CAPITULO XII: ¿DOS POR UNO?

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Sentía como me ardía el pecho, era un sentimiento mezclado de rabia con tristeza, no lo sé solo me dolía, no sabía exactamente el porque, tal vez era por que la estaba besando después de haberme dicho que ya no la amaba, tal vez ya lo había hecho antes pero nunca se me había pasado siquiera por la cabeza esa posibilidad y verlo era doloroso, tal vez incluso más que eso sentía que me faltaba el aire, quería gritar, quería llorar, sentía tantas ganas de ir a decirle que era un maldito mentiroso, que no me buscara más, que era un completo imbécil, porque eso es lo que era, un imbécil por mentirme, por hacerme sentir tan mal, por hacerme sentir una estúpida por creerle, por haber dicho que yo era diferente para que al final en frente de sus amigos yo quedara como tan poca cosa, literalmente como una "don nadie".
¡Maldita sea que estúpida soy!
Mil pensamientos se apoderaron de mi cabeza pero no podía hacer nada porque si salía quedaría peor que como Dylan me había puesto, solo me quedaba esperar a que tocaran para salir corriendo a un lugar solo para llorar más cómoda, por ahora yo estaba debajo del escritorio mordiéndome la mano para no emitir algún sonido, intentando aguantar las lágrimas a pesar de que eso fuera inútil porque estas salían por si solas.
Después de algunos minutos ellos salieron porque habían tocado la campana, tuve que esperar algunos hasta que sus voces se dejaron de escuchar, salí corriendo de mi escondite para después dirigirme al único lugar que conocía que estaba solo, sin nadie que me tenga lástima, sin nadie que me critique por llorar, solo quería estar sola, o quizá necesitaba de alguien pero no quería preocupar a mis amigas por cosas de una adolescente, por cosas inútiles, estúpidas.
Y ahí estaba yo, sola, en aquel lugar donde habían árboles, flores, algo lindo y colorido para sentirme tranquila, un lugar que me encantaba porque sentía paz, era lindo, grande, acogedor, un lugar donde venía cuando me sentía mal o simplemente quería estar sola cuando habían clases, un lugar fuera de la escuela, fuera de los problemas, simplemente fuera de todo.
La música sonaba mientras mis lagrimas caían una a una, mientras yo sufría, el lugar me generaba tranquilidad la mayor parte del tiempo pero esta vez era diferente, esta vez ni aquel lugar tan lindo me hacía sentir mejor, solo en el fondo me sentía en paz por la soledad que inundaba el lugar, aunque ese sentimiento de paz se desvaneció cuando sentí que una persona con un aroma familiar me rodeaba con sus brazos mientras me decía:
-Tranquila, todo estará bien- me exalté inmediatamente después de que terminó aquella oración.
Al ver esto el solo me dijo:
-Soy Alejo, tranquila, todo está bien- su voz era serena, su voz me tranquilizaba, su voz era perfecta.
Alejo había llegado en el momento más inesperado pero también el más oportuno, necesitaba a alguien a pesar de que también quería estar sola, él llegó justo en el mejor momento, cuando yo iba a empezar a necesitar el abrazo de alguien, a alguien.
Pasaron minutos, hasta que mi llanto se fue calmando, y él empezó a soltarme de a poco.
Cuando por fin estábamos separados, se creó un momento de silencio hasta que él lo interrumpió.
-Perdón por haberme acercado así, es que yo te vi tan mal y pensé que necesitabas a alguien y yo solo no quería verte sufrir más, en realidad necesitaba que no sufrieras más.
-No te disculpes, gracias por venir, necesitaba de eso, en verdad gracias.
Un nuevo silencio se hizo presente pero decidí interrumpirlo.
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-Más bien otra, ¿no?-dijo entre risas nerviosas, consiguiendo que sonriera involuntariamente.
-Si otra- dije con la sonrisa todavía dibujada en mi cara y continué- ¿Por qué estabas aquí? Es decir, porque no creo que me hayas seguido hasta este lugar.
-No, no te seguí, es que en primero descubrí este lugar y me encanto, aquí suelo venir cuando quiero alejarme de todo lo malo de la escuela, no lo sé, solo es lindo- dijo con una amplia sonrisa mirando hacia el cielo.
-Que coincidencia que hayamos descubierto este lugar por las mismas razones, ¿no?
-Si, tienes razón.
Se volvió a hacer otro silencio pero esta vez duró más, era un silencio lindo porque se escuchaba la tranquilidad del lugar, ese tipo de silencio que te llena de paz.
Ambos continuábamos callados, viendo el paisaje tan sereno, pero en nuestra distracción cruzamos miradas aunque no fue como solía suceder con él, que siempre que nos encontrábamos alguno de los dos desviaba rápidamente la mirada, esta vez ambos la mantuvimos, era tan profunda su mirada, sus ojos color miel que combinaban perfecto con la iluminación de este lugar eran hermosos, el momento era tan lindo que casi se me olvida el pequeño detalle de que había llorado y que mis ojos, mi cara, toda yo era un desastre, pero él hizo que no me sintiera así con solo verme de esa manera tan linda.
Pronto estaba acercando su mano a mi cara hasta alcanzar mi mejilla, él estaba acariciando mi mejilla con su pulgar, mientras que yo solo sentía una sensación linda en el estómago, sentía lo mismo que sentí esa vez en casa de Dylan pero no sabría si decir que más o menos intenso.
Yo agarre su mano que estaba en mi mejilla y comencé a frotarla con mi pulgar mientras que el color se iba haciendo presente en mis mejillas y en las suyas también, yo iba dedicándole unas sonrisas involuntarias a igual que él a mi, nuestras caras se empezaron a acercar cada vez más y más, en lo que yo sentía como todo mi dolor se iba sin más, al cabo de segundos nuestras respiraciones se habían juntado, respiraciones tibias y calmadas, pero en lo personal sentía que me faltaba el aire.
Y de pronto ya sentía como sus labios habían rozado con los míos hasta juntarse, este era un beso lento, era un beso cálido, sus labios sabían a cereza y era delicioso el sabor, su labios eran carnosos y suaves.
A pesar de que no sabía exactamente si yo deseaba tanto este beso de algo estaba segura, este beso era fascinante, era tierno, era simplemente perfecto.
Al cabo de segundos los dos nos separamos a falta de aire, nos quedamos callados una vez más hasta que Alejo habló.
-Perdón por eso yo no...
-No te preocupes- interrumpí- solo sucedió.
-Está bien, ¿quieres entrar a clases?
-La verdad no, pero si ven nuestras faltas en las próximas dos horas nos dirán algo.
-No te preocupes por eso, nunca se darán cuenta, no es la primera vez que me salto clases- dijo intentando sonar relajado pero lo rojo de su cara lo delataba.
-¿Chico malo eh?-dije para que poco a poco se vaya rompiendo el ambiente incómodo.
-No lo soy, solo que se puede llamar falta justificada a quien se siente terriblemente mal- dijo intentando hacer cara de un científico inteligente, Einstein quizá.
-¿Seguro que no tendremos problemas?-dije dudosa.
-Si claro, sin preocupaciones.
-Muy bien, entonces quedémonos-dije finalmente convencida.
Pasaron las dos horas restantes en lo que nosotros platicábamos de muchas cosas, una más importantes que otras pero interesantes de todas formas, finalmente decidimos regresar a la escuela porque ya era la hora de la salida y yo tenía que ver a mis amigas y él a sus amigos para que nos dieran nuestras cosas, después de eso los dos nos despedimos de nuestras amistades, aunque a mí me costó un poco irme con Alejo ya que ellas estaban preocupadas pero les dije que luego les contaba, que ahorita no quería hablar sobre lo que había pasado.
Los dos salimos juntos y nos dirigimos al metro ya que minutos antes de salir mi mamá me había mandado mensaje de que hoy me tendría que ir sola porque ella no podría llegar por mí así que Alejo se ofreció llevarme hasta mi casa porque de todas formas le quedaba de paso.
En el camino Alejo y yo seguíamos platicando sobre temas irrelevantes hasta llegar a mi casa.
-Gracias por todo Alejo- dije mientras subíamos las escaleras de mi apartamento.
-No agradezcas- dijo con una sonrisa.
Los dos nos quedamos callados, no sabíamos que decir exactamente, era extraño todo lo que había pasado.
-Bueno será mejor que me meta- dije al mismo tiempo que metía la llave para abrir la puerta.
-Si claro, te veo en la escuela.
-Si claro- dije dedicándole una sonrisa y después de eso me metí a mi casa.
Salude a mi mamá y me metí a mi cuarto si cenar nada, yo solo quería dormir, había sido un día agotador y no quería pensar en todo lo que había pasado con Dylan y Alejo, después de todo mañana tendría que ver a Dylan.

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