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El menor, totalmente asustado por los golpes y gritos del otro lado de la puerta, se mantuvo sosteniendo esta aún cuando no era de mucha ayuda. Los sonidos cesaron de un momento a otro y creyó inocentemente que Yoongi se había simplemente marchado, luego de ese último mensaje.
Respiró sintiendo totalmente culpable de huir sin razón, tirándose de espalda a la cama de su mejor amigo.

Si solo tuviera un poco más de valentía para enfrentar a su hyung, podría dejar todo en el pasado y continuar siendo amigos. Sin embargo, le aterraba demasiado que el mayor le pidiera distancia. Le gustaba mucho pasar tiempo con él en la sala de música y no quería que eso cambiara. Menos cuando el proyecto del mayor aún no estaba listo.

— ¿Porqué eres así? – Se dijo a sí mismo, llevándose un brazo al rostro, para taparse los ojos al sentir que estos comenzaban a llenarse de lágrimas.

Se mantuvo mucho tiempo recostado, acallando su silencioso llanto de culpabilidad con sus brazos.
Una suave brisa se sintió en la habitación de un momento a otro, más no le prestó atención alguna hasta que escuchó la maldición de alguien muy cerca de él.

Todo en su cuerpo se puso en alerta, sin embargo ya era muy tarde. Antes de que pudiera siquiera preguntar o procesar que estaba pasando. Su rostro fue descubierto con algo de brusquedad y sintió el peso de alguien sobre su estómago.

Sus ojos se abrieron de par en par, al ver como unos orbes oscuros le miraban fijamente, teniendo presa sus muñecas a cada lado de su rostro.

— H-hyung...

Su voz salió ahogada ante el llanto, sintiendo como sus manos era libres y las del otro comenzaban a secar sus mejillas.

— ¿Sabes que eres un tonto, no? – Murmuró el peliazul sin un ápice de molestia en su voz. Solo se escuchaba...cansado.

Un puchero se formó en los labios de Jimin al escuchar el sutil insulto, generando que Yoongi sonriera en su dirección.

Ay...esa sonrisa.

Su corazón hubiera seguido en paz, si no fuera porque el mayor comenzó a inclinarse lentamente hacia él, mientras aún acaricia su rostro y eso no hacía nada más que hacer explorar las mariposas en su estómago. Envolviéndole el nerviosismo y la duda.

— Yoongi...– Se coló entre sus labios, cuando sintió la frente del otro sobre la suya y como este cerraba sus ojos, aún con una sonrisa plasmada en sus labios.

Una imagen realmente mortal para su persona.

— ¿Sabes?...– Comenzó diciendo, a medida que posicionaba su boca a escasos centímetros de la del menor. –...siempre me han gustado los manggae-ddeok...– Susurró rozando sutilmente sus carnosos labios.

A pesar de estar totalmente embriagado y extasiado por el extraño actuar de Yoongi, no pudo evitar fruncir el ceño, ante el repentino cambio de tema, provocando consigo que abultara sus labios y presionara de manera sutil los del peliazul, sin querer.

Sus mejillas enrojecieron en cuanto el mayor se distanció para verlo divertido, mostrando sus rosadas encías y blanquecinos dientes.

— ¿Acabas de besarme? – Preguntó con voz juguetona Yoongi, observando la negación casi exagerada del chico bajo su cuerpo. – ¿No? – Volvió a hablar, volviendo a la posición de antes. Torturando a Jimin con su cercanía. – ¿Entonces que ha sido eso? – Susurró mojando con suavidad sus labios, humedeciendo un poco los abultados del chico que parecía al borde del colapso.

En verdad no podía seguir resistiéndose a la tentación de tener al chico que le gustaba a tan escasos centímetros, sin poder probar ese prohibido fruto que había podido disfrutar hace unas semanas.

Ups ~ YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora