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Jimin realmente se preguntaba porque Yoongi había insistido tanto en ir por él tan temprano aquel día. Debían estar en el lugar de la ceremonia como en dos horas más, sin embargo, el pelinegro había insistido en que él al ser parte de la familia debía estar mucho antes que los demás invitados. Y por ende, él también debía estar en el lugar con su novio.

Su madre le miraba desde el umbral de la puerta, como si el matrimonio se tratase del propio y su llanto no hacía nada más que ponerlo aún más nervioso, además de comenzar a irritarlo un poco.

— Mamá...– La llamó con un poco de vergüenza. – Ya deja de llorar, no es como si fuera a casarme o algo por estilo. – Negó con una mano en el rostro al ver que sólo se intensificaba más su llanto. Seguramente hasta los vecinos estaban escuchando su escándalo.

— E-es...que...te ves tan guapo...hijo...– Sollozó secando las incontables lagrimas que caían por sus mejillas, con el dorso de su manga. – He hecho un gran trabajo con tu padre...– Argumentó sintiéndose orgullosa, mientras asentía repetidas veces. Más Jimin lo único que pudo imaginarse demasiadas cosas subidas de tono entre sus progenitores, que quiso borrar al instante.

Su teléfono vibró sobre su escritorio salvándolo de las oraciones sin sentido de su madre, encontrándose con un simple mensaje de su novio. Sonrió sin pensarlo, tomando todo lo necesario y se despidió de la baja mujer.
Bajó al primer piso dando saltitos, únicamente porque estaba muy ansioso de ver a Yoongi en traje y feliz de todo lo que viviría ese especial día. Hace días le había pedido fotos a su novio, pero este se había negaba a mostrarle como se veía con las ropas que habían elegido juntos. Cosa que aumentaba su curiosidad a niveles insuperables.

Y en cuanto vio a su novio frente a él totalmente arreglado, con el pelo hacia un lado dejando a la vista su frente, los labios levemente rosados y una rosa blanca adornado el bolsillo en su pecho, sintió que no podía haber encontrado a alguien mejor que él. Yoongi sonreía ampliamente mientras se acercaba lentamente hasta su rubio novio que parecía anonadado por su presencia.

— Hola. – Saludó un poco avergonzado por la penetrante mirada del chico. – ¿Bebé? – Pasó una mano por el rostro del menor, viendo con diversión como este pestañeaba como si recién estuviera despertando. Se veía totalmente embobado y adorable.

— ¿Estoy...soñando? – Preguntó Jimin llevando sus manos al rostro del pálido, para delinear su perfecto rostro. – Ay...si eres real. – Chilló de emoción, apresurándose a lanzarse a los brazos del mayor, tomándolo por sorpresa.

Posó con lentitud sus abultados labios sobre los de Yoongi, llevando sus brazos al cuello de este para tocar con gozo sus suaves hebras y sentir las manos contrarias en su cintura.
Se habían visto solo el día anterior y aún así se le había hecho una eternidad estar sin aquellos acaramelados besos.
Los delgados labios del mayor se movían con ternura sobre los suyos, dejando que suaves suspiros salieran de sus labios y una sonrisa se asomara lentamente entre ellos.

¿Realmente tenía un novio tan increíble?

Se alejó del mayor con los labios hinchados y arrugó su nariz en cuanto esté beso su frente, dejando salir una suave carcajada.

— ¿Me has extrañado? – Preguntó divertido el pelinegro, posando su frente en la contraria. Solo para ver de más cerca las hermosas facciones de su novio.

— Mucho. – Susurró Jimin abultado sus labios, pidiendo un besito de su parte. Cosa que Yoongi no le negó.

Una tos algo incómoda tras de ellos arruinó la romántica atmósfera, solo para se voltearan y encontrar a todos sus amigos ahí de pie.
Sus mejillas enrojecieron al percatarse que quizás habían visto cómo se besaba con el pelinegro, hasta que vio sus ropas.

Ups ~ YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora