Capítulo 11

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Mire con detenimiento el resultado final. No era un experto en esto del arte pero he de admitir que me había quedado bastante bien.

Tome un poco de cinta adhesiva, y coloqué en las esquinas del papel para finalmente pegarlo en la pared.

Desconocía su nombre, y ahora lo único que tenía era su rostro.

Unos leves toques en la puerta hicieron que saltará del susto. Si Charlie me hubiese visto, seguramente diría "así tendrás la conciencia". No entendía mucho a lo que hacia referencia, pero bien me lo decía.

–Pasé –hablé lo suficientemente fuerte como para ser escuchando, la puerta se abrió y una figura realmente conocida dio un pasó dentro de la habitación, con una sonrisa en su rostro–. Oh, mama. ¿Hace cuánto llegaste?

Me levanté de la silla y me acerque a ella, dándole un beso en la mejilla.

–Un par de minutos –contestó–. Note que la puerta del patio estaba abierta, pensé que algo había pasado.

–Seguramente fue Charlie –dije lo primero que se me vino a la mente.

–¿Estuvo aquí? –pregunto a lo que asentí–. Menos mal, me alegra que pasarán la tarde juntos.

–Si –contesté–. Te notas algo cansada, ¿quieres que pida algo para cenar?

–Uhm... –se lo dudo por unos segundos pero término accediendo.

–Bien –hablé–. Tu ve a cambiarte, mientras yo busco el número de la pizza, ¿Okay?

–Gracias, hijo –sonrió y salió de mi habitación.

Era lo menos que podía hacer por ella, aunque no era lo suficiente.

Me acerqué hacia el buró y tome mi celular que yacía contra un vaso de agua. Deslicé mi dedo por la pantalla, mostrándome las aplicaciones al instante. Lo primero que hice fue buscar en Google el número de la pizzería.

Llamé, ordene dos, por si las dudas. Dijeron no tardar más de 45 minutos y si así lo hacían, la pizza sería totalmente gratis.

–Ya la pedí, ma –avisé mientras pasaba por su habitación para bajar las escaleras.

Tome asiento en el acolchonado sillón, recargue mi cabeza en el respaldo y tan sólo atine a mirar el techo. Su imagen volvía a mi cabeza, y no entendía mucho el porque. Digo, es guapa y toda la cosa, pero hasta ahí, no esperaba más.

Tal vez sólo son las hormonas que están alborotadas y me hacen pensar cosas que evidentemente, no son nada parecidas con la realidad.

Aunque por otro lado, y tal vez sólo sea una mínima posibilidad de que aquella chica me llamara la atención. Pero como dije antes, una pequeña, muy mínima, posibilidad.

Escuché el golpeteo de unos zapatos contra el suelo, y no me hizo falta voltear para darme cuenta de que se traba de mi madre, quien se sentó a mi lado.

–¿Qué pasa, Joel? –preguntó.

¿Cómo sabía que algo estaba pasándome? Sentido materno, seguro fue eso.

–Nada, sólo estoy algo confundido.

Rasqué mi nuca y mire en dirección a mi madre, quien soltó una pequeña risa.

–Yo creo que eso se llama, ¿amor?

Su sonrisa se hizo aún más grande, justo como la media luna. ¿Amor? Eso era imposible.

–¿De dónde sacas eso, madre? Por supuesto que no –dije seguro.

–Yo se que si –afirmó–. Ya he pasado por está etapa, Joel. Conozco los cambios, y pareces tenerlos.

Solté una carcajada al escuchar hablar de esa forma. Sentía extraño que me estuviera hablando sobre, ¿amor?

–De verdad que no, sólo estas mal pensando las cosas –admití, ella dio un leve movimiento de cabeza en señal de negación.

–Pues si es así –me miró–. ¿Quien es la chica del dibujo?

Me atragante con mi propia saliva. Sabía que vería el dibujo, más no tan rápido. ¡Mierda! Pero sí minutos antes estuvo en mi habitación, estaba más que claro que lo había visto.

–Y-yo... –tartamudeé–. Una amiga me pidió que le hiciera un dibujo.

–Oh, claro. Pues en todo caso yo soy Winona Ryder –dijo de forma chistosa.

Me encogí de hombros sin saber quien era esa persona.

–Lo siento –susurró.

–Está bien, ma –sonreí intentando sonar convincente, aunque me había dolido un poco.

–¿Entonces sólo es una amiga?

–Si.

–¿Y lo sabe? –preguntó.

Me quede pensando por un momento, y la verdad es que no sabía la respuesta. Charlie no me había dicho nada, sólo sabía que ya había visto antes a la chica pues ella misma me lo afirmó, pero era lo único.

–Creo que no –dije de una vez por todas. Era la única respuesta que se me hizo más convincente. Pues si ella estuviera enterada, hubiese dicho algo al respecto o eso me quería suponer.

Vi que mi madre estaba por hablar, pero fue completamente interrumpida al escuchar el timbre de la puerta. La pizza había llegado.

Y como dicen en ciertos casos.
"Fui salvado por la campana".

[...]

Me moví inquieto sobre la cama, de alguna forma no podía conciliar el sueño. Una fuerte presión en mi estómago me hizo querer salir corriendo en dirección al baño, y así lo hice.

Pronto el desayuno y todo lo que había comido en el transcurso del día, salió disparado en dirección al inodoro. Apreté con fuerza mi estómago intentando que el dolor parara, más no lo hacia.

–¿Joel? –escuché la voz de mi madre.

–Acá –hablé como pude.

Escuché como soltó un pequeño grito y se acercó hacia mi, sentí su mano en mi espalda y se inclinó un poco para ver lo que pasaba.

–No de nuevo –susurró–. Por favor.

Pronto perdí el equilibrio y me agarre de la cortina para no caer al suelo. Pero sólo provoque te terminara en el piso con la cortina encima mío. Y pronto todo se volvió oscuridad pura.






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¿Les está gustando?
Estoy haciendo lo posible por que quede bien, tanto así que estoy usando palabras que antes no solía usar, se siente extraño a decir verdad jaja.

¡Que tengan un bonito sábado!
Nos vemos el lunes(:
❤️💙❤️💙❤️

24 horas |Joel Pimentel #PromiseAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora