"La verdad. Es una cosa terrible y hermosa, y por lo tanto debe ser tratada con gran cuidado."
-J. K Rowling.
¿Miedo al reemplazo?
Bueno, no lo culpo. El reemplazo es el peor sentimiento de todos, desde mi punto de vista.
Es horrible ver como una persona que siempre ha estado contigo te deja por otra "mejor".
Como amiga me he sentido reemplazada y puedo apostar que la mayoría se ha sentido así por lo menos una vez, por un hermano menor, un amigo, o, como me sucedió a mí, una novia.
Cuando Dylan consiguió novia, si ella no iba, él tampoco, dejamos de hablar como antes, simplemente hablábamos para pedirnos favores, ni nos veíamos tan frecuentemente, creo que una vez a la semana cuando mucho. Lo que eso me hizo sentir, no se lo desearía a nadie.—Te has quedado callada, ¿Paso algo?
—Solo pensaba— intenté sonreír.
— ¿Qué no puedes dejar de hacerlo?— preguntó divertido. Negué sonriendo mientras salía del auto.
La campana sonó cuando entramos a los pasillos por lo que corrimos hasta el salón de matemáticas, para nada porque la profesora no había llegado.
— ¿Cómo demonios corres con eso?— preguntó agitado. No lo culpo, el salón de matemática está en el tercer piso.
—De la misma forma en la que una vez bailé hip hop con unos más altos y de aguja— le sonreí. Bailé hip hop, desde los trece hasta los quince. Mi padre dijo que la zona era peligrosa y no me llevo más.
—La profesora de matemáticas tuvo que salir urgentemente hacia Miami por asuntos personales, pueden esperar hasta la siguiente clase en el campus— habló la directora por los alta voces del salón. Dylan y yo nos observamos, él chasqueaba la lengua y yo fruncía el ceño demostrando lo molesta que estaba.
—Tengo hambre— murmuró de repente haciéndome reír.
—Vamos a la cafetería.
Salimos del salón y el pasillo estaba congestionado por los alumnos de primero y los de nuestro año. Escuche un quejido y una risa verdaderamente falsa. Observé a Dylan y ambos nos abrimos paso para ver que sucedía. Y eso no me gusto para nada.
Caminé muchísimo más que cabreada hacia la castaña que halaba a Anna del cabello y le di un golpe con el puño cerrado, provocando que soltara a Anna y cayera al piso sosteniéndose el puente de la nariz.—Liz...— ignore a Dylan y me agache hasta quedar a la altura de la castaña.
—Que sea la primer y última vez que le tocas un solo cabello a mi hermana ¿Me entendiste?— la castaña sonrió quitándose la mano de la nariz. Estaba sangrando.
—Mi madre es la directora, puedo hacer lo que se me antoje ¿Me entendiste?
¿Ella me estaba retando?
—Mi padre es el dueño de este lugar y puedo dejarte a ti junto a tu madre de patitas en la calle cuando se me antoje ¿Me entendiste? No te quiero ver cerca de mi hermana otra vez, porque tu nariz no será lo único que quedará roto ¿Me entendiste?— me acerque un poco más a ella. Asintió—. Ve a la enfermería. Fuera de mi vista— observé a la castaña irse apoyada de una morena—. Ustedes no tienen nada que ver aquí. Piérdanse.
Los que quedaban en el pasillo comenzaron a dispersarse. Lo bueno de ser una Miller.
— ¿Estas bien Annie?
—Sí, lo estoy. Por favor no le digas a papá.
—No le diré. Esto lo voy a resolver yo. Ve a clases Isa— besé su frente, ella me sonrió y se fue.
—Vaya, tienes una buena derecha— Dylan rió negando—. No conocía esa parte de ti.
—Metete con mis hermanos y la conocerás de cerca— sonreí tierna.
Mis clases terminaron a las doce en punto, al igual que las de Anna.
—Le pase un mensaje a Freddie diciéndole que me iba contigo— avisó la castaña.
—Vamos. Addio Dy.
—Addio Lizie. Avísame cuando lleguen. Chao Annie.
—Chao Dy— mi hermana sonrió y suspiro cuando Dylan subió a su auto—. Me encanta cuando me habla en español— sonrió como boba. Ella tiene un enamoramiento con mi mejor amigo. Reí mientras la empujaba fuera del instituto. Aún lloviznaba pero no somos de azúcar, lo máximo que podría pasarnos sería coger un pequeño resfriado.
Anna terminaba su algodón de azúcar mientras yo terminaba mi segunda barra de chocolate cuando llegamos a casa.— ¿Dulces antes del almuerzo?
—Solo fue un poco pa'— puse mi mano en su hombro cuando pase a su lado.
—Tienes los nudillos rojos ¿Paso algo?
—Ya sabes. El casillero no quería abrir— me encogí de hombros. No estaba mintiendo.
—Las cosas no se arreglan a los golpes Elizabeth.
— ¡Pero abrió!— exclamé antes de subir a mi habitación.
Las puertas del balcón estaban abiertas. Corrí a cerrarlas. Yo las había dejado cerradas, las cerré cuando Dylan se fue. Instintivamente me recosté de ellas e inspeccioné mi habitación. Todo estaba en orden, a excepción de mi cama. Estaba desordenada, además había una rosa rosada y un sobre blanco con mi nombre. Le puse seguro a las puertas y fui a tomar el sobre. Había una carta con una hermosa caligrafía.
Hola, tal vez en este momento te estés preguntando quien soy y lo siento, pero es algo que no te diré aún. Solo vengo a darte cierta información y de a poco te iré dando más.
Naciste el 28 de diciembre del año 2000, aún no cumples los diecisiete. Eso fue en Atenas, Grecia, aunque tu padre es de Italia y tu madre de Rusia, se suponía que estaban en un viaje de investigación desde enero del 2000 hasta enero del 2003. En enero del 2003, fueron a Madrid, supuestamente, ahí los había enviado su investigación. El 14 de febrero te dejaron en la puerta de los Miller (que estaban de vacaciones) con una rosa blanca y dos cartas, una decía: "Necesito una familia"; y la otra, informaba que habías nacido en el año 2000.
Eres idéntica a tu padre pero con los ojos de tu abuela.
Tu padre se llamaba Steve, murió hace tres años, tenía leucemia. Te recomiendo que vayas a hacerte un análisis en la sangre.
Tu madre se llama Katherine, en este momento es profesora en una universidad de Estados Unidos.
Tu verdadero nombre es Dalia Stephania, aún no te diré tus apellidos. Tu nombre se debe a la flor cargada de pétalos, a tu madre le encanta.Tu dulce favorito sigue siendo el chocolate.
Tu color favorito era el azul, ahora es el turquesa.
Tu comida favorita sigue siendo espagueti con albóndigas.Te conozco más de lo que piensas Dalia.
S. R
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En multimedia: Anna (Annie, Isa) Miller.

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Rose Elizabeth.
Short StoryLa vida de Elizabeth Miller había sido realmente fácil (Por no decir perfecta) desde que cumplió los cinco años de edad, cuando se acostumbró a su nueva y adinerada familia. La familia Miller había querido una niña desde un año antes de la llegada d...