Reconfortar

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(Valeria, dimensión humana)

Lanzar luces de las manos era divertido, pero era momento de algo nuevo, tal vez algo con más emoción o que requiera una mayor dificultad.

Valeria decidió que era momento de aprovechar mejor sus dones.

Entró a un edificio, donde los negocios nunca acababan, los teléfonos sonaban sin fin y las personas corrían de un lado a otro. Los sueños de Valeria siempre habían sido formar parte de esa compañía.

Una vez que dominara sus dones, ya sabía qué más iba a dominar.

Pero primero lo primero.

En el camino trataron de detenerla muchas personas, desde secretarias despeinadas hasta policías sudorosos, pero logró lavarles el cerebro a todos y cada uno de ellos, al final nadie recordaría que ella estaba ahí, sería toda una aventura de la cual, solo ella era testigo.

Y llegó a la azotea.

Al final estuvo parada al borde de la cornisa, mirando hacia abajo. Eran unos siete pisos hacia el suelo, no eran tan alto como ella esperaba, pero lo suficiente como para causarle vértigo.

-Bien, Valeria, es tu momento- se dijo a sí misma, apretando sus puños tan fuerte que las uñas comenzaron a marcarse en su piel –Demuéstrale a Aprire que no se equivocó contigo... que acertó cuando decidió ayudarte

Ella misma admitía que era una preocupación que tenía, que Aprire solo le había concedido su deseo porque conocía a Abril, era como tener a los contactos adecuados en el mundo de los negocios.

No. Aprire era muy cuidadosa al momento de elegir a su ejército, Valeria debía ser especial de algún modo, por algo la había elegido. ¿O acaso se equivocaba?

Valeria agitó su cabeza, alejando esos pensamientos de su mente, y decidió que era momento de hacer su magia, ahora no solo era para demostrarle algo a Aprire, era para demostrarse algo a sí misma.

Sonrió para sí misma y luego brincó.

El viento golpeaba fuertemente su cara, y el tacto era más doloroso conforme caía, pero no gritó, decidió que no debía tener miedo, si algo pasaba, habría sido su propia decisión.

Ahora entendía a Abril. Era como un sentimiento de tristeza y desesperanza, pues teniendo tanto poder en cualquier momento se podría salir de control, y la sensación de soledad también crecía, no podía imaginar qué pudo pasar por la mente de Abril, porque ella realmente estaba sola.

Y al mismo tiempo, el sentimiento tan negativo que sentía se mesclaba con uno de curiosidad, hambre de aventura, como si quisiera explotar sus habilidades al máximo, aun sabiendo que podrían salirse de control.

Está sola, y al mismo tiempo no le importa. Quiere saber hasta dónde puede llegar su poder, pero duda que sea algo positivo ese límite.

-Bueno... allá voy- dice ella.

Se imaginó a sí misma flotando por los aires, y pronto pudo sentir cómo dejaba de caer, y sus pies se debatían entre estirarse e intentar avanzar o permanecer con las rodillas dobladas. Valeria se eleva un poco más, lo suficiente como para poder regresar a la azotea de ser necesario.

El acto de volar estaba siendo más difícil de lo que creía, comenzaba a creer que no soportaba su propio peso, que necesitaba de algo más para poder moverse, pensó en varias soluciones ante la dificultad que representaba, pero nada fue de utilidad.

Finalmente se cansó y decidió que lo mejor sería volver a tierra.

Volar era más difícil de lo que creía, sería mejor que dejara ese truco para otra ocasión, una cuando estuviera más experimentada en sus dones.

Creadores del pasado [Las crónicas de Abril #6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora