Capítulo 014

8 2 0
                                    

"La verdad es tan poderosa como un animal salvaje e, igual que este, no puede permanecer enjaulada." 

-Veronica Roth.


Dalia,
Quiero que sepas que a pesar de la decisión que Katherine y yo hemos tomado, te he llegado a amar desde el día en que supe de tu existencia.
La emoción que sentí al observar tu primera ecografía y no puedo ni decir algo que se asemeje a cuando me enteré que serías una niña. Pensé en tantas cosas para darte, tantas cosas que no podré cumplir.
Sé que tal vez cuando aprendas a leer y sepas un poco de la verdad ya no querrás ni saber quien soy, o si estoy vivo o si ya he muerto.
Y sé que no soy quien para decirte o pedirte algo, sin embargo lo haré.
Desde que tenías tan solo seis meses, cuando comenzaste a gatear, tenías una increíble pasión por la música, movías tu cabeza al ritmo de la canción, incluso aplaudías y balbuceabas.
Cuando cumpliste un año, te regalamos una guitarra de juguete, Dios, no dejabas ni que James se le acercará y es que tenías razones, todo lo que tocaba lo destruía.
En tu segundo cumpleaños dijiste que querías unas zapatillas de ballet, la verdad es que no entendía por qué pero cuando te las dimos, corriste a ponértelas y empezaste a hacer todo lo que hacían esas chicas en televisión.
Desde entonces supe que tenías un talento, para la música y todo lo que esta conlleva.
Aunque no esté contigo, quiero que cumplas tus metas y sueños. Sé que el baile y la música están entre ellos, por lo que quiero y te pido desde lo más profundo de mi corazón que lo hagas porque serás grande cariño, la mejor de todas.

Sea cual sea el año en que estés leyendo esto, te amo.

Tu padre.

¿Por qué escondieron todo esto? ¿Por qué demonios me hicieron creer que mi familia biológica no me quería? ¡Se nota en las fotos! ¡Se nota en los ojos de cada uno de ellos!
Me hicieron crecer creyendo que me odiaban y que yo no era más que un estorbo para ellos cuando en verdad me amaban. Me hicieron perder el interés en conocerlos cuando está más que claro que lo necesitaría, que lo querría.
Fui hasta el baño quitándome las lágrimas bruscamente. Me duché durante cinco minutos. Me puse una braga y una camisola. 

—Elizabeth...

—Ya voy.

Recogí las rosas, la verde, la rosada y la amarilla.

— ¿Cómo te sientes?— preguntó Ryan cuando baje hasta la sala—. Liam me dijo que el hijo de Sarah estuvo cuidándote.

—Oh... Estoy mejor. Solo es un pequeño resfriado. 

— ¿Tomaste algo?

—Sí, Matt me compro un té caliente de limón... Ryan, quiero hablar...

— ¿De qué princesa?

Princesa, solo me dice así cuando se siente amenazado, cuando siente que lo que le diré o pediré no será nada bueno.

—Mis padres... Biológicos— fui a la cocina a buscar un florero pequeño para no observar su expresión.

— ¿Por qué? ¿Por qué ahora?

—Porque antes evadías el tema porque era muy "pequeña". Ya tengo diecisiete y creo que es algo que merezco saber— mi subconsciente me recordó que aún tengo dieciséis, que cumpliré los diecisiete el veintiocho de diciembre.

— ¿Qué fue lo que viste?

—Revisé mi cofre y encontré el guardapelo ¿Quiénes son ellos? Los chicos que me cargan— llené el florero con un poco de agua y puse las rosas.

Observé a Ryan suspirar y desordenar su cabello. Una maña de todo Miller cuando está nervioso y no quiere decir algo, hasta a mí me la pegaron. 

—Hermanos... Hermanos maternos.

— ¿Cómo lo sabes?

—Ellos... Lizie...

—Por favor— voltee a verlo, casi que suplicándole con la mirada. 

—Ellos se mantienen en contacto conmigo para saber cómo estas— deje caer el florero. Se partió en miles de pedazos, al igual que yo.

—Tú...

—Lizie... Yo solo quería protegerte.

— ¿¡De quién!?— le grité saliendo de la cocina.

— ¡Ellos te dejaron en mi puerta!

— ¡Habrán tenido razones! Una madre nunca, NUNCA, deja a su hija en la puerta de un desconocido porque si— murmuré. Más le vale no salir con una de las suyas porque no estoy del mejor humor en este momento. 

— ¡Yo te di techo! ¡Te di una familia! ¡¿Por qué ahora quieres saber de ellos?!

— ¡Porque lo necesito! ¡Porque no soy una Miller! ¡Porque no soy como tú!— le grité y subí corriendo a mi habitación.
Esto es pura mierda.
Solloce antes de lanzarme a mi cama para gritar sobre la almohada.

17 de mayo.

Estúpida alarma.
Es lo único que pienso mientras corro por los pasillos del instituto hasta el salón de Ciencias de la tierra.
No recuerdo hasta que hora estuve despierta, solo sé que la endemoniada alarma no sonó por lo que llevo quince minutos de retraso.
Al llegar al salón observé todo cerrado. La puerta y las ventanas. La profesora Kelly es la más exigente de todo el instituto y por muy Miller que sea, ya no me dejará entrar.
Fui hasta el baño luego de sacar ropa de mi casillero. Odio ponerme un pantalón de chándal para venir al instituto.
Cambie el pantalón de chándal por uno de mezclilla negro de tiro alto y la camisa blanca manga larga por un crop top de tiras de encaje del mismo color. Lo único que no cambie fueron mis converse blancas.
La única clase a la que podría entrar fuera de mi horario era la clase dereflexión.
Entre silenciosamente, estaba el año de Anna.

Rose Elizabeth.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora