13. Un plan.

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Mateo le recogió el cabello mientras ella vomitaba. Las desesperadas arcadas le invadían el cuerpo haciéndola estremecerse tanto de dolor como de vergüenza.

Era un golpe para su ego verla vomitar después de un beso tan... dulce y apasionado como ese, pero había demasiado dolor en el cuerpo de Thalía como para que Mateo se pusiera a pesar en aquello que ahora le parecía banal.

—¿Te sientes mal? —ella se sentó a un costado del WC y mientras Mateo jalaba la cadena Thali se secaba las lágrimas con cuidado para no echar a perder el maquillaje que ocultaba los golpes que había recibido.

Suspiró y se puso lentamente de pie ¡Qué escena tan patética había protagonizado! ¿Por qué tenía que pasarle aquello? No lo comprendía, pero Mateo parecía herido, bueno uno no sale bien parado si al recibir un beso se pone el otro a vomitar. Por un momento quiso reírse por puro nerviosismo, pero no había de qué reírse en todo lo que estaba sucediendo.

—¿Te disgustan los hombres? —ella negó con la cabeza, luego pensó que si le hacía algunas señas el podría adivinar algo de lo que le estaba pasando y así no la odiaría más de lo que ya la odiaba.

Se rascó el cuello y se señaló la cabeza como si estuviera pensando.

—¿Recordaste? —ella asintió y señaló su espalda—. ¿Cosas del pasado...? recordaste cosas del pasado. Bueno por lo menos sé que mis besos no son tan malos.

La afirmación hizo que mudas carcajadas brotaran de Thalía, él la miró sintiéndose estúpido y satisfecho de que en esa preciosa carita de muñeca se haya dibujado una sonrisa.

—Tampoco puedes reírte —observó él. Thalía negó con la cabeza—. ¿Eres consciente de que si te visto de blanco y negro podríamos ganar mucho dinero en las calles de Paris?

¿De qué estaba hablando?

—Aunque pensándolo bien —continuó mirándola con una sonrisa— serías pésima como mimo, porque los mimos tienen el cabello negro y el tuyo parece... bañado por el sol.

El tacto de sus manos sobre el pelo que caía por sus mejillas la hizo temblar... de placer, quiso apartar la mirada, los ojos de Mateo eran casi tan o más increíbles que los de su hermano mayor, pero sus labios, sus labios eran tan hermosos, perfilados, suaves. Estuvo a punto de tocarlos y se detuvo a medio camino, tocarlo sería cometer una imprudencia, estar con él encerrados en el baño ya era de por si imprudente y más si alguien venía.

Se giró y abrió la puerta dejando un espacio entre los dos, pero el veterinario la alcanzó rápidamente y la giró para mirarla.

—No, espera... Thalía —ella negó con la cabeza, sin embargo, eso no impidió que los brazos de Hurtman la rodearan de nuevo.

Cuando Mateo la miró a los ojos experimentó algo muy parecido a la ternura, sus ojos estaban cristalizados, tenía los labios hinchados y le temblaba la barbilla. Con el pulgar tallo el labio inferior que parecía muy hinchado, más de lo normal.

Entonces se dio cuenta que tenía un golpe. Un fuerte golpe que debió de haberle dolido mucho, a juzgar porque en ese momento una gotita de sangre empezaba a dibujarse en la comisura.

—¿Qué te sucedió en el labio? —preguntó en voz baja.

Thalía supo que le iba a preguntar sobre aquello, ya que sentía dolor y humedad en la boca, con la mano señaló la puerta del armario.

—¿Te golpeaste? —ella asintió—. Thalía ¿me estás diciendo la verdad? ¿realmente te golpeaste con la puerta del armario?

Thalía caminó hasta la puerta del armario y la quiso abrir, la puerta se trabó entonces hizo más fuerza y la puerta se abrió con brusquedad golpeándole la nariz.

Hermanos Hurtman #2 "Pecado de amor".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora