Me metí a la ducha justo en el momento en que entré al cuarto, ni siquiera me preocupé por Agustín, no me importaba más. Ese idiota me confundía más y más cada día que avanzaba, y estaba cansada, cansada de repetirme lo mismo por las noches. No puedo seguir así, no puedo.
Dormí un poco y me concentré en otras cosas; la escuela por ejemplo. Estaba con una sudadera de mi padre y un short deportivo, de esos que me dejaron de quedar cuando mi trasero comenzó a hacerse redondito y paradito gracias a la gimnasia. Estaba acostada boca arriba, con un chongo aplastado detrás de la nuca y miles de pensamientos en el cerebro; lo borré todo. Me estiré para alcanzar mi celular de la silla que estaba al otro lado de la cama y miré la pantalla: 17 mensajes nuevos y 26 llamadas perdidas. Abrí la bandeja de mensajes, todos con el nombre de Agustín de cabecera, pero uno de mi profesor preferido: Mathias."Princesa, te quiero de la manera más loca que te puedas imaginar, aún incluso cuando sé que llevamos apenas unos días de relación. Te extraño como Romeo a Julieta y te deseo como la primera vez que lo hice. Sueña excelente. Hasta mañana amor. Mathias"
Mis ojos se cristalizaron y una sonrisa se dibujó involuntariamente en mi rostro.
"Te quiero como la primera vez que te quise; más que ayer, pero menos que mañana. Me encantaría poder besarte. Te necesito. Sueña conmigo. Carolina"
Le di al botón de enviar y revisé otros mensajes. Uno que particularmente decía así:
"No sé lo que ha pasado hoy, y creo que no lo sabré. Me has llenado de dudas señorita Kopelioff, tantas dudas que me hacen retorcer. No pienso que me entiendas, nunca lo harás. Somos personas diferentes, rodeados de cosas diferentes y con intereses diferentes. Mi apoyo siempre será tuyo. Si algún día necesitas algo, solo llámame. Bernasconi, Agustín"
Comencé a patalear contra la cama, gruñí furiosa y llamé al primer número que se me atravesó. Y sí, había sido el de la persona que menos necesitaba en estos momentos, en la cual no confiaba.
– ¿Hola? – contestó la voz ronca de ese chico con cabello chino y ojos color chocolate.
– Alan, te necesito.
Jadeé. No sabía cuál sería la respuesta o reacción de mi ex-novio al ver que su loca y buenísima ex-novia le estaba pidiendo ayuda, admitiendo que lo necesitaba.
– ¿Carolina? – exclamó con tono sorprendido.
– Sí, la misma.
– ¿Todo bien? ¿Qué necesitas?
– Nada está bien. Necesito refugio, como en los viejos tiempos.
Recordé la imagen de Alan tomándome de la mano, abrazándome y consolando mis lágrimas cuando éramos solo amigos.
– Voy por ti. Llego en 10.
La llamada se cortó. Me levanté de la cama e hice unas llamadas. Primero le dejé un mensaje de voz a mi madre diciéndole que me sentía bastante sola y había ido con una amiga a dormir, después le llamé a Amber para que me ayudara un poco y al último le llamé a Mathias.
– ¿Qué pasa mi amor? – preguntó sensualmente.
– No estaré en casa, al menos unos tres días. No lo sé aún.
– Pero, ¿todo está bien? ¿Tú estás bien?
– Sí, no te preocupes. Unas amigas me invitaron a pasar la semana con ellas y accedí. Estaré hablándote cada que pueda.
– Está bien amor, si necesitas algo solo dime, ¿okey?
– Sí, Math. A veces pareces mi padre - reí.
– Bueno, soy mayor que tú así que no tienes derecho a renegarte - dijo burlándose.
– Eres tan infantil - suspiré. - Te quiero Mathi.
– Hmm... Hace mucho que nadie me decía así - suspiró. - También te quiero. Duerme bien.
Colgó y sonreí. De verdad lo quería, me hubiera gustado conocerlo antes y no ocultarle lo que sentía por él. El timbre sonó y ni siquiera me importó bajar y abrir en mis shorts diminutos. Mi mano se aferró de la manija de la puerta y respiré hondo y profundo antes de enfrentarme con la persona que más me había causado dolor en el mundo. Estaba algo ansiosa por ver lo que hacía después de esto, pero muy en el fondo necesitaba a mi ex-mejor amigo, no a mi ex-novio. Sus rizos le caían por la frente mientras veía sus zapatos, alzó la mirada y abrió sus brazos para que me entregara a ellos.
Me abalancé a ellos y me dejé llevar, no necesitaba el abrazo de mi novio, ni del estúpido de Agustín, necesitaba el abrazo de Alan, como amigo, olvidando todo nuestro pasado y solo dejando la parte en que éramos amigos.
– Hey, tranquila – susurró. Acarició mi cabello y me rodeó par la espalda. – Estoy aquí.
Acarició mi espalda y no dijo ni una sola palabra mientras jadeaba y soltaba mis lágrimas.
– Perdón – dije cuando al fin fui capaz de articular las palabras.
– No te preocupes. ¿Estás bien?
¿Y todavía lo preguntaba?
– Me dijiste que necesitabas refugio, como en los viejos tiempo, y aquí estoy.
Alcé el rostro y miré sus ojos chocolate. Me inundé en ellos y le sonreí.
– Extrañaba esa sonrisa – dijo mientas con la yema de su dedo pulgar limpiaba las lágrimas en mi rostro.
Nos quedamos en silencio y miramos el cielo, el hermoso y estrellado cielo.
– Dime Carolina. ¿Qué nos pasó? Solíamos hacer esto cada noche cuando éramos solo amigos y lo arruinamos.
¡¿Lo arruinamos?! Disculpa, ¿quién fue por toda la escuela diciendo que su novia era una zorra total? Ah, me parece que fuiste tú.
– Sé lo que estás pensando, y de verdad lo siento. Fui un estúpido y de verdad te pido perdón. Sé que no será fácil tener tu cariño de nuevo, pero espero al menos que confíes en mí y que sepas que pase lo que pase aquí estaré como amigo.
Besó mi cabello.
– ¿Podemos irnos? No quiero estar aquí – me froté la nariz.
– Sí, claro.
Me soltó para tomar sus llaves y abrir el auto chiquito que ahora conducía.
– ¿Y esto? – dije señalando el auto gris.
– Mi papá me bajó de las nubes. Eres la única que lo sabe.
– ¿Saber qué? – pregunté confundida.
– Vendió mi hermoso Jaguar por las estúpidas calificaciones, me hizo trabajar todo el verano y a penas y pude comprarme esta preciosura, pero a pesar de eso no he tenido el valor para decirles a mis "amigos" lo que pasó.
– ¿Y por qué no? – me abrió la puerta, me senté en el lugar del copiloto y se me quedó viendo incrédulo.
– Creo que ambos sabemos por qué no.
Cerró mi puerta y corrió para el entrar y arrancar.
– No debería avergonzarte. Hay personas que te quieren a pesar de todo lo que has hecho...
– ¿Tú sigues queriéndome?
Solté un suspiro y de repente sentí mi celular vibrar. No miré quién era, solo contesté. Necesitaba zafarme de la pregunta de Alan.
– Tenemos que hablar Carolina.
Maldita sea Carolina. Te sales de un problema y entras a otro. ¡Trágame tierra!
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Sex Instructor.-HOT-[AGUSLINA]•[ADAPTADA]
Fanfiction- Primera regla - empezó a decir. - No puedes contarle a nadie que doy clases. Si una mujer se topa con ese letrero es porque el destino la llama, no por otras cosas. Dos, no sabrás nada de mí; a qué me dedico y qué hago fuera de aquí. Tres, nada de...