Epílogo

1K 135 77
                                    

Dedicado a todas aquellas personitas que siguieron conmigo hasta el final. Leanlo todo porque al final hay sorpresa de la que les gusta ♥

(...)

—Hola, Alessia. —Aquel muchacho sonrió al terminar de pronunciar aquel nombre— Cuanto tiempo ha pasado, ¿No?

Con un ramo de lirios en sus manos y una sonrisa triste en sus labios se acerca a aquella persona, quien lamentablemente se encuentra bajo tierra. Aquella lapida gris con su nombre, día de nacimiento y defunción, estaba vacía, sin vida y algo sucia.

El chico suspiró.

—Lamento no venir tanto como debería, Alessia. Nadie se encarga de limpiar un poco tu lugar de descanso, pero está bien. Yo lo haré.

El chico dejo en un lado el ramo de Lirios y fue a encargarse de limpiar aquel lugar que debería estar en mejores condiciones. Paso algo de tiempo para cuando terminó. Limpió sus manos en sus pantalones y recogió el ramo para sacar lirio por lirio y colocarlo de manera decorativa alrededor de aquel lugar donde el cuerpo de Alessia descansa metros abajo.

Él puso una y otra vez lirio por lirio en su lugar, pero el viento interrumpía su labor cada corto tiempo, los lirios volaban y se iban a otro lugar mientras que el chico con la poca paciencia que le quedaba lo recogía y lo llevaba de nuevo a donde debía estar.

Luego de 10 minutos de la misma acción, el chico bufó y tiro un lirio lejos.

—Incluso la naturaleza me odia. —Mencionó mientras miraba como otros dos lirios volaban lejos— La próxima traeré cinta de pega.

Algo agotado, el chico se sentó cerca de la lápida y comenzó a hablar con esta como si fuera una persona real frente a él.

— Estaré un tiempo aquí. Ya era tiempo de volver al lugar donde nací, ¿Verdad? —Inclina la cabeza, mirando el pasto verde donde se encontraba sentado— Yo... realmente no quería volver, pero tuve que hacerlo. De lo contrario iba a hacer algo... algo que estaría en contra de mi promesa.

El rubio cerró sus ojos y disfrutó del tiempo que hacía. El fresco y limpio aire que desprendía de todo lugar. Eso era probablemente la cosa que más extraña de su hogar.

—Conocí a una chica. Bueno, en realidad conocí a muchas chicas cuando me fui de aquí. Y... bueno yo hice muchas cosas atroces con ellas, pero era la única forma de hacerlas entender. Yo no quería que nadie más termine como lo... como lo hiciste tú.

—Todas ellas han mejorado bastante, lo sé. He mantenido vigilancia en ellas, me he asegurado de que sus vidas después de mi mejoraran y ellas lo están haciendo bien. Me odian, si y mucho, pero ahora son felices con otras personas, son... más fuertes y creen en ellas mismas. Eso... eso era lo que buscaba.

El chico recordó a cada una de sus amantes*, todas ellas, sin excepción, tenían una mejor vida, una estable relación con hombres que si las amaban, un carácter envidiable, una fuerza que habían adquirido luego de levantarse de aquella horrible tormenta que les provoco él. Él se arrepentía de todo el dolor que les hizo pasar, pero disfrutaba el resultado de aquello. A cada una las dejaba al enamorarlas, pero ellas no sabían que él no las perdía de vista después de ello. Él se aseguraba de que ellas estuvieran protegidas, de que no tuvieran recaídas, les daba un empujoncito para enfrentar a los problemas.

Él no creía que era suficiente para compensar toda la desdicha que les causo, entendía que lo que hacía era detestable e inhumano, pero... Siempre que empezaba, no podía no terminarlo.

That ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora