Capítulo 26.

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Desperté en una habitación, familiar, por supuesto. Era la habitación de Mathias. Escuché varias voces, todas, cerca de mí. El primero en acercarse fue él, mi novio.

– Amor, ¿cómo estás? – me preguntó.

Sentí mariposas en todo mi estómago y le sonreí.

– Siento que he dormido horas.

– Solo dormiste unas tres. Tuviste una contusión.

Y recordé cómo Chris iba a violarme.

– Él...

– En la estación de policías. Agustín pudo agarrarlo y un amigo nuestro que es abogado y otro que es policía lo llevaron para allá, estamos esperando a que nos digan que tenemos que ir a dar declaraciones. Ese idiota tiene que pagar en la cárcel.

– Su novia... ¿dónde está? – pregunté mientras me enderezaba en la cama.

– Está en el comedor. Al fin pudo decir lo que le hizo ese hijo de... – interrumpió lo que iba a decir.

– ¿Puedo hablar con ella? – le pregunté.

– Sí, enseguida la llamo.

Plantó un beso en mi frente y salió de la habitación para decirle a la novia de Chris que quería hablar con ella. Entró y me dedicó una sonrisa.

– Hola Carolina – me saludó. Se sentó en la orilla de la cama y acarició mi pierna. – ¿Cómo te sientes? – me preguntó.

– Mejor.

Un silencio incómodo inundó la habitación.

– Sé lo que te hizo. Pido una disculpa en su nombre ya que iba a casarme con él y eso me hace algo responsable...

– No, no lo digas. No eres responsable de nada – arrugué la nariz. – Toda la culpa la tiene él, nadie más. Ni siquiera se te ocurra decir que tú eres culpable. Supe lo que te hacía cuando vi el moretón – señalé su antebrazo con la mirada. – No mereces nada de eso. Solo quería pedirte que me acompañaras al juzgado, tienes que declarar. Lo que te hizo no está bien.

– Lo haré Carolina.

Se levantó y se fue.

– Mi vida, iré a comprar un poco de comida. Te dejaré. Agustín estará aquí.

Tragué saliva. ¿Por qué demonios me tenía que quedar sola con un maestro en el sexo? ¿Por qué?

– Sí, claro. Te quiero – casi lo grité.

Escuché como la puerta se cerró al mismo tiempo en el que mi corazón y mi estómago se apretaron y gritaron.

– ¿Puedo? – se asomó Agustín por el umbral de la puerta.

– Sí – susurré débil.

Escondí mi cuerpo dentro de las sábanas y me puse de lado. No quería ver esos bonitos y sabrosos labios y tampoco sus hermosos ojos miel.

– ¿Cómo estás? – muy bien, ya puedes irte.

– Mejor. Gracias por preocuparte.

Nos quedamos en silencio. Me senté y lo miré. Llevaba una chaqueta y unos jeans. Se había quitado las gafas y las había dejado colgadas en su playera blanca. Se acercó sigilosamente a mi rostro y besó mi mejilla. Después mi cuello y al final mis labios.

– ¿Y Charlotte? – susurré.

– No lo arruines – susurró suavemente.

Su lengua se asomó entre sus labios y lamió los míos. Abrí mi boca y dejé entrar a su lengua delicadamente. Sus manos viajaron a mi rostro mientras el beso se hacía más apasionado. Agustín se encimó en mí y empezó a acariciar mis senos. Nuestras respiraciones se hacían cada vez más apresuradas.

Sex Instructor.-HOT-[AGUSLINA]•[ADAPTADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora