Capítulo 013

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"El amor no es tener pareja, ni besar, ni tener sexo. El amor es querer, cuidar, respetar, compartir y dedicar tiempo a la persona amada."



    —Liam...— me senté en la cama observando a Matt aguantando las ganas de reír. También me parecería gracioso, si tan sólo mi hermano no tuviera ganas de matar a golpes a mi novio en mi habitación. 

— ¿Qué hace él aquí?— fulmino a Matt con la mirada.

—Es que... Estoy enferma— hice una mueca. La expresión de Liam se suavizó—. Estoy resfriada. Había salido a almorzar con unos amigos, entre ellos, Matt. Él se ofreció a traerme a casa cuando ya no tuve más ánimos de estar en el restaurante. Se quedó conmigo porque tenía fiebre.

Vaya... Debería considerar ser actriz. Aunque no todo es mentira. 

— ¿Por qué estaba encima de ti?

—Sabes lo sentimental que me pongo cuando estoy enferma. Él solo me hacía cosquillas para hacerme reír. 

— ¿Tenía que estar sobre ti?

— ¡Tengo la regla! ¡No podríamos hacer nada aunque quisiera!

Otra mentira. 

—En realidad... Si podrían— murmuró Ethan—. Solo que sería como hacer salsa rosada pero, si pueden.

— ¡Ahh! ¡Qué asqueroso Ethan!— grité sintiendo ganas de vomitar. Escuche la risa de los idiotas que están en mi habitación en este momento. 

— ¿Es tu novio?— me tense tras la pregunta de Liam.

—Sí, soy su novio. Matthew Newman— se presentó y yo quería matarlo.

—Liam Miller. ¿Podrías quedarte a cenar? A nuestro padre le encantaría.

— ¡No!— me apresuré a decir—. No quiere, bueno, en realidad no puede. Tenemos tarea, mucha. Capaz y yo no baje a cenar— Matt me observó divertido. 

—Creo que si pue...

— ¡He dicho que no!— interrumpí a Matt haciendo que él riera.

—Eliza tiene razón. No puedo quedarme, y no es por la tarea. Mi padre tiene una reunión muy importante esta noche y debo cuidar a mi hermano— Matt hizo una mueca.

Su hermano menor sólo tiene cinco años y es una completa ternura pero para un chico de 17, supongo que no lo es. Se llama Mike y le digo Mickey. Ama esa comiquita.

—Cuidar hermanos menores es lo peor del mundo.

— ¡Oye!— le reproché a Liam. La única hermana menor que ha tenido que cuidar he sido yo.

—Sabes que te amo.

—Eso se lo dices a todas— rodé los ojos. Ellos volvieron a reír. 

—Bien— murmuró Ethan—. Los dejaremos solos pero por favor, ya tenemos suficientes niños con Anna y Liam en casa.

— ¡Se supone que eres mi mejor amigo!— le gritó Liam a Ethan cuando salieron de mi habitación. Reí. 

—Creí que sería peor— admití. Matt rió mientras cerraba la puerta y le ponía pestillo.

—Nunca creas nada. Pueden reaccionar de una forma totalmente contraria a cómo crees— se acercó a mí y me tomo de la cintura. Podía sentir el calor de sus manos sobre mi piel desnuda, poniéndola chinita. 

—Cómo tu reacción sobre la boda de tu madre y mi tío Ben— le dije burlonamente.

Los padres de Matt se separaron hace cinco años y su madre se casó con mi tío Benjamín Miller dos años después del divorcio. La reacción de Matt fue peor que cuando vio a Joe intentando manosearme. Su madre creía que se pondría muy feliz.

— ¿Te estas burlando de mí?— arqueo una ceja.

—Oh si... Seguro que sí. 

—Si no estuviera esperando mi beso de despedida ya me hubiera ido.

—Que sensible eres. ¿En serio te irás?

—No mentía cuando dije que debo cuidar a Mike. ¿Por qué no terminas de darme mi beso?

—Es que no quiero que te vayas.

—Yo tampoco quiero irme... ¿Y si me acompañas a cuidar a Mike? Se lleva mejor contigo que conmigo— hizo puchero. 

—No tengo la culpa. Mi encanto es natural— tome su labio inferior con mis dientes y tire de él.

—Si no terminas de besarme voy a terminar de recostarte en tu cama y te haré más mía de lo que ya eres.

— ¿Con mi hermano allá abajo?

—Con tu hermano allá abajo— aseguró. 

—Quiero ver como lo intentas.

A las ocho y treinta Matt tuvo que ponerse de pie, vestirse e irse a su casa porque su padre ya debía haberse ido.
No tengo ni la menor idea de cuál fue la excusa que le dijo Liam a mi padre para que no subiera a mi habitación. Matt tuvo que irse por el balcón, nada que no haya hecho ya.
Me quedé en mi cama, envuelta en las sábanas y mis pensamientos. Esos que se habían ido por un momento, un pequeño momento.
¿Por qué esconderme todo lo que había en esa caja? De hecho, ¿Qué más hay en esa caja?
Me puse de pie para buscar un albornoz y la caja. En ella, todavía quedaban varias cosas. Una muñeca de tela y dos álbumes de fotos.

Familia Materna.

Abrí el álbum.
La primera foto era una mujer pelinegra de ojos azules con un bebé en sus brazos, conmigo en sus brazos. Ella sonreía, se veía realmente feliz ahí conmigo. Se me hacía muy conocida, y no por el hecho de que debe ser mi madre, no. La he visto, no hace mucho tiempo.
La siguiente era la foto del guardapelo, un castaño cargando a un pelinegro pecoso que me cargaba a mí. Los ojos del castaño son de un café intenso, expresaban felicidad, la más pura felicidad. Los ojos del pelinegro también eran de un café intenso, esos expresaban amor y si no me equivocaba, y muy pocas veces lo hago, agradecimiento y felicidad.
La tercera, solo el castaño me cargaba.
La cuarta lo hacía el pelinegro.
El resto de las fotos, eran con Katherine y los chicos; en un parque, una playa, una cocina, en un sin fin de lugares.
La última llamo muchísimo mi atención. Tenía el vestido blanco con rosas y las zapatillas con las que llegue aquí mientras una mujer mayor, pelirroja de ojos cafés me cargaba y ponía una cara rara por lo que yo reía.

Familia Paterna.

En la primera foto salía una señora mayor, castaña de penetrantes ojos verdes, como los míos.
En la siguiente un pelirrojo de ojos cafés me cargaba. Ese debe ser Steve, S.R dijo que me parecía a él, nuestro color de cabello, lo fino de nuestros labios y el color rosado de nuestras mejillas.
La tercera foto, yo estaba en una cuna y un castaño, un rubio y un pelinegro me observaban. Yo tomaba un mechón de cabello del castaño que parecía el mayor.
En la siguiente, el castaño mayor me tenía entre sus piernas mientras metía una galleta en mi boca. Reí al observar nuestros rostros, estaban completamente manchados de chocolate y chispas.
La siguiente era con el rubio, este me daba un biberón con un rostro de miedo. Debajo había una nota: "Él creía que ibas a ahogarte". Esa letra... Y esos ojos, yo había visto esos ojos antes.
La siguiente era con el pelinegro que se me hacía extremadamente conocido. Sus pecas, su despeinado cabello y sus ojos. Él no me cargaba, solo me observaba y sus ojos brillaban, como si acababa de encontrar un tesoro.
Las siguientes eran todos juntos, en la bañera, en la cocina, con los rostros cubiertos de algún dulce o puré, incluso dormidos.

Cuando iba a guardar ese álbum, una nota cayó de él. Una nota junto al pétalo de una rosa blanca.

Rose Elizabeth.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora