11. Dolor

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El sol penetró las ventanas y le iluminó el rostro dolorido. No quería verse al espejo esa mañana porque sabía que no le iba a gustar con lo que se iba a encontrar.

Con cuidado se sentó en la cama y se llevó las manos a la garganta, le dolía por el llanto, pero también le dolía el cuerpo y tenía el ligero presentimiento de que iba a enfermarse pronto, se arrebulló más en la cama, no tenía ganas de levantarse, cerró los ojos y siguió durmiendo, más tarde una cariñosa caricia la despertó.

—Buenos días dormilona, arriba.

Esa era la voz de su tío, siempre acariciándola y cuidándola como nunca nadie lo había hecho él y sólo él la protegía en esa casa. Bueno también estaba Leo, pero el hecho que estuviera a punto de besarla el día anterior la inquietaba.

—Buenos días Thalía.

Dormida frunció el cejo, aun con los ojos cerrados y la cara contra la almohada, ¿por qué estaba Leonado ahí? Sintió que se le tensaban todos los músculos, ¿cómo le iba a explicar a su tío los golpes que tenía en la cara? ¿y a Leo? Después de todo la misma Sofía le había aconsejado, si se puede decir así, que ella dijera que Leo la había golpeado, nada más lejos de la realidad porque Leo era uno de los que más la cuidaba en el rancho.

Podría inventar algo, pensó a la vez que se quitaba el pelo de la cara para girarse. Hasta la actualidad la ventaja era que al no poder hablar no podía confesar nada, pero tampoco podía defenderse.

—Thali —dijo Leo—. Tenemos que hablar de lo que pasó ayer, además de decirte algunas cosas. Son solo buenas noticias, no te preocupes.

Ella seguía sin girarse.

—Mateo también tiene cosas que decirte y créeme que cuando te digo que nada va a volver a herirte. Digo la verdad.

La voz de Jonas Keegan parecía realmente dolorida, como si algo estuviera estrujándole el corazón. Thali pensó que si la veía de esa forma, con esos golpes todo sería muy doloroso para él y quería evitarlo, ya lo había visto llorar y no le había gustado lo que había dicho en esa ocasión.

«Es todo mi culpa», se lamentó, pero podía hacer algo para evitar más dolor en esa familia.

—Te esperamos abajo para desayunar —dijo Leo tocándole la cabeza con cariño—. Tú levántate y haz lo que tienes que hacer, hay una gran sorpresa para ti allá abajo.

Al escuchar la puerta, Thali se levantó y ahogó una exclamación al verse en el espejo. Más daño no podían haberle hecho, en el labio, en las mejillas, la cara estaba levemente hinchada, pero si se cubría los golpes con la técnica del contour podría parecer que había dormido demasiado.

Abrió el cajón y sacó los productos para maquillarse, cuando dejó todo ordenado, se metió a la ducha y al salir se secó el cabello, luego se maquilló, al terminar parecía que nada le había ocurrido, el maquillaje natural la hacía ver luminosa, el labial rosado disimulaba el golpe. Cuando ya estaba lista bajó y todo estaba dispuesto en la mesa para desayunar, miró a los que estaban ahí y contuvo una sonrisa cuando Sofía la miró a la cara con una extraña expresión.

—Vaya —dijo Leo—. Que linda estás esta mañana.

—Buenos días Thalía —masculló Mateo mirándola desde su silla.

Ella se sentó al lado de Leo y este le puso frente a ella una dona que estaban tibias y aun con el baño de chocolate escurriéndole. Él siempre sabía que le gustaba comer.

—Veo que estamos muy contentos —sonrió Sofía—. Me pregunto por qué será.

Thalía miró a Sofía y mordió la dona con desafío, a Mateo no le pasó desapercibido ese juego de miradas y se concentró en la joven, notaba algo muy extraño en ella, tenía el labio inferior hinchado, como si hubiera compartido besos o más bien un ataque hambriento de pasión y no le extrañó, porque el imbécil de Leonardo la atendía como si fuera la única mujer en la tierra lo cual le produjo una extraña presión en la boca del estómago y un molesto cosquilleo en las manos.

Hermanos Hurtman #2 "Pecado de amor".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora