CAP. XV

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El suizo, es un ser despreocupado, sin apegos hacia las personas, aunque en realidad, eso era solo de apariencias, el rubio, era un chicle con su familia y un celoso empedernido con el menor de sus hermanos, y esa mañana no era la excepción.

Para ser exactos, llevaba tres día sin tener noticias de su pequeño Pigy y de Viktor, marcó insistentemente a sus teléfonos y a la casa que estos compartían, pero sin tener respuesta, e impaciente, se atrevió a visitarles, no sin antes estar acompañado por su rusa hermana, con la misma preocupación.

Mila y Chris, ya habían tocado el timbre de manera insistente, las puertas al ser abiertas, la imagen que vieron al ver la puerta extendida hacia ellos les dejo sorprendidos.

Yuuri, arropado por los brazos de Viktor, con aura íntima, les hizo sonrojarse... nunca se lo esperaron, y verlos de esa manera, les dejó sin palabras. Estaban demasiado acostumbrados a ver a Alpha y al Omega como perros y gatos, y corroboraban el dicho, que del amor al odio solo hay ¿un paso?, el ruso se reflejaba sereno y su joven hermano más que entretenido por las atenciones de este.

Durante la conversación con la pareja, ambos hermanos se sentían el mal tercio, así que decidiendo ser fugaces, les dejan, ya que estos según las indirectas del ruso, necesitaban estar a solas. Y que sin duda, tiempo que aprovecharon al máximo, conformando su nido para sus encuentros.

Se volvieron dependientes el uno del otro, ambos esperaban con ansias sus encuentros nocturnos en casa para disfrutar de su compañía, y el ruso no perdía el tiempo, pues le encantaba estar enredados bajo las placenteras sensaciones, que las emociones de Yuuri le causaban al ser correspondido.

Al terminar el mes, al trabajo acumulado les hizo distanciarse un poco, además de los proyectos atrasados, las visitas familiares, y el súbito cambio de emociones que el menor le hacía sentir de un momento a otro, comenzaba a agotarle.

Tres semanas más transcurrieron, y Yuuri, estaba intenso, sus emociones comenzaban a irritar al ruso, quien intentaba acoplarse a su modo de sentir las cosas, en muchas ocasiones, trató de que el nipón le confesara el porqué de sus inseguridades, pero se vio impedido debido a sus exageradas reacciones, dejándole tranquilo, esperando el momento prudente para hablar con calma, o que este, por lo menos, se atreviera a confesarlo sin necesidad de atosigarlo.

Yuuri, pos su parte, sentía que todo era un sueño, y le daba terror que todo lo que vive sea solo un engaño, intentaba con todas sus fuerzas no preocuparse por ello, su mente analizaba la situación, manteniéndole alerta ante los cambios de su Alpha, pero la marca de su nuca, contradecían la depresiva negatividad en la que este inconscientemente se dejaba hundir.

La marca cicatrizada, era acariciada constantemente, la sensación era real sobre su cuello, allí estaba, sus dedos podía delinear las hendiduras de los dientes del mayor, y el olor de este sobre ella eran una prueba palpable de la unión un tiempo atrás establecida, su vida había sido restablecida al crearse el lazo, y no corría peligro de decaer en cuanto su racionalidad nunca más.

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