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Aldora iba recostada en uno de los asientos de la nave mientras veía a Damian dormir y a Deller conducir. Suspiro de forma tranquila necesitaba 2 minutos de paz sin pensar en toda la mierda en la cual se había metido, miraba por las ventanillas el espacio por el cual volaban ¿Cómo era posible estar así? Se sentía extraña pero no mal ¿Por qué debería sentirse mal? ¿Qué iba a lograr declarando le la guerra a los mundos?  Chasqueo la lengua y se dio un golpe mental. Estaba en problemas, metida hasta lo último en el fango ¿Y todo por que? ¿Por su orgullo Alfa o por simple y llana venganza? Todo era por limpiar los mundos de aquellos miserables líderes que destruyeron el de ella.

-Estamos aterrizando- Confesó Deller aterrizando la nave- ¿Estas segura de querer hacer esto?-

-Ya no hay vuelta atrás Deller- Respondió en un suspiro ahogado- Creo que lo mejor que ustedes dos pueden hacer es quedarse aquí y estar atentos por si algo ocurre-

-¡No!- Exclamó Damian abriendo los ojos al tope- Los tres estamos metidos en esto. Los tres iremos. No te dejare ir sola- Hablo de forma pausada incorporándose en el ambiente-

Aldora suspiro y levantó los hombros, sabía con certeza que ninguna fuerza en el mundo haría cambiar de opinión a aquellos dos. Aldora iba delante y los dos hombres detrás, cuidando las espaldas de la Alfa. La tierra era árida, seca y muy caliente, todo era igual a sus sueños, la había visto tantas veces que ya se la había aprendido de memoria. Al llegar al lago de fuego, suspiro mirando el ardiente líquido en este.

-Es el lago de los Grandes Alfas- Comentó Deller mirandolo- Nunca a dejado de emanar lava y el fuego nunca se ha apagado a pesar de los años y la destrucción que hubo, siempre ha estado intacto-Observo a Aldora- Si no eres la Alfa designada para entrar allí vas a morir-

-Deller ya te lo dije una vez y esta será la última que lo repita- Cerró los ojos y controlo su respiración- No hay vuelta atrás-

Miles de recuerdos invadieron su mente pero lo que más la sorprendió es que ninguno era un recuerdo feliz, en ninguno sonreía. En su recuerdos sólo sonrió dos veces una con Damian y otra con Deller, esos dos era todo lo que tenia, todo lo que le quedaba y todo lo que protegería.

Y antes de darse cuenta flotaba en el abismo, su piel se hacía nada y desaparecía, su cuerpo dejo de existir, la llama de Aldora se extinguió.

-Eres valiente joven Alfa, al entrar al lago de la Nishga- Retumbó en el vacío del abismo una dura voz masculina- Y todo por vengar la extinción de tu gente. Todo por proteger dos Omegas  ¿Por qué no pensaste en ti antes de todo? ¿No es eso egoísta? ¿Hacer tanto por la galaxia y ni siquiera pensar en lo que quieres?-

-Más egoísta sería actuar pensando en mi. Si las cosas fuesen así ahora mismo estaría durmiendo tranquilamente- Respondió Aldora atónita al no poder ver su cuerpo-

-¿De qué te sirve tu humanidad? Ahora no tienes cuerpo y estas varada en la nada ¿Y todo por qué?- La voz se escuchaba cerca y cada vez se tornaba más profunda y envolvente-

-Perdí haciendo lo que quería, salvando a mi gente. Solo quería que los mundos tuvieran un mejor futuro algo que ninguno de los dos que están ahora podrán ofrecerles- Hablo de forma pausada y tranquila- Siempre viví en la mentira, pero no tengo que ser una mentirosa. Me siento feliz, aunque no pude cumplir mi misión Deller y Damian pueden escapar juntos a otro lado-

En ese momento Aldora sintió como su cuerpo volvía a ella, como sus dedos se movían y la sangre circulaba en sus venas. Abrió los ojos y aun estaba en el abismo, en el oscuro y frío abismo.

-Eres Aldora, una Alfa pura y digna, con un corazón indomable, con mucha valentía y un espíritu efervescente- Hablo nuevamente la voz pero esta vez veía de quien era- La única Alfa con sangre directa de los patriarcas que forjaron este mundo y crearon el lado de Nishga- Un hombre de alta estatura, ojos azules y largos cabellos rubios se acercaba a ella con tranquilidad para tomar el fino rostro de esta entre sus grandes manos- Eres merecedora de proceder como lo hicimos nosotros alguna vez. Tienes la sangre y el parentesco a tu progenitor- Beso la frente de esta con cariño- Nunca pensé que mi hija vendría aquí siguiendo sus instintos. Por eso como recompensa te daré algo que te ayudará a proteger los mundos mi pequeña Aldora-

Aldora palideció al ver aquel hombre el cual era su padre, se sentía pequeña, indefensa como un pequeño pétalo de margarita cayendo al fuego. Al sentir la calidez de aquel beso, cerró los ojos, a partir de ese punto era mucho menos que el nada y mucho más que el todo.

Alfa y OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora