Prólogo

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Aún recordaba el sentimiento cada que escuchaba a las personas decir: "oh, tuve un pésimo día", "mi vida es demasiado complicada" "No creo poder seguir adelante con todo esto". Sólo reía por dentro, mientras que sostenía la misma mirada; sin demostrar sentimiento alguno. Ellos ni siquiera sabían de lo que hablaban, no era nada comparado a lo que me pasaba a mi. Y si, tal vez suene cómo un imbécil al estar criticando la vida de los demás sin siquiera saber, pero me daba tanto coraje el simple hecho de escucharlos.

Toda mi vida era un asco, un desastre total. A veces, cuando la noche llegaba y apagaba la luz del sol, lograba dejarme pensativo. ¿Porqué simplemente no acaba con este sufrimiento? ¿Porqué no me suicidaba? Y la respuesta era simple. Era demasiado cobarde cómo para atreverme a llegar a ese punto, cabe mencionar que sería incapaz de dejar a mi madre sola, no podría. Esa era la razón principal; mi madre. La mujer que me dio la vida, y hizo el papel de padre y madre por mucho tiempo, era lo único que lograba detenerme para llevar acabo semejante locura.

Pero era triste, era triste el saber que nadie, jamás, lograría enamorarse de mi. ¿Quien quisiera estar junto a una carga? Nadie.

Nunca sabría lo que era sentir el amor de alguien, el pasar frente a su casa y ver como una sonrisa iluminaba su rostro. El hacer feliz a alguien más y que sólo contigo, en tus brazos, se sienta protegida. Jamás sentiría algo así, soy un maldito fenómeno y nadie podría amarme de esa forma.

Aunque había algo que sabía con seguridad, y por más que me duela admitirlo, es completamente cierto.

No soy lo suficientemente bueno cómo para poder completar la vida de alguien más.

24 horas |Joel Pimentel #PromiseAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora