Hola a todos, soy Di-San y heme aquí con este experimento de relato.
Desde ahora en adelante las cosas cambian completamente para nuestros protagonistas, llegan las dudas, las inseguridades y los miedos.
Espero que les guste.
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Estaba pasmada. Sentía que se le había ido del rostro toda la sangre; una voz en el fondo de su mente le decía que reaccionara, pero su cuerpo no lo hacía. Sabía que tenía que sacar la tetera del fuego donde ya llevaba un buen rato hirviendo, pitando sin cesar; mientras que ella sostenía la taza y el platillo en sus manos que se habían quedado frías e inmóviles, sabía que estaba derramando el té que se había servido, pero no lograba reaccionar. Con los ojos fijos en el televisor, sólo logró hacerlo cuando un chorro de té terminó de derramarse desde el borde del platillo y cayó sobre su pierna, ya frío.
Con lentitud extrema, logró devolver torpemente el líquido acumulado en el platillo a la taza, dejó ambos en la mesa sin importarle que dejaran una marca húmeda en la madera de la superficie, pausó la reproducción del video y fue a quitar la tetera de la estufa y cortar el gas. Se recargó con ambas manos sobre la mesada y trató de respirar; lo que acababa de ver le había quitado hasta el aire. Regresó nuevamente frente al televisor donde había conectado la cámara y le había dado a reproducir video, devolvió la grabación hasta el momento donde esas personas se ponían a cocinar para la cena, y volvió a pulsar en reproducir.
Quería pensar que no eran ellos, que quizás en algún momento alguien, alguna entidad desconocida, algún dios o duende o lo que fuera, le había hecho la broma de cambiar la memoria de su cámara por la de alguien más. Pero seguían siendo ellos, los veía bien, en alta definición de hecho, ese tipo castaño se veía igual que su hijo, y el moreno era igual a Yokozawa, y la niña era exacta a su Hiyori. Y seguían haciendo lo mismo, hacían las mismas acciones, se daban las mismas vueltas, decían las mismas palabras, eran sus mismas voces. Todo seguía igual, no importó cuantas veces reprodujo el video, cuantas veces lo devolvió ni cuantas veces lo volvió a reproducir esperando a que algo cambiara, pero no, todo siguió igual. Después quiso pensar que a lo mejor ellos se habían dado cuenta de su intento de espiarlos y le habían gastado una broma, pero para serlo, ésto era demasiado extremo, no era necesario llegar tan lejos. Y, además, todo se veía tan natural, tan sincero; o era verdaderamente real, o ellos, los tres, eran muy buenos actores y se merecían todos los premios por tan buenas actuaciones.
Apagó un rato el televisor, tenía que pensar, debía hacerlo. Miró el reloj y se dio cuenta que en realidad no era tan tarde, probablemente su esposo aún se tardaría en volver dos o tres horas más. Saber eso le dio un respiro a su mente, tenía que calmarse. Debía calmarse. Una cosa era imaginar situaciones al respecto, hasta se le hacía divertido; pero era muy distinto el que en verdad estuviera pasando; allí frente a sus ojos tenía la prueba de ello, y ahora desearía no haberse enterado.
Tenía que pensar bien en lo que había visto, y tomar una decisión respecto a ello, pues no sólo se trataba de la vida de su hijo, sino más importante, del bienestar de su nieta, y de la unión de su familia. Pues sí, era cierto, si bien era una decisión personal de Zen, esto, esta situación terminaría afectando a todos los miembros de su familia, no solo a Hiyo, sino también a ella y a su esposo, y también a sus hermanos con sus parejas y sus hijos, y esas eran muchas personas en las cuales pensar.
Por lo pronto, lo primero que decidió fue ser pragmática. Hizo una copia del video, y luego de editarla para que no fuera tan largo de ver, cosa que también había aprendido en sus lecciones, guardó ambas copias en un lugar lo suficientemente seguro, en donde ni su esposo ni su nieta fueran a encontrarlo por casualidad. De ahí en más, trató de distraer su mente con otras cosas, por lo que, viendo nuevamente la hora, se dispuso a prepararse una cena frugal, pues en realidad no tenía hambre, pero si debía alimentarse como corresponde a toda persona que es responsable de sí misma. Un buen rato después regresó su esposo. Venía contento de haber pasado la tarde en una de sus actividades favoritas, con un pequeño hálito alcohólico, pero no ebrio, disculpándose por haberla dejado cenar sola. Ella lo disculpó, no era la primera vez que lo hacía, y no era algo tan grave de lo que preocuparse; además él le ofreció, como todas las veces que esto pasaba, prepararle el desayuno y llevarla a almorzar después a algún restaurante bonito en compensación, lo que le agradó mucho, pues realmente no tenía cabeza para cocinar al día siguiente. Y debía pensar, tenía que hacerlo.
Sentada en la cama, miró a su esposo que había caído dormido ni bien le besó y le dio las buenas noches. Con poco más de sesenta años, ese hombre seguía siendo para ella igual de guapo como cuando lo conoció hace más de cuatro décadas en aquel festival del templo en esa lejana primavera; con su yukata desordenada y haciéndole bromas a sus amigos, él había terminado perdiendo una sandalia con la que ella acabó tropezando, y al acercarse a disculparse, ella se quedó prendada de ese chico tan alto con esos ojos llenos de miel. Después de un largo noviazgo, que incluyó una fuerte refriega con su padre, pues no quería aceptar que ese flacucho sin gracia se quisiera llevar a su hija menor, terminó por casarse con él al poco tiempo de haber terminado el colegio.Había sido y era hasta la fecha, un muy buen esposo y un excelente padre. Pero... ¿Cómo lo tomaría? Siempre había sido machista en cuanto a los roles de cada uno en lo que respecta a los deberes hogareños; pero él mismo fue quien instigó a su hija a perseguir su sueño de convertirse en abogada en un tiempo en que las mujeres aún no lograban ganarse por completo el respeto de los hombres en ese campo de trabajo, alentándola a no sólo ser la mejor, sino enseñándole como responder con valentía y entereza a cuanta pachotada machista pudiera recibir; él había sido el primero en elogiar los platillos que cocinaba su hijo en su pequeño restaurante, después de haberse pasado casi treinta años regañándolo por hacer algo que decía era un trabajo propio de mujeres, y se había encargado personalmente de recomendar el local a cuanto conocido tenía. Y él había sido el primero en respetar la decisión de Zen de convertirse en editor literario, un campo laboral bastante ambiguo donde reinaban a la par la creatividad y el nepotismo descarado, y en donde era común toparse con personalidades de lo más variopintas y extravagantes, aconsejándolo muchas veces en sus inicios sobre cómo abordar mejor a tan extraños personajes. Pero esto... ¿Cómo se lo tomaría? ¿pensaría que era otra humorada del loco de su hijo? ¿lo avergonzaría? ¿lo rechazaría? ¿condenaría a su propio hijo al rechazo y lo obligaría a terminar con esto?
Y ella ¿Qué pensaba al respecto?
Continuará...

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LO QUE QUIERO DE TI
RomantikCuando le picas la curiosidad a una mujer es difícil detenerla... pero ¿Qué pasará con la señora Kirishima cuando averigüe que es lo que oculta su hijo menor en la intimidad de su hogar? ¿y que pasará con toda la familia Kirishima al enterarse de es...