Capítulo 012

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"No permitas que tus heridas te transformen en alguien que no eres"

-Paulo Coelho.


Me subí a la cama dejando los brazos de Matt. Observé el sobre.
Stephania se leía en letra cursiva y dorado sobre la tapa.

Stephania,
No sabes lo feliz que estoy por haberte encontrado. Eres hermosa, aunque con esto este diciendo que Steve es hermoso, porque eres su vivo retrato en femenino y con los ojos de la abuela.
Me conocerás como Andrew Evans, aunque no son ni mi primer nombre ni mi primer apellido.
Quiero contarte sobre nuestra familia, si, nuestra.
Por parte de papá aún te quedan los abuelos, los tíos Hector y Hugo, las tías Hannah y Valentina, muchos primos y tres hermanos.

Emil, James y yo estamos muy impacientes por conocerte y aunque ya sabemos el nombre que usas, la calle y casa donde vives, queremos darte información sobre nuestra familia para que no seas tan tímida cuando nos conozcamos personalmente. Claro que solo te escribiré yo. 

Si aceptas la rosa, aceptarás nuestra alegría, si aceptas nuestra alegría, nos aceptas a nosotros.

A. E.

—Esto tiene que ser una broma, una de muy mal gusto— tome la rosa con intención de lanzarla contra el suelo y pisotearla pero no fui capaz.

Quiero saber más. Quiero responder las preguntas que se han creado en mi interior desde los siete años. Pero todo esto es tan abrumante. No solo S. R,ahora también Andrew. ¿Por qué toda esta mierda me pasa a mí?

Observé la rosa nuevamente antes de sollozar.

Maldita sea, se supone que ya había pasado esta etapa, se supone que ya no soy una bebita llorona, se supone que soy fuerte, pero... ¡Joder! Ya no puedo, ya no puedo ser fuerte, ni por mí, ni por nadie. Todo esto es demasiado para mí. El secreto, las cartas, ¡Incluso las estúpidas pero hermosas rosas!

—Elizabeth... Princesa, deja de llorar por favor, sea cual sea el problema lo podemos arreglar — Matt se acercó a mí y no dude en abrazarlo. 

—Matt... Necesito que me escuches con atención. Pero también necesito que me prometas que no le dirás a nadie ni una sola palabra de lo que te diré— me senté frente a él en forma de indio.

—Lo prometo. 

Y con eso me bastó para contarle todo, nunca ha roto una promesa y para él su palabra como Newman vale mucho.

Me desahogué con él. Creí que sería con Dylan o Emily, pero me desahogué con mi novio.
Le conté absolutamente todo, el secreto que me dijo mi madre horas antes de morir, las cartas, las rosas y el sentimiento de que alguien me observa cuando estoy en mi habitación. No me interrumpió y eso era lo que esperaba que hiciera. Escucharme y no interrumpir. 

—Lo siento, lamento mucho no haber estado contigo luego de la muerte de tu madre— susurró tomando mis manos. Había tenido que ir a Nueva York por unos juegos. Y sí, tengo el novio que cualquiera desearía pero en este momento hay algo malo con él. 

—No pasa nada. Tampoco es que quiero que dejes tus sueños por mí.

—Elizabeth, hemos hablado de esto muchas veces.

—Y mi opinión sigue sin cambiar Matthew. Quiero que sigas tus sueños sin pensar en mí.

—Eso sería egoísta. 

—Egoísta sería el hecho de que te hiciera renunciar a tus sueños. Me importa mucho tu felicidad y sé que vas a alcanzarla al mismo tiempo que alcances tus sueños.

— ¿Por qué ahora hablamos de esto?— preguntó bruscamente.

—No lo sé. Pero es un tema muy importante. Si te ofrecen una beca en esa universidad de Londres a la que tanto quieres asistir no te detengas, no rechaces la oportunidad, no por mí. Por favor— rodó los ojos—. ¡Qué te pida que no la aceptes es como que me pidas que deje el baile!

—Nunca te pediría que dejes el baile, eso sería egoísta...— eso pareció callarlo.

— ¿Lo ves?— pregunté. Le sonreí mientras me acercaba más a él—.No sería justo que no aceptaras un cupo en esa universidad por mí.

—Ni siquiera he mandado la solicitud y esas son cosas que ya debería haber he... ¿No lo hiciste verdad?— arqueo una ceja.

— ¿Sabes qué te quiero verdad?— sonreí tierna. Rió antes de lanzarse sobre mí y besar repetidamente mi rostro.

—Te amo. Te amo muchísimo. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida Rose Elizabeth. 

—Quiero que sepas que... Yo también me amo— arqueo una ceja. Reí.

— ¿Con qué con esas estamos he?— su sonrisa se tornó traviesa. Eso no es bueno, solo es bueno si está quitándome la ropa, y en este momento, ese no es su objetivo. 

—Matt...

—No, no, no. De Matt nada— me empujó haciendo que terminará de acostarme para luego subirse a horcajadas sobre mí—. Te voy a enseñar que con eso... No se juega Rose— puso sus manos en mis costillas por debajo del crop top.

—Matthew Andrés Newman Allen— murmuré amenazante. Claro que eso no fue suficiente ya que comenzó a mover sus dedos haciéndome cosquillas, haciendo que riera escandalosamente.

—Dime que me amas. 

— ¡Para!— grité riendo. No voy a darle lo que quiere. No soy una.persona muy complaciente.

— ¡Dime que me amas!— exclamó entre risas. Sí, mi risa escandalosa es contagiosa. 

—Elizabe...— Matt se detuvo al escuchar las puertas de mi habitación abrirse. Ambos volteamos al mismo tiempo. Demonios—. ¿Qué carajo se supone que están haciendo?— preguntó Liam bruscamente y totalmente rojo de la ira.

No lo culpo, no debe ser lindo encontrar a tu hermana menor con un chico en su habitación, y que ese chico esté sobre ella y tenga sus manos bajo su blusa. No, no hay una forma buena de ver la imagen. Al menos no en la mente de un condenadamente celoso hermano mayor.     

Rose Elizabeth.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora