13 de junio.
Todo había cambiado desde que recibí la primera carta.
Ahora hablaba día, tarde y noche con Emil, claro, mientras ninguno estuviera ocupado. Dice que James aún no se decide a llamarme y que sigue sin saber que decirme. También dice que James era el más apegado a mí.
S. R no me ha enviado más cartas, solo rosas, informando los días en los que me vio.
A. E me prometió que estaría conmigo hoy en el cementerio.
Sí, iría al cementerio, hoy se cumplen dos meses desde que mi vida cambio.
Salí del baño y me puse un pantalón de cuero negro de tiro alto, un crop top negro mangas largas con escote de corazón, una camisa roja y azul a cuadros atada en la cintura y botas de tacón negras a los tobillos.
A Isabella le encantaba vestirme de color negro, decía que se veía bien con mi cabello y tono de piel. Nunca se lo discutí, tenía razón.
Tome mi bolso y baje hasta la cocina.
—Buenos días, Elizabeth— murmuró mi padre leyendo el diario.
—Buenos días, Ryan— él alzo la vista al escucharme. Me senté en la mesa bajo la atenta mirada de las cuatro personas que vivían conmigo.
— ¿Ryan?— murmuró Liam. La comisura derecha de su labio se estaba levantando.
—Ese es su nombre— me encogí de hombros.
Desayune y salí de casa para subir a mi auto. El de Ethan ya llego, hace dos semanas.
Pase por un Starbucks y compre un café. En una esquina estaban vendiendo flores así que me detuve.
— ¿Puedo ayudarte en algo preciosa?— preguntó el chico, rubio de ojos azules—. Oh... Eres la chica con la que tropecé en el resto.
—La misma... ¿Tienes Dalias?
— ¿Dalias?— preguntó confundido.
—Se supone que trabajas con flores— rodé los ojos y el rió—. La flor cargada de pétalos.
— Dalias...
—Aja.
—Tengo violetas y blancas. De Pompón, pompón doble y cactus.
—Blancas por favor y de pompón— hizo un ramo de Dalias blancas de pompón. Son realmente hermosas
—Son seis dólares— me entrego las cataleyas al mismo tiempo que yo le daba el dinero.
—Gracias.
Volví a mi auto y terminé de llegar al cementerio. Al llegar a la tumba de mi madre, pude ver a Anna, Ryan, Liam, Ethan y un castaño. Mi padre y Liam discutían con el castaño. Me acerque a ellos y...
— ¿George?— pregunté llegando hasta ellos.
—Hola Rosie— me sonrió.
— ¿Qué haces aquí?
—Pues... Supongo que por la foto ya descubriste el primer cómplice— murmuró. Sentí como mis manos comenzaron a sudar. Estoy a punto de conocerlo.
—Christian...— apenas susurré.
—Es hora de que sepas... Que yo soy el otro cómplice— rio nervioso.
— ¿Entonces...?
—Debo darte esto— me paso un sobre blanco, una rosa negra y una roja—. Es de parte de Louis Steve Castle Romanov.
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Rose Elizabeth.
Historia CortaLa vida de Elizabeth Miller había sido realmente fácil (Por no decir perfecta) desde que cumplió los cinco años de edad, cuando se acostumbró a su nueva y adinerada familia. La familia Miller había querido una niña desde un año antes de la llegada d...