Capítulo 10

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Jugué con mis manos en señal de nerviosismo, estar cerca de esta chica me ponía en tal estado.

–¿Estas seguro que no quieres bajar?

–Si –hablé–. Prefiero quedarme acá.

Ella se aceró aún más a mi, hasta quedar de frente.

–Todavía sigues dañado –murmuró al mismo tiempo que pasaba su mano por mi mejilla.

–¿Ah?

–Se que te lo he dicho un montón de veces pero la verdad es que siento que no es lo suficiente.

Sólo guarde silenció, pues no entendía de lo que hablaba.

–Todo fue mi culpa –murmuró.

Sentí como su voz se agudizo al final, como si quisiera soltar en llanto aquí mismo.

–No digas eso, no fue tu culpa –le di una leve palmada en su muslo.

Ni siquiera sabía la cosa por la cual ella era culpable. Pero no es como si le dijera que lo era, no me gustaba ver a las personas llorar, menos si se trataba de una chica.

–Si –resopló–. Y lo siento tanto, de verdad.

–¿Quieres explicarme? –pedí intentando no sonar tan perdido.

Ella simplemente asintió, pude notar como bajaba la mirada al instante.

–Se que pensaste que el chico era mi novio –comenzó–. Pero te equivocas, es mi hermano.

Miro hacia el techo tratando de contener las lágrimas.

–Medio hermano –corrigió–. Mi madre se casó de nuevo hace tres años, desde ahí que lo conozco y no ha hecho más que hacerme la vida imposible.

Llevo ambas manos a su rostro cubriéndolo. Sabía que había empezado a llorar.

–Ya no se que hacer con todo esto, no puedo más –lloriqueó–. Mis padres no me creen y el no hace más que amenazarme sobre si digo aunque sea una palabra.

Sus ojos conectaron con los míos, dejándome ver su mirada llena de odio y dolor. Comenzó a llorar aún más fuerte, tanto así que me vi en la necesidad de tenerla entre mis brazos, dándole el apoyo que necesitaba.

–G-gracias –susurró.

Sentía como daba pequeños saltos a causa de los sollozos. Lleve mi mano hacia su cabello, acariciándolo con lentitud.

–Ya pasará, tranquila –susurré.

–No, todo seguirá igual –sollozó.

–No estas bien –hablé contra su oído.

Sentí como dio un leve movimiento de cabeza en señal de un 'no'.

–Siento que hayas tenido que escuchar mis problemas –se separó de mi y limpió sus lágrimas con el torso de su mano–. Es algo ridículo.

Su cabello se movió, dejándome ver un poco más de su rostro, y pude percatarme del gran moretón que cubría parte de su mejilla.

–No puede ser –murmuré sin creérmelo–. ¿Te golpea?

Ella guardo silenció, y ahí me pude dar cuenta de que había acertado.

–No puedes permitir que siga haciéndolo –me levanté de golpe causando que la chica diera un leve salto. Por alguna extraña razón sentía la rabia correr por mi cuerpo.

–¿Y que hago yo? –movió las manos de una forma extraña.

–¿Qué haces? ¡Pues denunciarlo! No puedes quedarte de brazos cruzados.

–No puedo –susurró.

–¿Qué? –pregunte sin creérmelo.

–Qué no puedo –habló más fuerte.

Me acerque a ella apoyando mi mano sobre su hombro.

–Claro que puedes –dije seguro –. Se que lo harás.

La puerta se abrió antes de que ella pudiera contestar, y Charlie apareció en la escena.

–Diablos –murmuró–. Lo siento, no quería interrumpir.

–No lo haces –dijo al mismo tiempo que se levantaba–. De hecho ya íbamos a ver la película, ¿cierto?

Se dirigió hacia mi.

–¿Qué? –vi como alzó levemente las cejas–. Ah, si, estábamos por bajar.

–Si claro –lo escuche decir.

Podía notar que estaba algo enfadado más no entendía el porqué.

–Creo que será mejor que nos vayamos, ya se está haciendo algo tarde.

Mire el reloj en mi muñeca, dándome cuenta de que ya había pasado un tiempo.

–Si, ¿me dejarás en casa? –pregunto la chica a lo que mi amigo asintió.

–Pues bien –bostecé–. Que tengan buena tarde.

Los acompañe hasta la salida, mirando como se montaban en el coche y poco a poco desaparecían de mi vista.

Algo estaba pasando, y lo único que sabía es que no quería olvidarla. No después de todo lo que me había contado.

Corrí hacia mi habitación y tome una hoja de papel al mismo tiempo que un lápiz. Comencé a trazar pequeñas líneas, intentando recordar el como era su rostro.

Por primera vez, sentía que no quería olvidar del todo.

24 horas |Joel Pimentel #PromiseAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora