CAP. XIX

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Días y semanas concurrieron, Yuuri ya estaba completamente recuperado y después de su alta regresó a vivir a casa de su abuelo, el mayor Hisakawa, claro, después de romper casi todas las pertenencias del ruso en sus típicos un ataque de ira, dejándole la casa con muy pocos enceres, y por supuesto muy poca ropa... y por supuesto, se llevó a makachin con el propósito de hacerlo sentir solo.

Viktor, después del atender las empresas, se la pasaba más tiempo en casa del mayor, su insistencia por querer arreglar las cosas con el nipón no era simplemente palabra de un día, todos los días llegaba con un presente para este, quien los rechazaba, y botaba a la basura, aunque después se arrepintiera de su ataque momentáneo de histeria frente al albino.

Ante las constantes visitas del albino, Yuuri, se sentía un poco harto, muchas veces le dejaba plantado para irse con sus amigos y en otras ni se atrevía a salir de su habitación, y si el abuelo le obligaba a salir ignoraba olímpicamente todo intento de acercamiento de este, aunque la culpabilidad después le remordiera la conciencia.

Debido a los constantes proyectos de crecimiento empresarial, pues esta estaba expandiéndose a otros países, y el trabajo que el señor Yang Kineki hacía hasta ahora no había sido ocupado por nadie, por lo que le ha tocado esforzarse el doble para rendir ante sus quehaceres y sus visitas a la casa del mayor comenzaron a disminuir de frecuencia.

El castaño, se encontraba asistiendo a terapia psicológica, a decir verdad no porque quisiera, sino, por las continuas exigencias de su abuelo y de sus hermanos, que no paraban de pedírselo a cada momento. Adoptó nuevos hobbies, y el patinaje sobre hielo era uno de ellos, y se encontraba más que entretenidamente contento en sus prácticas.

Conoció a nuevos amigos, entre ellos, Leo de la iglesia, quien de un modo bastante calladito era sensual a la vista de todos... Yuuri quien lo avisto desde un principio, lo tomo como su entrenador personal y esto le causo muchos dolores de cabeza al ruso, al enterarse de las intenciones del otro a través de la maca. Viktor se había vuelto un excelente rastreador y espía de Yuuri, sin este no se enterara de ello...

Chris era su cómplice, y de vez en cuando ejercía el papel de vigilante, acompañándole comenzó a frecuentar la pista de hielo con la excusa de que era por cuidar de su hermanito, pero, ¿porque negarlo?, el suizo quedó flechado por unos hermosos ojos azules y piel morena, vaya que se había vuelto un bobo por ese Beta/Omega sexy, que atraía a la gran mayoría de sus pupilos y representantes de la clase.

Viktor, molesto debido a los descuidos del rubio, quien para ser sinceros, se enfoco más en hacer de las suyas que en ayudarle a mantener vigilado al nipón. Mila, de vez en cuando le gustaba jugar al Cupido entre el ruso y el Omega, llevaba días desaparecida, esta se había ido con Dimitri, su esposo de viajes a las Bahamas, se merecía unas vacaciones con el fin de conservarse joven y hermosa.

Los meses transcurrían rápido a la percepción de Yuuri, que volvió a sus andanzas en los clubes, esta vez acompañado de un sexy Alpha Alemán llamado Robert, que poseía un escultural cuerpo, cabellos rubios y de piel canela que hacía delirar a cualquiera quien le viera. Yuuri, disfrutaba en más de una forma de su compañía y mantenía tan adónico secreto bien guardado, de todos sus conocidos, incluyendo de Chris, que por azares había descubierto que este le vigilaba por órdenes del ruso, pero supo distraerlo con su lindo entrenador.

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