24. Respiro

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Thalía se sentó en la hamaca del porche de la casa de Mateo. Aunque sabía que Sofía estaba libre, increiblemente, no tenía miedo de ella. Un ruido llamó su atención y miró a la derecha, Mina se sentó a su lado y le extendió una taza de té.

—¿Estás preocupada? —preguntó— Mateo está algo... Enojado. Aunque nunca se sabe en concreto que le pasa...

Thali sonrió. Pero ella si se daba cuenta de los enojos de Mateo.

—No, estoy preocupada —dijo con una sonrisa— Mina tu... ¿Sabes por lo que pasé? Me refiero a que si...

—Si. Sé lo que pasaste, sé quien es realmente Mateo, bueno él es mi mejor amigo y... Lo quiero mucho.

—Lo sé. Mina... yo quiero hacerte una pregunta.

Mina tragó su infusión con calma, esperando y Thali la miró, realmente la chica era preciosa sin creerse así. Era sencilla, sonriente y no se daba cuenta de su belleza natural. Era simplemente etérea.

—Dime —dijo ella.

—La relación entre el primo de Mateo y tu es muy... tensa. Me refiero a que...

—No nos llevamos bien... Esa en una realidad, pero... bueno es una larga historia.  La verdad no tengo muy buena relación con nadie.

—¿Por qué dices eso? Digo... Si eres tan simpatica y dulce...

—larga historia ¿Quieres ir a ver la cabrita? —preguntó con una sonrisa cambiando de tema estratégicamente. La chica sabía desviar la atención.

Dejaron las tazas en la cocina en donde Nana se las recibió y las echó de la cocina para que ellas no lavaran sus cosas.

A paso lento siguieron un sendero hasta un viejo granero en donde varios animales pequeños, y otros no tanto, se giraban y miraban a la persona que los había rescatado y dado una nueva oportunidad.

—Soy basicamente rescatista —dijo ella con una sonrisa— y me encanta hacerlo. Todos nos merecemos una segunda oportunidad ¿no?

—Si.

Una figura se alzó en la oscuridad y Mina blasfemó por lo bajo.

—Hola Thalía. Mina tienes que dejar de traer tantos animales a esta casa. Que, dicho sea de paso, no es tuya.

La joven lo miró con una extraña y triste expresión en sus ojos oscuros, pero rapidamente su rostro cambió y una mascara instantanea la cubrió.

—Tengo el permiso de Mateo, y, como la casa es de Mateo, dejaré de traer animales únicamente cuando él me lo pida...

El rostro de Gregorio se endureció. Y se irguió completamente.

—No lo va a hacer ¿no te das cuenta? Será mejor que alimentes a esa cabra ha estado balando desde hace dos horas.

Se alejó de las dos y Thalía le apoyó la mano en el hombro a Mina. Era muy facil ver que pasaba ahí y como le dolía a la joven el trato del veterinario.

—Yo creo que mejor volvamos a la casa y tomemos una coca cola y comamos algo para aguantar hasta la cena ¿te parece?

—Si.

Mateo se dio la vuelta y miró por la ventana, desde ese punto podía ver toda la extensión de su rancho. Pero toda esa belleza estaba camuflada y tenía una profunda y pesada sensación.

Sofía estaba libre y ya se había confirmado la desaparicion de la que era la secreraria de Jonas en la nave ganadera. Aunque esta vez ese no era su caso porque estaba de baja voluntaria, no podía evitar preocuparse por la joven y su familia.

—¿Pasa algo? —Thalía ingresó timidamente al despacho.

—Tienes que aprender a cargar tu arma, Thal...

—Theo yo te dije que...

—Nada... Mira yo no quiero que te pase nada ¿sabes? Si alguien te ataca quiero que te defiendas, las consecuencias se verán despues. En mi vida pirmero estas tu amor ¿puedes comprender que necesito que siempre estés lista?

Thalia no alcanzaba a comprenderlo, pero el cuerpo le temblaba al recordar como la habían atacado en el gallinero hacia quince días ya.

—Aprenderaa técnicas de defensa personal, cargar armas, disparar y desarmar a tu atacante.

—¿vendrán a enseñarme? ¿algún colega tuyo?

Mateo sonrió de esa forma tan suya, con la boca levente a la izquierda y ese brillo chispeante en sus preciosos ojos claros.

—Yo, por supuesto —se acercó a ella y con el nudillo del indice le levantó la barbilla para conectar sus ojos—. Nadie va a tocarte, solo yo seré quien te enseñe... Todo.

Thalía tragó saliva y Mateo se alejó de ella para tomar su lugar, mirando por la ventana.

Sintió la piel erizada y un calor que se extendía por todas las extremidades de su cuerpo -todas- la vergüenza se instaló en su rostro en forma de sonrojo.

—tranquila preciosa —dijo Mateo abriendo el cajón del escritorio y sacando una caja de madera oscura, parecia ser ébano.

Abrió la caja y de la misma sacó una arma, aun no sabía reconocer armas de revólveres o automáticas de semi automáticas, asi que no sabía en que grupo entrab esta. Era plateada, la culata era de madera, madera de roble tallada.

—Este es un revólver, tiene un tambor —dijo abriendolo y mostrandole el espacio que estaba vacío— aqui van las balas.

Le mostro una cajita de carton en donde había balas plateadas y las colocó en el tambor, luego con la mano cerró el tambor y la miró.

—¿viste? —preguntó.

Si había visto, pero no sabía muy bien que había hecho.

—Ahora tienes que hacerlo tu. Voy a descargar el revólver y lo vas a cargar tu tal cual lo hice yo. Amor, son balas de salva no te haran daño.

Thalía hizo lo mismo y le salió al primer intento, algo que la puso de muy bien humor.

—Lo has hecho muy bien. Eso será todo por hoy, Thalía. Luego procedere a que aprendas mas de estos revólveres y de armas. Las hay automáticas y semi automáticas. Pero no hablaremos de eso ahora.

Se acercó a ella y le rodeó la cintura con las manos para luego repostarla contra su pecho

—aprendes rápido —dijo besandole la cabeza— me haces sentir orgulloso.

Ella sonrió.

—Ahora vamos a tomarnos un respiro. Aqui estás a salvo. Todos los de esta casa están para protegerte.

Thali cerró los ojos y respiró el aroma de Mateo. Si. En ese lugar realmente se sentía a salvo.

Hermanos Hurtman #2 "Pecado de amor".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora