una novia haya sido conocida en su casa.

Zhang YiXing no sólo no tenía una novia, o una madre que parecía más su enemiga. Él de verdad no tenía una vida. Todo era tan cierto, que le molestaba tener que darle razón a esa mujer que le había dado la vida. Porque, a pesar de tener razones para odiarla y mandarla al carajo, su sentimiento como hijo no se iba, por eso casa fin de mes se aparecía en su casa para simplemente, recibir la misma porquería.

Su abuela era más atenta con él, siempre justificando la amarga forma de ser de su hija y dándole ese cariño y apoyo moral que de alguna forma gritaba en tener. Cada que regresaba a Pekín, era con la sombra y la pesada carga de los pensamientos de su madre en la espalda.

YiXing vivía en Pekín, su familia en Changsha, a cientos de kilómetros lejos como para hacer de su día aun más una miseria. Desde que llegó ahí, la esperanza de ser alguien y sobresalir estaba tan presente como el smog que danzaba entre los grandes edificios del centro, siempre opacando las buenas intenciones de mejorar. Su sueño era tener un espacio propio para las Artes, el desempeño de jóvenes con sueños como los suyos.

Una Academia donde cualquiera tuviera acceso, un lugar en la que todos encontraran su verdadera vocación, su ser, su pasión y arte, de la mano de él con su buena enseñanza. Quizá por ello seguía visitando a su madre, con la esperanza entre los dedos de obtener un préstamo para cumplir con aquello. El financiamiento se veía lejano, pero cada pensamiento bueno lo acercaba y le convertía en alguien optimista.

Hay muchas cosas que Zhang YiXing quería, pero, si podía obtener aunque sea un atisbo de oportunidad en su sueño, sus ganas de luchar no se agotarían.

***

Viernes trece, supersticioso y ácido viernes trece. YiXing no creía mucho en la buena o mala suerte, sino en la vida pasada que de alguna forma lo tenía así. No tenía idea si había sido culpa del desastroso día, la lluvia repentina en pleno verano, o el mar humor colectivo de todos los ejecutivos de cada banco que pisó, él estaba harto de las negativas que, recién dando las cinco de la tarde, recibió para hacer su día un verdero coño.

Ningún banco quería hacerle un préstamo, la quincena en su trabajo sonaba lejana y la casera de su departamento ya lo empezaba a esperar diario en la entrada del edificio. Podría atribuirle su mala racha a los impertinentes discursos de su madre sobre gente perdedora como él, quizá a una deidad que lo odiaba o simplemente al destino que era tan hijo de puta para decirle "no, aun no te toca a ti".

A pasear de que la lluvia es testigo de su enfado, a YiXing poco le importa mojarse cuando tiene mejores cosas en las que preocuparse. El día es malo, tan malo, que cuando su celular sonó pegado a su pantalón de mezclilla, no evitó sentir la pequeña descarga eléctrica y el posible infarto al darse cuenta que podría quedarse sin algo valioso.

El hombre corrió a resguardarse, quedándose debajo de la marquesina de una tienda veinticuatro horas que tenía calefacción. Sacó el celular y trató de secarlo, apresurándose a deslizar su dedo por el punto verde para responder a la llamada.

Caramelos de cianuro »KrAyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora