Al día siguiente Karol llamó a Agustín muy temprano para que fuéramos a desayunar a un restaurant a la orilla de la playa. Yo me puse mi bikini y encima un vestidito de franela suelto pero muy cómodo. Agustín se puso una playera negra junto con unas bermudas y sus gafas negras. Salimos de la cabañita tomados de la mano y no nos soltamos sino hasta que llegamos al restaurant y saludamos a todos los chicos incluyendo a Claudia.Pattie me ofreció sentarme en un asiento justo al lado de donde ella se situaba mientras que Agustín se sentó al otro lado de donde yo estaba.
– ¿Todo se arregló? – dijo Claudia sacándome de mis pensamientos.
– Sí. Tenía razón señora.
– Claudia, y háblame de tú, aún soy joven – dijo mientras me acercaba una canasta de pan. – ¿Pan? – me ofreció.
Tomé uno desesperadamente y lo metí a mi boca como si nunca hubiese comido en mi vida.
– Si fueras más grande y tuvieras la barriga más grande, juraría que estás embarazada – dijo mientras me ofrecía otro pedazo de pan.
Reí con nerviosismo y la miré con angustia.
– Es que no he comido nada desde ayer – mentí.
Un mesero llegó y tomó la orden de todos en la mesa. Yo pedí unos huevos revueltos con salchicha y unos panqués con algo de moras, un jugo de naranja y té.
– ¿Gusta café? – preguntó el mesero.
– No muchas gracias, es malo para el… – cuando lo noté estaba a punto de decir “bebé” frente a todos. –…corazón – terminé algo nerviosa.
Alcancé a ver como Agustín se reía y se cubría el rostro con las manos. Alcé los hombros y me reí un poco conmigo misma.
Después del desayuno fuimos a la playa y los chicos jugaron voleibol mientras yo caminaba por la playa junto con Agustina y Belén.
– Y bueno… ¿cuánto tiempo llevan juntos tú y Agustín, Carolina? – preguntó Belén dando de brinquitos frente a mí.
Sonreí inocentemente.
– Casi un año – le dije.
Era verdad, había conocido a Agustín en los últimos días de Octubre y estábamos en Julio.
– ¿Es enserio? – exclamó sorprendida. – Nunca había visto que Agustín durara tanto con alguien desde la universidad.
– ¿La universidad? – preguntó Agustina. – Él y Casandra empezaron a salir en la preparatoria – corrigió Agustina a Belén.
– Ah, cierto, fue en la universidad cuando…
– No tienes que acordarte de lo peor siempre, Belén – la interrumpió Agustina.
– ¿Qué le pasó? – le pregunté a Belén sin prestarle mucha atención a Agustina.
– Bueno, ella… ¿no te lo ha contado? – me miró con duda.
Negué con la cabeza.
– Bueno, Casandra y Agustín empezaron a coquetearse en la preparatoria, unos meses después comenzaron a salir, pero hubieron algunos problemas y fue hasta en la universidad que salieron formalmente por unos dos años y medio. A Casandra la diagnosticaron con cáncer en la sangre antes de que Agustín se fuera a vivir a Londres por un tiempo y no le dijo nada a Agustín… Cuando Agustín regresó, Casandra había recaído y a los pocos meses murió… Desde ese entonces Agustín se prometió no amar a nadie jamás.
– Pero creo que contigo rompió la promesa – agregó Agustina.
– Y es algo muy bueno. No lo habíamos visto tan animado desde que Casandra murió.
Bajé la mirada y cambié de dirección para empezar a correr hacía donde estaba jugando Agustín. Corrí tan rápido que no me di cuenta que una motocicleta venía en dirección a mí. Antes de sentir el impacto cerré los ojos y grité tan duro que sentía que me desgarraría la garganta.
– ¡Por Dios, Carolina! – gritó alguien.
Abrí los ojos y vi su mirada concentrarse en mí y en nadie más que en mí.
– Agustín – mencioné su nombre en un susurro.
Lo tomé por la nuca y lo besé tan duro, tan apasionadamente que de verdad sentí que el mundo se detenía alrededor de nosotros, que el tiempo se detenía y solo quedábamos él y yo y nadie más.
– Agustín, te amo, nunca podría decirte lo mucho que te amo.
Volví a besarlo. Agustín me levantó en sus brazos y siguió con el beso de una manera impresionante.
– Ya sé lo de Casandra y no tienes por qué esconder tus sentimientos hacía mí o hacía nadie, sé que no me amas como a ella, pero de verdad espero poder lograr que me ames al menos un poco como la amaste a ella.
Agustín abrió sus ojos como platos y una lágrima se salió de su órbita recorriendo su mejilla.
– No sabes cuánto te amo, Carolina.
Volvió a besarme y me depositó en el suelo.
– Nunca te dejaré ir – me dijo. – Nunca.
Volvió a besarme de esa manera tan suya, recorriendo mis labios y haciendo que su lengua invadiera mi cavidad bucal para hacer un juego perfecto con mi lengua. Me tomó de la espalda baja y me apegó a su cuerpo.
– Te amo – le dije cuando nos separamos para respirar.
– Te he dicho muchas veces que yo te amo más.
Cuando nos dimos cuenta, todos los amigos y familiares de Agustín admiraban la escena que acabábamos de crear a la orilla del océano. Agustín me abrazó y me dio de vueltas en el aire y eso causó que me mareara y los síntomas regresaran. Me tapé la boca con una de mis manos y corrí hacía un bote de basura al cual todos me siguieron corriendo.
Me aferré de las orillas del plástico negro y comencé a sacar todo el desayuno en líquido por la boca. Me agarré el vientre.
– Creo que definitivamente estás embarazada, Carolina – dije para mí misma en un susurro.
Sentí una mano acariciar mi espalda. Era Agustín. Seguí vomitando hasta que mi querido bebé no quiso revolverme más el estómago, me levanté y me limpié la boca con la mano.
– Iré a darme una ducha, Agustín. Los efectos secundarios de mi golpe cada vez empeoran – le informé.
– Te acompaño – dijo mientras caminaba a un lado de mí.
– No, quédate. Me dijiste que hace mucho no veías a tu madre. Vayan a dar una vuelta por ahí, creo que tengo que descansar al menos hoy, estaré bien.
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Sex Instructor.-HOT-[AGUSLINA]•[ADAPTADA]
Fanfiction- Primera regla - empezó a decir. - No puedes contarle a nadie que doy clases. Si una mujer se topa con ese letrero es porque el destino la llama, no por otras cosas. Dos, no sabrás nada de mí; a qué me dedico y qué hago fuera de aquí. Tres, nada de...