Uau. Eso es mucha información en una carta.
Sentí mis mejillas arder al leer que me vio ayer con Matthew. Creo que no sólo cerraré la puerta de la habitación cuando haga ese tipo de cosas, debo cerrar las del balcón también.
Decidí ir a la academia por lo que me di un pequeño baño y me puse mi maillot. Sobre eso me puse un short negro de tiro alto, una camiseta blanca con Hogwarts is my home escrito en negro, mis botines converse blancos y por último una camisa a cuadros negra y roja que até a mi cintura. Me hice el peinado especial y baje corriendo las escaleras luego de arreglar el bolso.
— ¿Saldrás?— preguntó Ethan mientras me daba un sándwich junto a un vaso de jugo de parchita.
—Sí... ¿Podrías prestarme mi auto?
—Debo volver en quince minutos a la empresa y por cómo estas supongo que tú no volverás en menos de quince minutos. Puedo llevarte— mordió su sándwich. Este chico es tan servicial como atractivo.
—Hay un problema.
— ¿Y ese sería?
—Mi padre no debe enterarse a donde fui.
—Vaya... Una chica rebelde. No creí eso de ti Elizabeth.
—Es en serio, y muy necesario que vaya a ese lugar— le dije con urgencia.
—Bien. Soy como una tumba. Pero debes decirme de que se trata.
—Okay pero ya vámonos.
Salimos de casa con dos sándwiches en la mano y un envase con más jugo.
Ethan entendió mi punto. Cree, por la forma en la que le hable, que el baile es algo que realmente me apasiona por lo que no le dirá ni una sola palabra a mi padre.
Al llegar a la academia la señora Welsh se sorprendió al verme ahí.
—Rose, mi niña ¿Qué haces aquí? Tu padre me llamó y me dijo que por el susto que se llevaron el lunes ni tú ni mi Annie querían seguir viniendo— murmuró mientras me abrazaba.
—La verdad es que él es quien no quiere que volvamos a venir. Estoy aquí bajo mi responsabilidad. De ahora en adelante las cuentas por vestuario y mensualidad debe dármelas a mí.
— ¿Estás segura de esto?
—Muy segura.
— ¡Excelente!— aplaudió—. Comiencen con el estiramiento. Los primero en practicar serán Tehodore y Rose, seguidos de Mila, Kate y Jake, y finalmente el grupo que es liderado por Louis.
Nos acercamos a la barra para comenzar el estiramiento. Había un chico delante de mí, estábamos intercalados, una chica, un chico. Estaba frente a frente con el chico delante de mí.
—Hola— murmuró.
—Hola Lou— le sonreí.
— ¿Te paso algo el día del asalto? Nos dejaste preocupados a todos. Fuiste la única que salió en ese momento y luego ya no estabas.
—No pasó nada. Un amigo nos ayudó, tuvimos que refugiarnos en la oficina de correo.
—Vaya. Es un alivio saberlo— me sonrió.
Al terminar el estiramiento, Ted y yo practicamos nuestro baile unas tres veces.
Bailar, para mí, es entrar en un nuevo mundo, un mundo de fantasía, donde te expresas con los movimientos de tu cuerpo sin necesidad de articular palabra alguna, donde vuelas en cada movimiento, donde vives historias de amor y de tragedia en un escenario. El baile, es el lenguaje universal, el único que todo el mundo entiende, sin importar que seas asiático, canadiense, latino, europeo o africano, de igual forma lo entenderás.
Mila, Kate y Jake siguieron.
—Me gusta ese baile— murmuró George—. Aunque es un poco estúpido su significado, demuestra muchas cosas de la realidad adolescente. Dos chicas enamoradas del mismo chico.
—No elegimos de quien enamorarnos.
—Creo que lo mejor de todo es cuando encuentras a tu alma gemela— voltee hacia Christian.
—Una persona puede tener más de un alma gemela. Según Paulo Coelho— le dijo George.
— ¿A sí?— murmuró Christian confundido. Reí. No parecía ser del tipo de chico que lee.
—Brida, es el nombre del libro. Dice que al morir, tu alma se separa de tu cuerpo y esta misma se separa en dos. Haciendo almas gemelas. Luego esas dos se separan en dos más respectivamente. Por lo que una puede ser el alma gemela de las otras tres y las otras tres pueden ser la alma gemela de una— expliqué. Me encantó ese libro.
—Suena interesante— murmura.
—Lo es— le respondimos George y yo.
Al acabar la clase. Fui al baño, me quite el maillot y me puse mi ropa para luego deshacer el peinado. Mi padre no podía verme con él.
Salí del baño para buscar mi bolso. Junto a este estaba un sobre blanco y una rosa amarilla.
Los tome y salí de la academia.
— ¿Quieres tomar un café?— esa voz me hizo dar un respingo del susto. Voltee para encontrarme con Matt.
—No me apetece. Gracias— seguí caminando. Debía llegar a la parada de bus o por lo menos a un lugar donde pueda tomar un taxi.
— ¿Una malteada?
— ¿Ya no estas molesto?
—Sí. Sigo molesto porque le he enviado un montón de mensajes a mi novia y no ha respondido. También porque la he llamado diez veces en los últimos quince minutos y tampoco ha respondido. Aunque lo que más estoy, es celoso— detuve mi caminar al escucharlo.
— ¿Has escuchado lo ridículo que sonó eso Matthew?— pregunté molesta.
—No puedo evitarlo Elizabeth. Todos ellos te ven como si fueras su próxima presa y me dan muchísimas ganas de partirle la cara. Decirte algo a ti es como decírselo a la pared.
— ¿Estas queriendo decir que no te escucho?— pregunté indignada.
— ¡No! ¡Joder! Eso no fue lo que quise decirte— suspiro y rasco su nuca—. Lo siento. Te trate mal saliendo de clases sin explicarte nada. Pero es que siento que puedo perderte. Que llegara alguien mejor que yo a tu vida... Alguien que si te merezca.
—Esta va a ser la última vez que te digo esto porque estoy cansada de repetírtelo... Si estoy contigo es porque creo que me mereces. Si estoy contigo es porque te amo a ti y no a otro porque si esa fuera la situación créeme que no seriamos nada. Y si estoy contigo es porque te prefiero antes que al resto, porque tienes algo que ellos no y porque creo que eres más que suficiente para mí. Me molesta que te menosprecies Matthew, por favor ya deja de hacerlo. Eres un gran novio, una gran persona, un gran amigo, un gran jugador; eres bueno para muchas cosas y si, cometes errores pero todos estamos en este mundo para eso. Vinimos a cometer errores y a aprender de ellos. Nadie es perfecto, ni tú, ni yo. La perfección no existe. Así que deja de verme como una chica perfecta porque yo tampoco sé vivir, todo lo contrario, también estoy aprendiendo.
Tome aire antes de cruzar la calle y subir corriendo al bus.
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En multimedia: S. R.
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Rose Elizabeth.
Historia CortaLa vida de Elizabeth Miller había sido realmente fácil (Por no decir perfecta) desde que cumplió los cinco años de edad, cuando se acostumbró a su nueva y adinerada familia. La familia Miller había querido una niña desde un año antes de la llegada d...